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Antes de que se afiliara a Morena, el economista Gerardo Esquivel realizó un estudio sobre la desigualdad extrema en México para la organización Oxfam. La cifra de pobres registrada en ese diagnóstico es similar o incluso mayor a la actual; por lo que el lema “primero los pobres” es solamente una de las muchas mentiras del morenismo rampante.
En días recientes, el Banco Mundial (BM) publicó que México se halla entre los países más desiguales; que su coeficiente de Gini se incrementa y que en el territorio existen más muertos que en las naciones en guerra. De estas evaluaciones se desprende, asimismo, que los grandes beneficiados del sistema económico son los mismos de siempre; algunos son escandalosamente ricos; los pobres son cada vez más pobres; el dinero que el gobierno entrega mediante los programas asistencialistas no saca a nadie de la pobreza; éstos sólo sirven para perpetuar el conformismo. El principal objetivo de las entregas monetarias es la compra masiva de votos para construir el “segundo piso” de un gobierno que, en rubros vitales como salud, educación, seguridad y crecimiento económico, también ha resultado fallido.
El débil andamiaje institucional existente antes de Morena permitía a los ciudadanos defenderse de los abusos; ahora prevalece un gobierno caótico donde los más encumbrados morenistas aprovechan para servirse con la “cuchara grande”. Esto se esperaba desde que importantes personajes como Carlos Urzúa Macías y Porfirio Muñoz Ledo, al no encontrar eco a sus advertencias y consejos, se bajaron del barco. Varios de estos señores han seguido por el camino de la destrucción, insistiendo en que el modelo económico neoliberal terminó, mientras la desigualdad extrema crece y ellos se enriquecen a un nivel de ficción.
En México, hoy impera la ley del más fuerte y “el narco” gobierna más de la mitad del territorio nacional, según datos de Departamento de Seguridad estadounidense; mientras que otras fuentes, como AC Consultores, advierten que el crimen organizado controla el 81 por ciento del territorio, donde 108 millones de mexicanos viven en riesgo potencial de perder la vida, ser secuestrados, desaparecidos o extorsionados.
Sí, en México se vive un infierno; pero en ese infierno, los pobres son los más expuestos al “fuego amigo” de un Estado que no garantiza el mínimo de seguridad, pero que se autoproclama el más “humanista”.
Quien siga creyendo que México se perfila hacia el socialismo debe despertar a la amarga realidad de una economía que se ha neocolonizado o neoliberalizado, se vive un verdadero infierno donde, quienes están dentro o están por ingresar, como escribiera Dante Alighieri, deben perder toda esperanza. La sociedad es cada vez más desigual e insegura y la posibilidad de que esto cambie es remota.
Resulta inaudito que en pleno Siglo XXI se conserven prejuicios sobre las preferencias sexuales humanas.
Smith escribió el libro La riqueza de las naciones, donde afirma que la especialización del trabajo resulta determinante para aprovechar mejor los recursos disponibles, abaratar los productos y competir con mayor eficacia en el mercado.
Para algunos el trabajo significa castigo, para otros representa algo serio, aunque sea momentáneamente; y para los que sólo poseen su fuerza de trabajo, una opción forzada.
En México, los jóvenes pasan más de ocho horas en Internet, aunque la mayoría busque información baladí en las redes sociales.
El capitalismo es el sistema económico dominante en el mundo.
En 1990 se impulsó la educación tecnológica en el país con la creación de decenas de centros educativos especializados.
El estudio arrojó que en una sociedad políticamente polarizada, los individuos o grupos se alinean cada vez más con posiciones ideológicamente consistentes, típicamente liberales o conservadoras
Durante el sexenio de AMLO surgieron 12 nuevos ultrarricos.
Sólo 43 por ciento de los hogares en el país dispone de computadoras.
Este tipo de espacios abonan a la alta desigualdad espacial que se vive en todas las ciudades.
El migrante huye del desempleo, de la ausencia de ingresos fijos, la pobreza, incertidumbre sobre el futuro de su familia y viaja a una tierra ajena donde es visto como un extraño a quien las empresas pueden explotar.
En las últimas seis o siete décadas ha habido una enorme afluencia de la población rural hacia los entornos urbanos.
Las mujeres y niñas también enfrentan obstáculos para acceder a instalaciones y recursos deportivos de calidad.
Existe algo terrible que ningún gobernante puede ocultar: el deterioro económico.
El concepto soberanía o autosuficiencia alimentaria es usado, desde hace muchos años, por funcionarios y políticos que pretenden exhibirse como nacionalistas y hombres preocupados por la salud del pueblo de México.
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA