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Poesía
T. S. Eliot
Poeta, crítico literario y dramaturgo inglés nacido en San Luis, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1888. Premio Nobel de Literatura en 1948 y autor del famoso poema Tierra Baldía.


Poeta, crítico literario y dramaturgo inglés nacido en San Luis, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1888. Premio Nobel de Literatura en 1948 y autor del famoso poema Tierra Baldía, una de las obras más discutidas e importantes de comienzos del Siglo XX. Sus obras de teatro, escritas con verso sin rima, intentaron revivir el drama poético para el público contemporáneo. Hijo de un hombre de negocios y de una poetisa, estudió en las universidades de Harvard, la Sorbona y Oxford; en 1915 se volvió residente en Londres y adquirió la nacionalidad inglesa en 1927. Entre 1915 y 1919 trabajó en varios oficios, incluyendo los de profesor, empleado de banca y subdirector de la revista literaria Egoist

Su primer poema importante fue Canción de amor de J. Alfred Prufrock (1915). En su primer libro de poemas, Prufrock y otras observaciones (1917), empleó imágenes de la vida urbana en un contexto de intensidad poética, los poemas carecen de un patrón regular y la rima aparece ocasionalmente. Durante los años 20 desarrolló opiniones muy decididas sobre temas literarios, religiosos y sociales; su poema en cinco partes, Tierra Baldía (1922), es considerada una obra erudita que expresa la idea de la esterilidad de la sociedad moderna en contraste con las sociedades del pasado. También influyó profundamente en los principios de la crítica literaria escribiendo ensayos sobre los dramaturgos isabelinos, los poetas metafísicos ingleses y el poeta italiano Dante. En su libro El bosque sagrado (1920) sostuvo que el crítico debe poseer un hondo sentido histórico para juzgar la literatura desde una perspectiva rigurosa, y que el poeta debe ser impersonal en el ejercicio creativo de su oficio. Como fundador y director de The Criterionproporcionó un foro para muchos escritores importantes contemporáneos, también director de la editorial Faber and Faber, donde reunió una lista de poetas que representaron el movimiento moderno de la poesía británica. 

Traducción de Laura Di Verso y Jorge Elliott

 

Los hombres huecos 

Un penique para el viejo guy,

somos los hombres huecos,

somos los hombres rellenos

inclinándonos juntos.

Casco lleno de paja. ¡Alas!

Nuestras voces secas, cuando

susurramos juntos,

son quietas y sin sentido,

como viento en hierba seca

o patas de rata sobre cristal roto

en nuestra seca celda.

Figura sin forma, matiz sin color,

fuerza paralizada, gesto sin movimiento.

Aquellos que han cruzado

con ojos directos al otro Reino de la Muerte

nos recuerdan –si acaso– no como perdidas

almas violentas, sino sólo

como los hombres huecos,

los hombres rellenos.

 

             II

Ojos que no me atrevo a encontrar

en el otro reino del sueño de la muerte.

Éstos no aparecen

allí, los ojos son

luz de Sol sobre una columna rota.

Allí está un árbol balanceándose,

y voces están

en el viento cantando.

más distantes y más solemnes

que una estrella desfalleciente.

No me dejen que esté más cerca

en el reino del sueño de la muerte.

Déjenme usar

tan deliberado disfraz,

abrigo de rata, piel de cuervo, tablas cruzadas

en un campo

comportándose como el viento se comporta.

No más cerca,

no ese encuentro final

en el reino del crepúsculo.

 

             III

Ésta es la tierra muerta,

ésta es la tierra de cactus.

Aquí las imágenes de piedra

se levantan, aquí ellas reciben

la suplicación de la mano del muerto

bajo el parpadeo de una estrella desfalleciente.

Y así es.

En el otro reino de la muerte,

levantándonos solos

a la hora en que estamos

temblando con ternura

labios que besarían

de oraciones a piedra rota.

 

             IV

Los ojos no están aquí,

andamos a tientas

y evitamos la palabra.

Reunidos sobre esta playa del río hinchado,

sin mirada, a menos que

los ojos reaparezcan

como la estrella perpetua,

rosa de muchos pétalos,

de reino crepuscular de la muerte.

La esperanza sólo

De hombres vacíos.

 

              V

Aquí vamos alrededor del cactus

Cactus cactus.

Aquí vamos alrededor del cactus

a las cinco de la mañana

entre la idea

y la realidad,

entre el movimiento

y el acto.

Cae la sombra

porque tuyo es el reino,

entre la concepción

y la creación,

entre la emoción

y la respuesta

cae la sombra.

La vida es muy larga

entre el deseo

y el espasmo,

entre la potencia

y la existencia,

entre la esencia

y el descenso.

Cae la sombra

porque tuyo es el reino.

Ésta es la forma en que acaba el Mundo

Ésta es la forma en que acaba el Mundo

Ésta es la forma en que acaba el Mundo

No con un estallido, sino con un murmullo.

Miércoles de ceniza

Porque no abrigo esperanzas de volver otra vez,

porque no abrigo esperanzas

porque no abrigo esperanzas de volver

ansiando el donde, este hombre de este otro sus andanzas

no lucho por llegar hacia esas cosas

(¿Por qué no ha de abrir el halcón sus alas ya andrajosas?)

¿Por qué he de lamentar

el perdido poder del reino usual?

 

Porque no abrigo esperanzas de conocer otra vez

la cierta hora de tan incierta gloria

porque no pienso así

y porque sé que no conoceré

la única veraz potencia transitoria

puesto que he de beber, ahí,

donde florecen los árboles y las vertientes fluyen,

porque otra vez no hay nada.

Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo

y que el lugar es siempre y solamente un lugar

y que lo que es actual lo es sólo en cierto tiempo

y para un solo lugar

me alegro que sean así las cosas

y renuncio a la vez

a la sagrada faz y también a la voz;

entonces, como no me es posible pensar que he de volver

me regocijo al tener que construir alg

 que me proporcione regocijo.

 

Y ruego a Dios que nos tenga misericordia,

ruego que nos haga olvidar

estos asuntos que originan en mí tanta discordia,

ya que los he discutido y me los he explicado demasiado,

porque no abrigo esperanzas de volver otra vez,

que estas palabras respondan

por lo que ya se ha hecho que no se hará otra vez;

y que se nos juzgue con misericordia

porque con estas alas no es posible volar,

son simples abanicos y para abanicar

un aire seco ya y muy reducido

más seco, más reducido que la voluntad

enséñanos a sentir y a prescindir,

danos tranquilidad.

 

Ora por nosotros pecadores ahora

y en la hora de nuestra muerte.

Ora por nosotros por ahora

y en la hora de nuestra muerte.

 


Escrito por Redacción


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