Culminó 2025; el año terminó y el tiempo sigue inexorable. Los humanos diseccionamos el tiempo en diversos eventos de nuestras vidas, fechas conmemorativas y festejos; pero también al llegar el fin de año puede ser una meta personal el recomenzar con el año nuevo. ¡Claro, no pueden faltar el recuento de daños! Y el 2025 ha sido de agobio, terrible para muchos, y mortal para otros. ¡En verdad ha sido un gran logro para las familias terminar con bien en 2025! Valió el festejo de fin de año. Y cuando alcemos la copa para brindar el año que terminó y dar la bienvenida al nuevo que comienza, repasemos rápidamente los acontecimientos que marcaron la agenda nacional.

El comienzo del 2025 se vio enturbiado por la aprobación de la Reforma al Poder Judicial que se concretó en el año con la elección de los jueces. La tal reforma poco abonó a la aceptación del gobierno de la actual Presidenta, pues ésta recibió un país destrozado en lo social y económico, y con las arcas de la nación vacías; una reforma cuestionada por organismos internacionales, además de la oposición al interior. Esto propició la incertidumbre entre los agentes económicos que, lejos de disminuir, aumentó primero por la elección a modo de los jueces y magistrados; y en los meses del segundo semestre del año, por el bajo desempeño y falta de experiencia y conocimientos de los recién electos que, en lugar de cuidar la normatividad y la aplicación de justicia, se comportan como siervos al servicio de los morenistas.

Si bien en lo económico, tal y como lo señala la Presidenta, existen aspectos externos que afectaron gravemente al desarrollo, las cosas no pudieron ser de otra forma, si combinas el duro trato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a los migrantes, la aplicación de aranceles y la categorización de “terroristas” a los narcos mexicanos, y los problemas internos heredados del sexenio anterior: inseguridad, corrupción de connotados morenistas, el capricho en la aplicación de las leyes, entonces, como dice el pueblo: ¡de puro milagro no hemos caído más bajo! Pero, por lo pronto, se ha sembrado el precedente para que sea bastante difícil remontar el vuelo económico en la próxima década.

Por otro lado, la omisión, la irresponsabilidad criminal y la eliminación de fideicomisos han dejado marcado el año trágicamente. La explosión de la pipa de gas sobre la Calzada Zaragoza, en la Ciudad de México, cuyas escenas dantescas dieron la vuelta al mundo, mostraron que la ciudad más poblada también ha sido rebasada por la desatención de los gobiernos local y federal, que 32 personas inocentes que venían o iban a sus trabajos, pagaron con su vida y fallecieron en un infierno. Y se suma la tragedia del ocho, nueve y 10 de octubre por las severas lluvias en Poza Rica y poblaciones aledañas, sobre todo de los estados de Veracruz y Puebla; deslaves y desbordamientos de ríos dejaron cientos de muertos, desparecidos y miles de damnificados cuyas casas, pertenencias y vidas fueron arrastrados por más de seis metros que alcanzaron las aguas.

Nadie avisó de la ferocidad de la tormenta, a nadie evacuaron y literalmente los dejaron morir; y aunque las autoridades de los tres niveles han pagado con creces el costo político, no hay responsables frente a tal negligencia criminal; muy al contrario, priva la insensibilidad para atender a los damnificados. Se agrega a la lista la muerte de activistas sociales, ambientalistas, presidentes municipales y productores agrícolas que fueron asesinados por el crimen organizado mostrando que no hay respeto a la vida, que la política de abrazos a los criminales es un proyectil seguro al corazón del pueblo.

El año termina entre manifestaciones y descontento popular, un caldo de cultivo que debe atenderse a la brevedad, porque de seguir omitiendo y culpar al pasado se allana el camino que no resuelve la magnitud de los problemas nacionales, muy al contrario, sólo muestra la pequeñez de la clase gobernante.