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En medio del debate para reformar al sector salud, se ha dimensionado la falta de médicos en el país. Según el presidente Andrés Manuel López Obrador, México necesita 123,000 médicos generales y 72,000 especialistas para cumplir con la norma internacional y avanzar hacia la cobertura universal de salud. Sin embargo, hasta ahora no ha mencionado cifras sobre la falta de enfermeras y enfermeros.
El personal de enfermería tiene un rol fundamental en la detección y el control de las enfermedades crónicas: el enemigo mundial de la salud pública. De acuerdo con Annette Kennedy , presidenta del Consejo Internacional de Enfermería, estos trabajadores tienen el potencial de brindar cuidados integrales que responden a las necesidades de los pacientes y las comunidades, además de trabajar en equipos multidisciplinarios.
Atul Gawande, en su libro The Checklist Manifesto, dice que las y los enfermeros pueden fiscalizar protocolos al interior de los hospitales para elevar la calidad y seguridad de los tratamientos, así como dar un seguimiento adecuado a pacientes de edad avanzada o con enfermedades terminales.
Hay muy pocas enfermeras en México, en contraste con las mejores prácticas. Tenemos una tasa de 2.9 enfermeras por cada 1000 habitantes. En 2014, Cuba tenía 8. El promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 8.8. La brecha con estos estándares es tan grande, que si nuestro país quisiera alcanzarlos tendría que contratar a más de 730,000 enfermeras adicionales en el sector público. Esto implicaría duplicar la plantilla actual de enfermería en contacto con el paciente.
Es posible hacer un cálculo sencillo con las cifras oficiales para dimensionar este número. Asumamos que uno de los objetivos fuera contratar a estos 730,000 trabajadores. Si se les pagara el salario más bajo del tabulador de la Secretaría de Salud para este puesto, el costo anual sería de más de 180,000 millones de pesos, equivalente al 30% del gasto programable para la función salud de 2019.
El problema no es solo la falta de presupuesto en tiempos de austeridad. Sino también que, entre 2013 y 2017, el número de enfermeras en el sector salud creció a una tasa promedio anual del 4.8%. A este ritmo, México necesitaría 17 años para lograr el objetivo hipotético (bajo el supuesto de que el requerimiento de enfermeras se mantuviera estático).
Al interior del país, el número de enfermeras presenta mayores disparidades que el de médicos con especialidad. El 15% del personal de enfermería se concentra en la Ciudad de México (CDMX), donde la tasa es superior a 6 por cada 1,000 habitantes. Esa tasa es dos veces mayor que la de Colima (el segundo estado con mayor tasa) y tres veces superior a la de las entidades con menor tasa (Michoacán, Puebla y Oaxaca).
Bajo la prioridad que se le quiere dar a la atención primaria, supongamos que uno de los objetivos del Gobierno federal es emparejar la tasa de enfermeras en las entidades, de forma que todos los estados se acercaran a tres por cada 1,000 habitantes (cálculo a partir de las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud para que los países de ingreso medio alto cumplan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible).
En dicho escenario, habría que contratar alrededor de 16,000 enfermeras adicionales y reubicar a otras 33,000. Por ejemplo, lograr que salgan 27,000 enfermeras de la CDMX y enviarlas al Estado de México, Puebla y Veracruz.
Reubicar al personal de salud no es un reto menor. Variables como la inseguridad, el nivel de los salarios y la calidad de vida, entre otras, pueden influir considerablemente. Más aún, la mayoría del personal de enfermería son mujeres y su capacidad para mudarse podría estar limitada por cuestiones personales.
Según la Organización Internacional del Trabajo, la falta de este personal es un fenómeno mundial, el cual ha generado una demanda por trabajadores dispuestos a cuidar enfermos o adultos mayores por una paga escasa o nula, y sin seguridad social. En nuestro país esto puede representar una carga considerable para las familias de bajos recursos, y sobre todo, para las mujeres en quienes recae este rol de forma cultural.
En conclusión, las enfermeras y enfermeros son tan importantes como los médicos. Por ello, es necesario contar con una estrategia para elevar su contratación en el sector público, sobre todo en entidades y municipios con mayores carencias. Asimismo, ante el perfil epidemiológico complejo, se deben fortalecer los planes de estudio, fomentar la especialización y contar con programas de capacitación continua para optimizar sus resultados. Además, es importante aprovechar su perfil cercano a la gente y empoderarlos para tener un sistema de salud más centrado en el paciente. (Artículo de Fátima Masse, coordinadora de Proyectos del IMCO, publicado en Expansión).
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Escrito por Redacción