Sextante
El pensamiento dialéctico en Las brujas de Salem
n su obra teatral, Miller nos dice que “el diablo es una parte necesaria de la cosmología religiosa”.
En su obra teatral, Miller nos dice que “el diablo es una parte necesaria de la cosmología religiosa”; también señala: “El nuestro es un imperio dividido en el que ciertas ideas y emociones y acciones son de Dios y las otras de Lucifer”; “Es tan imposible para la mayoría de los hombres concebir una moralidad sin pecado como una tierra sin ‘cielo’; y “…pero el mundo continúa oprimido entre dos absolutos diametralmente opuestos. El concepto de unidad en el que lo positivo y lo negativo son atributos de la misma fuerza, en el que el bien y el mal son relativos, eternamente cambiantes y siempre unidos al mismo fenómeno…”. Para Arthur Miller, el bien y el mal conforman una unidad y una contradicción dialécticas. Y llevados los dos polos al terreno religioso, le permiten a las clases explotadoras utilizar al representante del mal –al Diablo– como arma para sofocar los intentos de librarse de la opresión; para Miller, el Diablo es un “arma utilizada una y otra vez, en toda época, para obligar a los hombres a someterse a una iglesia o Estado-iglesia”.
En Las brujas de Salem, esa arma es utilizada para someter a toda la población de Salem.
En la película de Hytner, la historia comienza cuando el reverendo Samuel Parris (Bruce Davison), al dar un paseo por un bosque en un anochecer, descubre a un grupo de 11 adolescentes y mujeres jóvenes bailando alrededor de una fogata; al ser descubiertas por el reverendo, las adolescentes y mujeres huyen, adentrándose en el bosque. Una de las participantes en el aquelarre juvenil es su sobrina Abigail –Abby– Williams (Winona Ryder); y en el centro del baile brujeril también se descubre a la esclava Tituba (Charlayne Woodard). Como resultado de las indagaciones, las participantes en el aquelarre manifiestan estar poseídas. Sin embargo, esas mujeres jóvenes y adolescentes fingen ver manifestaciones demoniacas para conmocionar al pueblo y así intentar salvarse de castigos. Una de ellas, Betty Parris (Rachael Bella), hija del reverendo, no sólo está conmocionada por el evento en el que participó, sino que queda profundamente dormida y no hay fuerza capaz de despertarla. A Salem llega el reverendo Hale (Rob Campbell), el cual inicia las investigaciones. Abby y otras “poseídas” comienzan a acusar a varios de los habitantes de Salem de tener pacto con el Diablo. En la perversa mente de Abby prospera el deseo de lograr que Elizabeth Proctor (Joan Allen) también sea juzgada por los mismos cargos. Abby fue amante de John Proctor (Daniel Day Lewis); John, arrepentido de haber traicionado a su esposa, rechaza la insistencia de Abby y no vuelve a relacionarse con ella quien, para lograr su propósito, urde una artimaña para que Elizabeth sea acusada de brujería. Al final de la historia, John Proctor es apresado y juzgado por tener pacto diabólico. El reverendo Hale trata de salvarlo de la horca, aconsejandole que acepte que cometió un grave error. Sin embargo, Proctor rechaza la absolución y prefiere morir antes que ser señalado toda su vida y heredar el desprestigio y la ignominia a sus descendientes. En la horca son ejecutadas 19 personas, víctimas del fanatismo religioso, la venganza y la ambicion de apropiarse de sus tierras y propiedades.
Sí bien existe la contradicción en todos los fenómenos y existe la relatividad de los contrarios (lo que es bueno para alguien, puede ser malo para otro; lo brillante se transforma en opaco y viceversa; lo vivo se transforma en muerto y viceversa, etc.); los imperialistas –y los opresores de todas las épocas– crean “contradicciones” que son artificiosas para justificar sus agresiones, su control hegemónico y sus más caras ambiciones. La persecución de los comunistas y los luchadores sociales fue el invento que le permitió a la burguesía norteamericana realizar su política de represión a la disidencia. A la caída del bloque socialista, el imperialismo inventó nuevos “demonios” para justificar su hegemonía mundial y sus agresiones a países y movimientos revolucionarios; esos nuevos demonios son el “terrorismo”, las “dictaduras”, los países “peligrosos para la “democracia”, la “libertad” y los “valores de Occidente”. Pero la verdadera dictadura y el verdadero terrorismo son los que el imperialismo le ha impuesto a la humanidad.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA