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Opinión
El incremento salarial para 2026
Como siempre, los empresarios andan tras la ganancia; y si consideran que el Tratado les dejará más utilidades, no les importará aumentar un poco el salario mínimo sabiendo que pronto lo recuperarán con creces.


Como un gran logro para los trabajadores fue anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum el incremento al salario mínimo para el año 2026. En la zona libre de la franja norte el salario mensual pasará de 12 mil 771.35 pesos a 13 mil 409.80 pesos, equivalente a un cinco por ciento de aumento, mientras que en el resto del país el incremento será de 13 por ciento que, convertido a pesos, el salario pasará de ocho mil 480.17 pesos a nueve mil 582.47 pesos mensuales. El anuncio fue realizado el pasado tres de diciembre y el incremento entrará en vigor a partir del 1° de enero de 2026. 

En todos los gobiernos es costumbre magnificar sus resultados y la primera presidenta de México no podía ser la excepción, aprovechó el anuncio no sólo para engrandecer el aumento en sí mismo, sino el “gran trabajo”, “los cambios muy profundos” que ha realizado su corriente política, la llamada “Cuarta Transformación”, en cuanto a “la justicia en el mundo del trabajo”; subrayó que de 2018 a la fecha “el salario mínimo se ha incrementado en 154 por ciento”, que “no ha habido inflación” y, para concluir, subrayó que “todos los acuerdos se han tomado por consenso” con los empresarios. 

Con la firme idea de analizar en sus justos términos los incrementos salariales que ha promovido la 4T durante su gobierno, me dirijo a usted, amable lector, para hacer algunas reflexiones al respecto. 

Lo primero que diré es que el Gobierno tiene asesores especializados para que le digan la mejor manera de impactar con las declaraciones que lance a la opinión pública, así me explico que la Presidenta no anuncie el incremento por día, sino el incremento mensual; así se ve más espectacular, pero si ese incremento lo vemos en pesos diarios resulta que ya no lo es tanto y así tenemos que, para la mayor parte del país, el incremento es tan solo de 36 pesos con 24 centavos, al pasar de 278.80 a 315.04 pesos diarios y, para la zona libre de la frontera norte es de 20 pesos con 99 centavos, al pasar de 419.88 a 440.87 pesos diarios. 

Enseguida, debo aclarar que es falso que de 2018 a la fecha no haya existido inflación, la mandataria se equivoca, tan ha habido inflación que de todos esos siete años la inflación acumulada alcanza el 76.83 por ciento, calculada con datos del Inegi y el Banco de México y sumando la predicción de inflación al término de este año en 3.77 por ciento, de tal manera que, sin tomar en cuenta otros factores, si al porcentaje total acumulado durante los siete años de gobierno de la 4T anunciado por Claudia Sheinbaum, que es de 154 por ciento, le restamos el 76.83 por ciento de la inflación, el resultado que nos arroja es que el incremento del salario en estos siete años no es de 154 por ciento, sino tan solo de 77 por ciento, es decir, únicamente la mitad de lo que presume la mandataria. 

Por otra parte, ante la repetida frase en el anuncio de la Presidenta de que todos los acuerdos se han tomado por consenso, surge la duda de por qué los empresarios, siempre reacios a cualquier incremento salarial que disminuya sus ganancias, ahora están tan colaboradores. La respuesta puede ser compleja y seguramente habrá varios factores, pero el principal, desde mi punto de vista, consiste en que los empresarios tienen fuertes intereses en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, por tanto, respaldados por el gobierno morenista, buscan a toda costa que el Tratado se ratifique en el año 2027 para llegar a esa aprobación las pláticas ya iniciaron entre los tres países. 

Sin embargo, una traba muy importante que han puesto tanto el gobierno norteamericano como el gobierno canadiense para aprobar dicho Tratado, ha sido el nivel tan bajo de los salarios en México. Los empresarios norteamericanos y su Gobierno se quejan de que no se compite en un plano de igualdad, que México lleva ventaja en el comercio porque los bajos salarios disminuyen sus costos de producción y, por tanto, se genera una competencia desleal por los empresarios mexicanos contra los “indefensos” empresarios norteamericanos. 

Cabe aclarar que reiteradamente, y desde antes de que llegara la 4T al poder, varios organismos internacionales, entre ellos la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) venían exigiendo al gobierno mexicano que incrementara los salarios; para acatar ese lineamiento, desde febrero de 2016 el gobierno de Enrique Peña Nieto desindexó el salario mínimo para dejar de utilizarlo como unidad de cuenta y reemplazarlo por la Unidad de Medida y Actualización (UMA). Es decir, que el Estado mexicano, que antes estaba en manos del PRI y manejado tras bambalinas por la clase burguesa dominante, ya se preparaba para incrementar de forma más sustancial el salario mínimo general, y el partido Morena, ahora en el poder, simplemente le da continuidad a una política ya diseñada de antemano por quien controla los hilos del Estado mexicano. 

Los incrementos “logrados por consenso” son una necesidad para los empresarios mexicanos y su gobierno y, en las actuales circunstancias, una necesidad urgente porque de otra manera no se ratificará el T-MEC. Como siempre, los empresarios andan tras la ganancia; y si consideran que el Tratado les dejará más utilidades, no les importará aumentar un poco el salario mínimo sabiendo que pronto lo recuperarán con creces. Al gobierno morenista, por su parte, también le conviene el incremento porque le sirve para engañar a los trabajadores haciéndoles creer que eso se debe a que es un “gobierno del pueblo” y que está gobernando en interés de los trabajadores. 

Por otra parte, a todos los trabajadores que tienen o tenían salarios por arriba del mínimo mediante un contrato colectivo de trabajo, el Gobierno no les aplica el mismo porcentaje de incremento, al contrario, les limita sus peticiones de mejoramiento real del salario a través de las autoridades laborales, induciendo y hasta presionando a algunos sindicatos para que se sujeten al porcentaje de la inflación o, cuando mucho, un punto o dos por arriba de la misma. La consecuencia está a la vista: los salarios contractuales se van achicando y cada vez se acercan más en su monto a los salarios mínimos. A ese paso, en unos pocos años más, la mayoría de los trabajadores mexicanos sólo ganaremos el salario mínimo. 

Pero vayamos al fondo del asunto. ¿Esos incrementos al salario mínimo, ese 154 por ciento de aumento, según el gobierno, o 77 por ciento, restándole la inflación acumulada, resuelven el problema de una existencia decorosa para los trabajadores mexicanos? Claro que no. 

Esta afirmación la sostengo con base en las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), quien se encarga del manejo de esos datos. Esta institución dice que en las zonas urbanas el costo de la canasta básica y de bienes y servicios es de cuatro mil 759.91 pesos por persona al mes, si esta cifra la multiplicamos por cuatro integrantes de la familia, que es el promedio que maneja el propio instituto, nos arroja una canasta alimentaria y de bienes y servicios de 19 mil 36 pesos mensuales para las zonas urbanas. Ahora bien, si en 2026 el salario para las zonas urbanas va a ser de nueve mil 582.47 pesos, esa cantidad es apenas el 50 por ciento de lo que necesita una familia para tener lo más indispensable para una vida digna. 

Así que los trabajadores no tienen nada que festejar ni pueden estar jubilosos con el Gobierno, porque el salario que ganarán en 2026, aun con los aumentos, no les alcanzará ni para llevarle lo más indispensable a su familia; y eso lo sabe el Gobierno, pero con las cifras que da y las que oculta pretende engañar una vez más al pueblo en general y a los trabajadores en particular. Además, ese incremento será devorado, una vez más, por la inflación, por los comerciantes insaciables; de modo que si el Gobierno no pone freno a los abusos y si no controla los precios de los productos básicos, los trabajadores quedarán en la misma situación que antes o peor. 

Ante ese panorama, que se repite una y otra vez, a los trabajadores no les queda otro camino más que organizarse y luchar, luchar para que este sistema capitalista les resuelva el problema de su ingreso, que sea un ingreso decoroso a cambio de la fuerza de trabajo que entregan a los patrones por las enormes riquezas que le producen; pero si este sistema económico ya no es capaz de resolverles, será necesario buscar una opción nueva, una sociedad organizada de un modo diferente, donde los trabajadores y sus familias sí puedan vivir dignamente y con decoro.


Escrito por Everardo Lara Covarrubias

Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencias Jurídico-Penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, Consejero Jurídico de la Defensoría Nacional de los Trabajadores y asesor sindical.


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