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Menos presupuesto y más rechazados en las universidades públicas
Hay un problema muy preocupante del sistema educativo mexicano, pero del que poco se habla: el bajo índice de absorción de las escuelas de nivel superior.
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Entre los numerosos problemas que enfrenta el sistema educativo mexicano, existe uno muy preocupante, pero del que poco se habla: el bajo índice de absorción de las escuelas de nivel superior ante los estudiantes egresados de los centros de estudio de nivel medio superior (bachilleratos y vocacionales).

“Voy a hacer el examen el próximo año, porque por lo pronto tengo que trabajar para ayudar a mis papás con los gastos del cantón”, revela Daniel Ortega quien, a sus 22 años, no ha accedido a la universidad debido a que el costo de los exámenes de admisión oscila entre 300 y 500 pesos, y no dispone de ese dinero.

Daniel piensa que en las universidades públicas se privilegia a los estudiantes egresados de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) y de los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT); y que como él estudió en un Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), nunca será aceptado en ellas.

 

 

Al igual que Daniel, millones de jóvenes han sufrido desagradables experiencias al intentar ingresar a universidades públicas o privadas. Éste es el caso de Adrián que, en tres ocasiones, intentó inscribirse en escuelas de educación superior sin lograrlo.

Primero trató de ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), luego a la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y más adelante a una escuela privada; “la neta sí me agüita porque, a la edad que tengo, pienso que no he hecho nada en mi vida”, se lee en un mensaje enviado a buzos.

Graves problemas agobian al país y son parte del debate nacional; en las últimas semanas, el tema de los Libros de Texto Gratuitos (LTG), destinados a los niños que cursan el nivel básico (pre-primario, primario y secundario), acapararon los foros de discusión en torno a la cuestión educativa. Pero poco se habla de otro tema muy preocupante: el hecho de que las escuelas de nivel superior muestran hace tiempo un índice muy bajo de absorción de los egresados del nivel medio superior.

En su Formato 911, La Secretaría de Educación Pública (SEP) reportó que, en el ciclo 2018-2019, el índice de estudiantes que ingresaron al nivel superior fue de 86.2 por ciento; pero también informó que, en el ciclo 2020-2021, las admisiones a las escuelas de nivel superior o universitario bajaron al 76 por ciento.

 

 

La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) también ha observado esta tendencia decreciente que, de acuerdo con datos de la SEP, comenzó a principios de la década anterior; ya que de la tasa de absorción de 98. 2 por ciento en 2011-2012 bajó al 88.3 por ciento en 2017-2018, cuando descendió 9.9 puntos porcentuales.

En la siguiente tabla del Sistema Educativo Nacional, correspondiente al ciclo escolar 2022-2023, se muestra que más de cinco millones de estudiantes egresaron de la preparatoria; pero que únicamente cuatro millones ingresaron a la universidad y casi un millón se quedó fuera.

Los datos presentados se refieren al esquema general –escolarizado– del Sistema Educativo Nacional, además, comprenden los servicios por sostenimiento: público (federal, estatal y autónomo) y privado. Las cifras corresponden a inicio de cursos.

Para el ciclo escolar 2023-2024, únicamente 10.5 por ciento de quienes presentaron examen de admisión lograron ingresar a la UNAM, explicó a buzos Julia Mendoza, integrante del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), quien insistió en denunciar la escasa capacidad de absorción de las instituciones de nivel superior del país.

 

 

Universidades públicas sin presupuesto

Julia Mendoza explicó que este problema se debe a que las escuelas públicas de nivel superior carecen del presupuesto necesario para brindar atención a los estudiantes que desean un lugar en sus aulas; y que este déficit se debe a la falta de interés de las autoridades federales para resolverlo.

“En el sexenio anterior hubo un crecimiento de los institutos tecnológicos y de educación privada, lo que revela que no existe una voluntad real por crear más universidades públicas que tengan el nivel académico que tienen la UNAM o la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

 

“Esto deja un espacio enorme a las instituciones privadas, mismas que aprovechan este mercado año con año y suman en cada ciclo escolar a 600 mil alumnos, pues tienen una tasa de aceptación de casi 80 por ciento. Existen muchos tipos de universidad particular. Hay más accesibles y tienen un mayor compromiso. Es un servicio social muy importante para dar educación de calidad”, aclaró a su vez la presidenta de la Alianza Para la Educación Superior (Alpes), María Luisa Flores.

Al respecto, Julia Mendoza comentó: “Siempre se nos habla de la falta de presupuesto y entendemos que efectivamente hay una falta de presupuesto; pero creemos que el que ya existe no se canaliza correctamente para hacer crecer estas universidades o para crear nuevas que tengan ese mismo nivel académico con el que no cuentan los tecnológicos, por ejemplo”.

El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2015 destinó a la educación y a la ciencia 3.85 por ciento en relación con el Producto Interno Bruto (PIB); pero desde entonces, este gasto público ha disminuido; y en 2023 se redujo a tres por ciento, es decir, perdió 0.85 por ciento; y de cada 100 pesos disponibles, únicamente 16.3 pesos son destinados a la educación superior.

 

 

Este hecho coloca a México como el país con la tasa más baja de educación superior (en personas con edades de 25 a 34 años) de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En 2022, el gasto anual promedio por estudiante de nivel superior fue de siete mil 341 dólares (alrededor de 148 mil pesos); en tanto que el promedio de la OCDE para este mismo nivel, fue de 17 mil 559 dólares (353 mil 700 pesos); y mientras otros países de esta organización destinan 33 por ciento de sus presupuestos de investigación y desarrollo, México solamente le otorga 15 por ciento.

 

Los compromisos de campaña

En 2018, durante su campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que, en materia educativa, tenía la meta de fomentar la educación universal, obligatoria y gratuita, compromiso que a la fecha no se ha cumplido.

Luis Armando González Placencia, secretario general ejecutivo de la ANUIES, estimó que para funcionar adecuadamente, las universidades públicar requieren un presupuesto adicional de 13 mil millones de pesos para ya no cobrar cuotas de inscripción anual, semestral o mensual a los jóvenes; porque de lo contrario provocaría una situación más crítica.

Insistió en que el Gobierno Federal debe recordar que la educación es un derecho constitucional, no un privilegio, y que el mejor medio para lograr que en México haya equidad, inclusión social e interculturalidad crítica es la impartición de educación superior al mayor número posible de mexicanos. Pero esto, destacó, no se logrará si no se incrementa el presupuesto a las universidades públicas.

 

 

La ANUIES reveló que en 2022 únicamente 51 por ciento de los estudiantes que solicitaron ingreso a las escuelas de educación superior, logró su objetivo; es decir, del millón 449 mil 166 que buscaron un lugar en estos centros de estudio, solo 750 mil 769 tuvieron la fortuna de entrar.

“Intenté entrar a la UNAM en tres ocasiones y estuve a punto de desertar, porque vengo de Guerrero y no pasaba el examen. La verdad lo logré gracias a que estuve tres años en la casa para estudiantes de periodismo Hermanos Flores Magón. Ahorita estoy en mi último semestre en la Facultad de Contaduría; pero si no hubiera tenido las oportunidades que me brindó la casa, probablemente aún no estaría estudiando…tuve suerte de encontrarme esa casa, la neta”, agregó un estudiante entrevistado.

Asociaciones como la MAES proponen incrementar el presupuesto a las escuelas de educación superior, la creación de más universidades públicas y la cancelación de los exámenes de admisión porque, a decir de Mendoza, se trata de un trámite burocrático con el que no se busca evaluar los conocimientos de los estudiantes, sino controlar la matrícula.

 

 

“De hecho, en cada examen meten preguntas piloto para que pueda seguir funcionando de esta manera… y, bueno, además hay preguntas que hemos analizado que realmente no tienen una relevancia para determinar si el alumno es capaz o no de estudiar una licenciatura. En el análisis de los resultados de estos exámenes podemos encontrar sesgos de clase social, incluso de género. Por ejemplo, en un estudio socioeconómico incluido en el examen de admisión de la UNAM resultó que los que más lograron entrar a la universidad fueron regularmente hijos o hijas de padres que tienen la licenciatura o más estudios, no así las personas cuyos padres tienen pocos estudios o salarios inferiores.

“Un logro muy importante de una de las mesas de diálogo, me parece que fue en 2015, es que las autoridades de todas estas universidades (UNAM, UAM, IPN, UACM, Universidad Rosario Castellanos, UAEM Y UPN) firmaran el acuerdo diciendo que el examen es realmente un filtro y no sirve para medir el conocimiento”, concluyó Julia Mendoza.


Escrito por Fernando Landeros .

Periodista


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