editorial
La posibilidad de una invasión gringa
De la posibilidad de una invasión yanqui a México no tenemos que hablar mucho para convencer a nuestros lectores.
De la posibilidad de una invasión yanqui a México no tenemos que hablar mucho para convencer a nuestros lectores; sobre eso habla nuestra historia patria que, por cierto, en otro tiempo era obligatorio conocer desde la escuela primaria, saber de la invasión que afrontaron heroicamente los Niños Héroes de Chapultepec, la invasión de Texas, las artimañas para consumar su anexión, el despojo a México de más de la mitad de su territorio usando la fuerza militar, la traición y la mentira. Hay que recordar esos capítulos de nuestra historia, que antes formaban la conciencia nacionalista de todos los mexicanos.
La historia mundial más reciente también habla de esa posibilidad; porque en el Siglo XX, e incluso en el que corre, no son raras las invasiones yanquis: Vietnam, Irak, Afganistán y Panamá son algunos claros ejemplos del carácter invasor del gobierno estadounidense; y no hablemos del intervencionismo y el injerencismo de ese gobierno que, abusando de su poderío militar y económico, se entromete en los asuntos internos de países de todo el planeta. El gobierno yanqui se ha autodesignado gendarme del mundo, aunque la mayor parte del mundo lo repudie.
El “recordatorio” anterior viene a colación porque nuestro Reporte Especial se refiere esta semana al intervencionismo y a la guerra contra las drogas que libra el gobierno estadounidense desde hace muchos años, guerra que se ha intensificado en los últimos tiempos, porque la población estadounidense es víctima de la adicción al consumo de estupefacientes, especialmente las generaciones más jóvenes.
Este problema tiene sus más profundas causas en las características intrínsecas del régimen capitalista gringo en su fase imperialista; pero el gobierno yanqui no busca las causas de esta epidemia de drogadicción en su propio país, sino que atribuye la proclividad de su juventud a las drogas a grupos criminales de otras partes del mundo; hoy culpa principalmente a México, aunque antes lo ha hecho con otras naciones como Colombia, Venezuela y la República Popular China.
Se sabe que el tráfico de drogas es un negocio que deja muchos ingresos a los gobiernos imperialistas, así como el tráfico de armas de alto poder; tal vez por esta razón el gobierno yanqui no lo combate en su propio país y a su presidente Donald Trump se le hace más fácil acusar al gobierno mexicano de ser incapaz de acabar con el narcotráfico. Éste parece ser el mejor pretexto que tiene para su posible invasión.
No combate a los cárteles estadounidenses de la droga ni a las organizaciones criminales y traficantes en Estados Unidos; no busca destruir los laboratorios donde se procesan sustancias ilícitas en su propio territorio, sino en otros países y hoy tiene puesta la mira en México.
Esta actitud de culpar a otros de sus propios y más íntimos problemas suena a coartada para llevar a cabo una invasión militar. ¿Podrá servir de pretexto su combate a las organizaciones terroristas para invadir a un país como México? La historia dice que sí. La acusación de poseer terribles armas sirvió al gobierno estadounidense para bombardear, masacrar civiles y ocupar Irak, ahorcando a un gobernante amado por su pueblo e imponiendo a un títere. Nunca se encontraron esas terribles armas, pero Estados Unidos eliminó a un gobierno que no le obedecía ciegamente y era contrario a su política. Algo parecido ocurrió en Libia y ahora se acusa a China de introducir fentanilo en el territorio yanqui; no la han invadido porque no es un bocado tan fácil; preparan, eso sí parece evidente, el terreno para invadir a México. Su combate a las drogas les ha permitido, mientras tanto, establecer convenios y firmar acuerdos con el gobierno mexicano desde hace 50 años.
Medios de comunicación estadounidenses y algunos personajes de muy alto nivel revelan estas intenciones tan peligrosas para México, aunque el gobierno de nuestro país descarte esta posibilidad confiando en sus “buenas” relaciones diplomáticas con el vecino.
Escrito por Redacción