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Hace más de 10 años, don Mario acondicionó una tienda de abarrotes al interior de su pequeño departamento en una unidad habitacional de Iztapalapa, en la Ciudad de México (CDMX); aunque “hace muchos años trabajé en el gobierno”, debió sumarse por necesidad al comercio informal.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha reportado que una de cada dos personas que trabajan en México lo hace bajo algún esquema informal, ya sea realizando un oficio, (plomería, albañilería, etc.), como repartidor, freelance o montando un negocio propio, como una “tiendita”.
Las “tienditas” representan realmente un pilar para el capitalismo comercial y “una válvula de escape” ante la falta de empleo. Es el caso de don Mario, quien con su local logró sacar a su familia adelante; pero sabe que esto requiere mucho esfuerzo y que en la informalidad también se impone la competencia. “Muchos la intentan, pero si no te mueves, no la haces”, sentenció.
Según el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) del Inegi, hasta noviembre de 2022 se contabilizaron 604 mil 391 establecimientos en la actividad económica conocida como comercio al por menor en tiendas de abarrotes, ultramarinos y misceláneas en México.
En la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2025, del Inegi, se observa que, en términos absolutos, entre enero y mayo se han eliminado 461 mil empleos formales y 1.1 millones de trabajadores se han sumado a la informalidad, lo que limita el acceso efectivo a derechos laborales fundamentales, como prestaciones y seguridad social.
Entonces, cómo no montar un negocio propio, si según datos de la ENOE, durante el primer semestre de 2025, la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 60.2 millones de personas, un incremento anual de 1.2 millones de ciudadanos; pero se estima que 44.2 millones de mexicanos viven en una situación donde los ingresos resultan insuficientes para la obtención de la canasta básica para todos sus integrantes. En términos porcentuales, significa que el 73.4 por ciento de la PEA no puede costear ni siquiera una alimentación balanceada; por eso el trabajador promedio migra a la informalidad para costearse vivienda, salud, educación, etc.
¿Cómo resuelve los gastos médicos?, pregunté a una joven madre, Diana Quintana, quien desde hace mucho tiempo trabaja en el comercio informal en la CDMX y que amablemente aceptó ser entrevistada para este semanario.
“Pues a veces, le pido a mi mamá; pero la última vez que se me enfermó mi hija de seis años y no se curaba, y como le recetaron unos medicamentos que eran muy caros… de hecho, ahorita tengo el mango, pero hace poquito tenía mi botana, sólo que me la decomisaron y se me complicó todo; porque debía comprar el medicamento y ya no pude conseguir mercancía: era comprar una o la otra y compré el medicamento; y ahora opté por comprar el mango, porque me sale más barato (…) compramos el mango en la Central de Abastos, porque tratamos de comprar más barato y sale de buena calidad”, informó Diana.
No solamente eso, el pequeño comerciante se enfrenta con más problemas: adapta el puesto, lo coloca él mismo, “paga piso” a diferentes instancias gubernamentales y no gubernamentales. Tan solo para guardar su pequeño “puestito” en un estacionamiento cercano, Diana debe pagar mil pesos mensuales. Por si fuera poco, en muchos casos, los pequeños comerciantes venden productos provenientes de la gran industria, lo que reduce significativamente sus ganancias, que representan sólo una parte porcentual de la mercancía adquirida.
“Los días buenos nos llevamos hasta mil pesos, pero es un decir, porque de ahí se debe sacar para invertir, más el ‛cobro de piso’ de la alcaldía y de la policía, a las que también debemos pagarles y ya no nos queda mucho, ya nada más como que el dinero se redondea”, narra la comerciante con risa de consuelo y agrega:
“Aquí son 80 pesos diarios para la organización civil; para la alcaldía son 70 pesos diarios; y cuando hacen el cambio de administración, te desalojan: nosotros porque no estamos fijos, pero estar fijo significa mayor cobro de piso. Se compran las plazas; son dos mil pesos de cuota para que estés fijo y 10 mil de entrada, pero es mucho dinero y no nos alcanza; luego, en diciembre, la renta se cobra por metro cuadrado, etc. Ahorita porque son tiempos de lluvias, pero en diciembre sube la renta”, revela Diana, habitante de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Al capitalista, la situación de los trabajadores informales no le importa; pero está interesado en que existan porque esto significa mayores puntos de venta sin que él invierta un solo peso.
“En el sector formal observamos tasas de crecimiento prácticamente nulas. Vemos con mayor claridad la menor generación de empleos formales y mayor población ocupada en el sector informal cuando la economía no está creciendo como nos gustaría”, refiere Guillermina Rodríguez, directora de Estudios Económicos de Banamex; esto supone que la informalidad laboral está aumentando, sector en el que, hasta mayo de este año, se registraron 33 millones de personas: más de la mitad de la PEA (54.8 por ciento).
El Estado y las empresas no se responsabilizan de lo que deberían: garantizar el bienestar del trabajador fuera y dentro de la empresa; porque el capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero por un menor costo y sin responsabilidad social. De esas ganancias que el trabajador informal percibe, paga sus gastos médicos (y de su familia), vivienda, educación, alimentación, etc.; y si un día pierde el empleo informal, ni el capitalista o el gobierno se encargará de algún gasto. Entendido así, “informal” se parece mucho a “ilegal”; y estando fuera de la “ley”, esa población se encuentra en completo desamparo.
La referencia o necesidad del autoempleo refleja un entorno económico donde las oportunidades de empleo formal resultan insuficientes o inaccesibles. Esto afecta a personas jóvenes, mujeres y sectores con menor nivel educativo.
“Mi mamá siempre se dedicó al comercio y nosotros también, desde pequeños, a vender. Estudiábamos, pero a veces le ayudábamos a mi mamá y nos salíamos a vender mazapanes; empecé a crecer y limpiaba parabrisas y así; pues ya de ahí se agarró la herencia”, relató Diana, quien además nos contó que siempre fue buena en la escuela: “de hecho, la lectura siempre me ha gustado; y en la primaria siempre me ponían a mí a leer; ahora volver a la escuela se me complica porque como me dejó el papá de mi hija y como no me da nada, corro con todos los gastos; y ya no puedo estudiar porque es perder días de trabajo”. Hasta qué grado estudió –le pregunté–; “Hasta primero de secundaria”.
Durante el primer trimestre de 2025, únicamente 6.1 millones de personas (10.4 por ciento del total) trabajaron en el sector primario (agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, cultivo de cosechas y cría de animales); 14.6 millones (24.7 por ciento) en el secundario o industrial (la manufacturera, construcción, el suministro de electricidad, gas y agua, la explotación de minas y canteras, entre otras manufacturas) y más de la mitad, 37.9 millones (64.3 por ciento), en el terciario (servicios, comercio al por mayor y al por menor, transporte, servicios de la administración pública, etc.).
Más significativo resulta el comercio, perteneciente al sector terciario, que agrupa a casi una quinta parte de toda la población ocupada (19.7 por ciento) registrando un aumento anual de 204 mil personas, y precisamente con el incremento más grande de todas las ramas de la economía nacional.
En contraste, la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca mostraron una baja de 228 mil personas. Esto significa que la economía mexicana está sostenida por el capital comercial, y no por el capital productivo; y a su vez, que los mexicanos nos limitamos a “mover” lo producido por el gran capital nacional y extranjero, especialmente el de Estados Unidos (EE. UU.), nuestro mayor socio comercial, según los datos del gobierno.
El doctor en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Óscar Rojas, aclaró para buzos que la crisis mundial actual es de carácter productivo, es decir, EE. UU. se ha visto superado por China “y China no logró imponerse únicamente comerciando cosas, sino por su capacidad de producción”; y advierte: “México tiene que diversificarse para sobrevivir; y eso implica que debe tener una matriz productiva diferente”. Esto se demostró durante la crisis comercial provocada por la pandemia de Covid-19, cuando “China le dio una zarandeada al mercado estadounidense”.
El especialista cree que el Plan México, anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo puede funcionar, pero bajo ciertas condiciones; por ejemplo, “entraremos por el lado productivo, es decir, tendremos una nueva matriz productiva y se tienen que cumplir cuatro condiciones, desde mi opinión, para que no seamos arrastrados a esa crisis: soberanía energética, alimentaria, financiera y tecnológica; ésta es la única forma en que, si se hunde el barco, podemos tener el mecanismo para salvarlo”, advirtió Rojas.
Sin duda, la soberanía nacional de cualquier región depende de su solvencia productiva; y el Estado mexicano todavía es incapaz de producir siquiera sus propios alimentos
El Departamento de Comercio de EE. UU. reveló que, en 2022, México le compró maíz, con un gasto de cuatro mil 987 millones de dólares; soya (tres mil 640 millones); carne de cerdo (mil 736 millones); trigo (mil 590 millones) así como leche y crema concentrada (mil 397 millones), batiendo con esto el récord en importaciones agroalimentarias. Pero no sólo eso, según datos oficiales recopilados por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, lo más exportado por México en la actualidad son bebidas alcohólicas (cerveza y tequila), así como aguacate, tomate y frutos rojos.
Además, aunque el año pasado las exportaciones superaron a las importaciones en términos monetarios, el balance no cambia, porque México no podría alimentar a su población con cerveza y tequila, por mucho que estos productos tengan elevada demanda en el mercado extranjero.
“En EE. UU. domina el capital financiero (Wall Street); en China, el capital productivo; y en México ahora está dominando el capital comercial; es decir, somos dependientes de nuestras relaciones comerciales porque nosotros, hasta ahora, nada más ensamblábamos o producíamos cosas de poco valor (como el tequila) para la exportación; es decir, nuestro mercado no estaba adentro, sino afuera; por eso es verdad que todos estos movimientos arancelarios pueden darnos un golpe muy serio” –refiriéndose a los vuelcos arancelarios que Donald Trump ha asestado últimamente sobre México– tras los conflictos bélicos y políticos que sostiene contra el gigante asiático, China.
El Inegi mismo revela que si únicamente se considera el ámbito no agropecuario –formado por 49.1 millones de personas–, en el primer trimestre del año, 23.8 millones de personas (48.5 por ciento) estaban ocupadas en micronegocios; nueve millones (18.4 por ciento), en establecimientos pequeños; y apenas seis millones (12.2 por ciento), en grandes negocios. Esto significa que casi la mitad de la gente que trabaja en México lo hace en algún micronegocio, entre ellos “la tiendita de la esquina”.
En este fenómeno se inscriben también las principales cadenas comerciales en México, entre las que destacan Walmart y Fomento Económico Mexicano S.A.B. de C.V. (FEMSA) –empresa mexicana dedicada a la producción y distribución de bebidas–, a través de su división embotelladora CocaCola y a la operación de tiendas de conveniencia, mediante su filial OXXO; además de participar directamente en otras empresas como la cervecera Heineken y la embotelladora y distribuidora de cerveza Grupo Modelo.
El ranking de las Empresas Más Grandes de México, elaborado este año por Expansión, sitúa a Walmart de México y Centroamérica en el puesto número dos, con ingresos netos de 958 mil 500 millones de pesos (mdp), sólo por debajo de Petróleos Mexicanos (Pemex), mientras que FEMSA se encuentra en cuarto lugar, por debajo de América Móvil.
Si lo revisamos por utilidades netas, Walmart queda en cuarto lugar, con 53 mil 800 mdp; y FEMSA en sexto lugar, con 40 mil 200 mdp. Ahora bien, respecto a cuál de estas empresas emplea a más personas, FEMSA, Walmart y FEMSA Comercio se colocan en los primeros tres puestos del ranking; y en esta lista se cuelan CocaCola FEMSA y organización Soriana
No es una casualidad que, de 2015 a 2023, las tiendas de conveniencia, como OXXO, Seven Eleven, etc., hayan aumentado en 44 por ciento sus sucursales; y que las bodegas exprés duplicaran su tamaño. Tampoco es eventual que, en el primer trimestre de este año, FEMSA reportara crecimientos en sus ingresos totales por 11.1 y 4.9 por ciento de la utilidad en operaciones al mismo periodo de 2024. Este desempeño está relacionado directamente con el crecimiento en todas las unidades de negocios.
Ahora pondremos un ejemplo plástico sobre el funcionamiento de las tienditas; digamos que éstas presentan la misma función que Walmart, pero en menor escala. Se trata de un mostrador pequeño que el ciudadano renta con su propio dinero para que los capitalistas anuncien y vendan la mercancía producida sin control.
En la Expo Tendero 2025, efectuada los días 28 y 29 de enero, titulada “El punto de encuentro para el cambio” se vertieron datos importantes sobre el papel que juegan estas microempresas en la economía mexicana. Tales micronegocios forman una red de más de un millón 68 mil puntos de venta en el país y generan alrededor de cuatro millones de empleos. Más de 40 por ciento de las ventas de abarrotes en México pasa por las misceláneas y algunas categorías esenciales como leche, frituras y cerveza pueden superar el 80 por ciento de las ventas.
Por si fuera poco, en 2024, el Banco de México (BM) emitió un documento en el que se detalla que los hogares de México destinan 37 por ciento de su gasto a la compra de abarrotes y alimentos.
“Aquí, lo que más se vende… pues yo creo que es el refresco, la CocaCola, el pan, las frituras; creo que es lo que más se vende; no sé, a veces varía, depende de lo que la gente quiera” … dice el señor Mario.
Según el DENUE del Inegi, en 2023 se localizaron 605 mil tiendas de abarrotes registradas oficialmente a lo largo de la República Mexicana; esto significa que existe una tiendita a 450 metros de cada hogar. Claramente, la mayor cantidad de “tienditas de la esquina” se encuentra en las grandes urbes como la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara; pero en cada rincón del país existen pequeños establecimientos de abarrotes.
Una investigación del profesor Mauro Rodríguez Marín, realizada en la Escuela de Negocios Tecnológico de Monterrey, concluyó que las misceláneas son fundamentales para la economía local, porque representan casi el 30 por ciento de los establecimientos comerciales en el país.
Lo cierto es que “en las estanterías está en juego todo el capital productivo. En la estantería observamos que hay una imposición del mercado, es decir, ciertas empresas logran controlar todo el mercado y logran posicionar sus productos ahí, y se constituye una forma de consumo particular; vemos reflejado el tipo de producción de esos bienes (como los sellos en el empaque); hay una relación íntima entre la producción y el consumo”. Debe haber una organización colectiva para trastocar y disputar los mercados de las estanterías, propuso Rojas.
La propuesta de los especialistas y de este medio es clara. El Estado debe generar las condiciones productivas que compitan contra los productos de las grandes empresas privadas para que el destino del trabajador “no sea sólo el trabajo asalariado, sino que disponga del autoempleo y de otras formas de ganarse la vida”, concluyó Rojas. Para ello, el comerciante debe unirse a la lucha del proletariado, a la exigencia de empleos bien remunerados para todos y por ende a la exigencia del desarrollo del capital productivo en México.
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Escrito por Fernando Landeros
Periodista