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China lidera la nueva geopolítica del siglo XXI
El sistema chino, inédito en el mundo, llevó al gigante asiático a crecer en 30 años de forma continua y declarar hace meses el fin de la pobreza extrema, mientras se perfila a la siguiente meta: construir una sociedad medianamente próspera.
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Hace 72 años, Mao Zedong proclamó la República Popular China en la Plaza Tiananmen. Ese 1° de octubre de 1949, al izar la bandera, denominó comunista al nuevo Estado. Hoy, el perfil de ese país es muy atractivo: segunda economía global y gobierno hábil diplomático e impulsor de la mayor red de infraestructura e inversión del planeta. Cuando el Covid-19 exhibió las flaquezas del capitalismo, el Partido Comunista de China (PCCh) y la presidencia de Xi Jinping frenaron los brotes y auxiliaron al mundo con millones de vacunas y equipos. Ése es el legado de un modelo político-económico congruente y exitoso que las potencias y México deben asimilar en beneficio de sus ciudadanos.

El amanecer del Siglo XX atestiguó tres revoluciones trascendentes: la mexicana (1910), la rusa (1917) y la china (1921-1949), cuyos efectos regionales y globales aún persisten. Hace 100 años, la fundación del PCCh fue un hito en el largo proceso de invasiones y crisis que una sociedad de mayoría rural, con atraso educativo y económico había encarado.

A 72 años de su entrada en la escena global bajo condiciones muy complejas, el Estado chino logró desplegar todas sus capacidades económicas, sanitarias, diplomáticas y cooperativas en el mundo y ahora todos los caminos de todos los continentes parten y salen de Beijing.

La estratégica confianza y perspectiva a futuro del PCCh, el mayor partido del mundo, impulsó y consumó la edificación de una sociedad socialista con un modelo sociopolítico propio: socialista con características chinas donde el pueblo es dueño de todo bajo su liderazgo.

El PCCh es el núcleo de una ecuación geopolítica incandescente y China emerge como superpotencia, mientras el “declinante hegemón está paralizado por el desafío existencial de su fugaz y unilateral dominio”, revela el artículo El milagro chino revisitado, de la Red de Geografía Económica.

Este sistema, inédito en el mundo, llevó a China a crecer en 30 años de forma continua y declarar hace meses el fin de la pobreza extrema, mientras se perfila a la siguiente meta: construir una sociedad medianamente próspera. Consumar tal objetivo, en medio de la grave secuela ocasionada por la pandemia de Covid-19, llamó la atención del diario británico The Economist, que en marzo de 2020 preguntó en su portada si el mundo estaba ante el “Chernobyl chino”, y nueve meses después afirmó que China ganaba en el terreno geopolítico.

 

Centro geopolítico

Debido a esos logros, impensables en Occidente, el reciente informe de tendencias globales del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) de Estados Unidos (EE. UU.), afirma que el escenario global emergente constata el fin de una era dominada por este país y que cualquier intento suyo por imponer orden fracasaría.

Otros centros de análisis observan que, en la competencia por el poder e influencia global, ya no importa ser el “líder del mundo libre”, categoría que ideó Occidente, porque hoy, el centro geopolítico está en Asia y ligado al crecimiento de China. Aseguran que en ese contexto hay un país en particular (China) y un continente en general (Asia), listos para remplazar a los que salen de escena.

 

Pánico occidental por el yuan digital

Este verano creció la expectación mundial porque China puso en operación su moneda electrónica en Beijing y otras varias que, además, pueden usarse en comercios extranjeros. Basta con descargar la aplicación en un dispositivo y los comerciantes no pagan comisión por las transacciones.

Si no se presentan problemas, el uso de dinero en efectivo se reducirá en al menos 40 por ciento en la próxima década y, por supuesto, desplomaría al dólar estadounidense como moneda de uso de las grandes economías, advierten expertos de la Universidad de Tsinghua de Beijing.

Mientras expertos occidentales en finanzas plantean una “revolución mundial del comercioˮ, semejante al invento del papel moneda, también nacido en China, otros analistas consultados por la prensa corporativa advierten: “Puede ser una amenaza para el dólar y las criptomonedasˮ.

El yuan digital, al contrario de otras criptomonedas, tiene el respaldo del Banco Popular de China. En cuanto entró en circulación en Beijing y otras grandes urbes, el país se situó en el predominio de las divisas virtuales.

Esa alternativa china hace realidad la propuesta que hizo, hace años, el presidente ruso Vladimir Putin a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, naciones con economías emergentes) de crear una moneda común como forma de pago.

 

El poder geoeconómico tiende a convertirse en poder geopolítico; y en el caso del país asiático, la política de “reforma y apertura” que inició Deng Xiaoping en 1978 llevó a su ascenso como potencia geoeconómica, reconoce el experto en Asia oriental Seán Golden. No obstante, los geopolitólogos advierten: EE. UU. sigue siendo la primera potencia mundial y sus acciones impactan globalmente; pero su hegemonía y el rol de Occidente como centro de poder pueden tener los días contados, igual que ocurrió con las superpotencias históricas.

 

Aprendizaje y voluntad

El sistema de gobierno chino ha sido capaz de diseñar y poner en práctica estrategias geoeconómicas extremadamente complejas, comparadas con las cíclicas disputas y estancamientos de las llamadas “democracias liberales occidentales”, incapaces de planear para la siguiente década.

La evidencia está ahí. Pese a la pandemia, en 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) chino fue de 12 mil 901 dólares, contra 18 mil 292 de EE. UU. De ahí que el Centro de Investigación Económica y de Negocios (CIEN) del Reino Unido anticipó que, en 2028, China desbancará a EE. UU. como la mayor economía del planeta con un crecimiento promedio del 5.7 por ciento entre 2021 y 2025.

Como referencia baste recordar que, desde 1949, el tamaño de la economía china se incrementó 189 veces. En los pasados 20 años, el PIB creció 11 veces y ningún país occidental tuvo ese avance. En el fondo está la fórmula de Deng Xiaoping de “buscar la verdad en los hechos, no con dogmas, sean de Occidente o de Oriente”, a lo que Occidente denomina “milagro chino”.

Las claves del inédito modelo híbrido de socialismo con características chinas, que inspiran los planes quinquenales del PCCh se basan en aprender los errores de planeación. En las siglas EMRRT (específico, medible, realizable, relevante y de tiempo limitado, SMART, en inglés) se halla la guía para proyectar las acciones de China más allá de 2050.

Con esos parámetros, el liderazgo chino mostró más capacidad en el control del virus y la mitigación de sus efectos en 18 meses. Tal eficiencia coincidió con los cambios en la perspectiva geopolítica de los últimos años, como el auge de países asiáticos en general y de China en particular, explica Carlos Alberto Patiño.

En la pandemia, China mantuvo la cohesión social, la operación de su actividad económica y lideró una revolución biomédica-tecnológica contra un patógeno letal. Sus trabajadores fueron pioneros en restablecer las cadenas de suministros en todos los sectores industriales y de servicio. Con tal proeza adquirió nueva fuerza en el orden geopolítico actual.

 

Ruta y Faja

Hace años que el PCCh ideó el más ambicioso proyecto geopolítico de la historia contemporánea: el atractivo plan de negocios, infraestructura, inversión y comercio concentrado en las Iniciativas de la Nueva Ruta de la Seda y la Faja Marítima del Siglo XXI (BRI). El trasfondo político del PCCh y su visión estratégica se basa en construir un eje euroasiático con China, Rusia, Japón e India, que son centros energéticos y tecnológicos (basados en la innovación y hallazgos científicos) que avanzan hacia un mundo multipolar.

Las oportunidades empresariales que ambas iniciativas brindan a otras economías del planeta permitirán crecer a China en las próximas dos y cuatro décadas, pues activarán la producción y demanda en un mundo amenazado por la recesión. La iniciativa BRI remodela la geopolítica al traer de nuevo a Eurasia a su sitio histórico: al centro de la civilización humana, según el profesor de la Universidad Renmin, Wang Yiwei. Afirmar el comercio de China a través de Asia Central, Europa central y África es un plan magistral.

 

La otra larga marcha

2021. Se lanzó el 14º Plan Quinquenal 2021-2025 para el Desarrollo Nacional Económico y Social y los Objetivos a Largo Plazo para el 2035, que define objetivos a 15 años: modernización de la economía, crecimiento del PIB per capita, reducir disparidad de desarrollo urbano y rural, asumir el liderazgo global en innovación y avanzar en sostenibilidad medioambiental. Se invirtieron mil 550 mdd en mil pequeñas y medianas empresas (Pymes) con gran potencial innovador y productos de gran calidad que favorecen la cadena de valor industrial, anunció el ministro de Finanzas, Liu Kun.

25 enero. En el Foro Económico Mundial, Xi Jinping pidió a EE. UU. utilizar un enfoque multilateral para resolver los retos globales, buscando cooperación, apertura e inclusión y “rechazando los juegos suma-ceroˮ. La inversión en educación, salud y tecnología permitió a la República Popular China administrar hasta 19 millones de vacunas al día contra el Covid-19; y en septiembre superó los dos mil 150 millones de dosis, informó la Comisión Nacional de Salud.

 

Este 2021, Beijing consolidó el tratado de libre comercio más extenso de Asia con la Asociación Económica Integral Regional (AEIR), que además golpeó el corazón del plan comercial de EE. UU. para la región. Tan seductoras son la Ruta y la Faja que la Escuela de Negocios de Londres las consideró oportunidades muy atractivas. A su vez, el presidente del 48 Group Club, Stephen Perry, admitió: “El crecimiento seguirá viniendo de China en los próximos 20, 30 o tal vez 40 años”.

Y mientras los Estados árabes fortalecen sus vínculos con ese país, el presidente de Kmind Consulting, Xie Weishan, explicó que China mantiene la máxima: “Para vencer en la feroz competencia comercial internacional, el mejor enfoque es ganar sin luchar”. Y así lo hace en países de América Latina y el Caribe, a los que el Foro Económico Mundial (FEM) considera “las nuevas fronteras de China” y al estimar que el comercio mutuo superará los 700 mil millones de dólares (mdd) en 2035, más del doble del año pasado.

Pese al T-MEC, el comercio exterior de México con China se incrementó, pero aún lejos del 40 por ciento que tiene con Perú, Brasil y Chile. No obstante, en ocho meses de este año, el comercio bilateral creció 23.7 por ciento. Pese a la inquietud que genera en las cúpulas político-económicas de EE. UU., aumentó el interés de Beijing por fortalecer sus lazos de todo tipo con México.

En Centroamérica, China desbancó a Taiwán, que fue la potencia asiática dominante por más de 60 años hasta que, en 2007, Costa Rica reconoció a China y vino una serie de adhesiones. El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, confió en que esa iniciativa contribuya a reconstruir su país, por la relevancia y conectividad mundial que su canal brinda al mundo. En EE. UU. hay voces favorables. El Centro de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia y Alex Crow, líder de PricewaterhouseCoopers, celebran que se estimulen los vínculos de persona a persona y que no se limiten al desarrollo de la infraestructura.

 

Repliegue en EE. UU.

Sin embargo, el audaz giro que se produce en Eurasia socava la estrategia estadounidense de dominio sobre el mundo, que solo fue posible por su poder militar, económico y cultural. Hoy, China conduce con inteligencia su poder blando; Washington ya no está solo y debe negociar para lograr sus intereses, de modo que la tensión será cotidiana, apunta Alfred W. McCoy.

Aunque Joseph Robinette Biden sabe que necesita la cooperación de China en asuntos globales, optó por mantener la misma hostilidad hacia Beijing que Donald Trump. Por ello, el presidente Xi Jinping llamó a EE. UU. a “corregir anteriores actos erróneos”, respetar los intereses básicos de su país y “no esperar que China coopere mientras se la mantiene como adversario”, citó Global Times.

El trasfondo del reclamo son las tensiones geopolíticas globales y regionales que se han intensificado con la pandemia hasta este año. Destacan la complejidad del tablero geopolítico de Asia en general y China en particular, debido a los choques en el Mar Meridional de China y el golpe militar de enero del general Min Aung Hlaing en Myanmar.

Ahí Beijing construye el Corredor, una gran red de infraestructuras (carreteras, ferroviarias, puertos y nuevas ciudades) que conecta la ciudad china de Yunnan y el estado de Rakhine, en la costa oeste de Myanmar, con salida al mar Índico. El proyecto requiere estabilidad, por lo que días después del golpe (el 11 de enero) viajó a Myanmar el canciller chino, Wang Yi; pactó varios acuerdos, entre ellos uno para estudiar la factibilidad del ferrocarril Kyaykphyu-Mandalay, del Corredor.

Pese a ello, Washington persiste en obstaculizar los avances de China. Apenas el 13 de septiembre, en su discurso ante el Consejo de Negocios de EE. UU., el embajador chino Qin Gang, pidió a la Casa Blanca crear las condiciones para aplicar la Fase Uno del acuerdo bilateral; y que como muestra de sinceridad, lo hiciera pese a la pandemia.

Ese mismo día, 170 académicos de la Universidad de Stanford instaron a su gobierno, a través del Fiscal General Merrick Garland, a interrumpir al polémico programa –lanzado a fines de 2018– para desprestigiar al país asiático y fomentar la “sinofobia”. Se trata de la llamada “iniciativa china”, que crea un criterio racial que daña la capacidad de EE. UU. para atraer talento e innovar ciencia y tecnología, denunciaron los profesores, además de crear un clima hostil para el intercambio entre investigadores.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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