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Cempasúchil, la eterna oportunidad de volver
Puebla ocupa el primer lugar nacional en la producción de la flor de Cempasúchil. Sólo en 2019 superó las 14 mil 900 toneladas de producción. Además, se estima que en México hay 35 especies de las 58 referidas para América.
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“Recuerdo de los vivos, dulzura de los muertos.

Favorita de Mictlantecuhtli, flor de honor y esperanza de unión, de amor y misericordia”.

 

La flor de Cempasúchil originaria de México es de los elementos más representativos en las ofrendas para los muertos. Su nombre encuentra origen en el náhuatl como: “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”. Su característico color naranja encendido y el aroma intenso que desprende son los elementos más representativos en las ofrendas para los muertos. La creencia afirma que son el punto de conexión entre este y el otro mundo; se dice que el color de esta flor ilumina el camino de los difuntos y el aroma guía a sus almas hacia el altar que colocaron sus familiares para ellos. 

Esta flor tiene inmensa relevancia cultural y económica en México, simboliza la celebración misma del “Día de muertos”. Sobre todo, cobra relevancia en las comunidades originarias y los pueblos y, además de ser pieza fundamental en la celebración de día de muertos o Xantolo, cobija entre sus colores encendidos y su olor místico cientos de historias, tradiciones, usos y conocimientos ancestrales que, finalmente, representan para México y la historia, un patrimonio biocultural que debe ser atesorado y compartido con cada nueva generación.

 

La leyenda, la flor que nació del amor

Una antigua leyenda explica cómo surgió el cempasúchil. De acuerdo con la narración, Xóchitl y Huitzilin eran dos enamorados que todas las tardes subían a la montaña dedicada a Tonatiuh, el dios azteca del sol. Siempre llevaban flores con ellos, ésa era la manera en que le rendían tributo a la deidad. En vísperas de una guerra, Huitzilin fue convocado por el ejército, ya que se necesitaban más hombres para defender las tierras que el enemigo buscaba dominar. Desgraciadamente, Huitzilin perdió la vida en la batalla.

Ante el dolor generado por la desgracia, Xóchitl subió a la montaña de Tonatiuh y le imploró al dios que la liberara del terrible sufrimiento que la acongojaba tras la pérdida de su amado. Ella buscaba volver a reunirse con Huitzilin en el mundo de los muertos. Tonatiuh, consciente del fervor que la pareja siempre le practicó, cedió a los deseos de la mujer. El dios del sol dejó caer sus rayos sobre Xóchitl y la trasformó en una hermosa flor de color amarillo. Al poco tiempo de este suceso, un colibrí se posó sobre la flor y ésta abrió sus pétalos, liberando al instante un olor desconocido. Tonatiuh, finalmente, permitió que el amor de Xóchitl y Huitzilin perdurara, siempre y cuando esas flores amarillas vivieran como representación del amor de los dos.

 

 

Perdura en la historia 

El Día de muertos en México es una tradición que se lleva a cabo desde finales de octubre y hasta el 2 de noviembre. Esta fiesta nacional marca el regreso temporal a la tierra de los seres queridos fallecidos. Da lugar a celebraciones públicas coloridas y festivas, pero también a momentos de íntima meditación: cada hogar crea un altar decorado con ofrendas y se hace un camino de pétalos de flor de cempasúchil para representar la senda que deben tomar las almas para llegar al altar. México se llena de altares, catrinas, ofrendas en las que los muertos, nuestros muertos, son honrados. 

Esta festividad es una de las más representantes de la cultura mexicana y tiene su origen en la unión de tradiciones de la cultura prehispánica con la católica hace más de 500 años. Conmemoran el retorno transitorio a la tierra de los vivos, de los familiares y seres queridos fallecidos, quienes a través del Mictlán pueden volver un día más a visitar a sus vivos. 

Dentro de sus orígenes, existen varias versiones. La visión indígena concibe al día como este viaje de las almas, que regresan con los vivos para convivir y compartir con ellos los alimentos que les colocan en sus ofrendas. En la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura: los cuerpos se envolvían en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. 

El origen de esta tradición proviene de esta conmemoración que los indígenas realizaban en tiempos prehispánicos junto a la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles. Los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios, adaptaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz.

El calendario católico establece que el 1 de noviembre corresponde a “Todos los Santos”, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los “Fieles Difuntos”, a los adultos.

Pese a que cada región, cultura o pueblo tiene su propia versión de la tradición, comparten rasgos en común: los altares, que están hechos de pétalos y adornos de todo tipo construidos de cempasúchil; velas, comida, pan de muerto, el copal, que es una resina aromática cuyo humo es considerado alimento para las divinidades. Los alimentos favoritos del difunto, fruta, papel picado, agua bendita y por supuesto, la foto del alma a la que veneran con dicha ofrenda. 

 

Diferentes formas de venerar a los muertos

Como bien dije, existen muchas versiones en México de la veneración de los muertos, entre las más populares se encuentra la de Mixquic, un pequeño poblado de la Ciudad de México, en el que cada 2 de noviembre realizan “La Alumbrada”, festejo en el que miles de velas iluminan las tumbas adornadas con cempasúchitl.

En Oaxaca realizan altares con manteles blancos y formado por escalones, el primero de ellos es para los abuelitos y adultos, mientras que el resto es para los demás difuntos. Además, cada año construyen la famosa “Plaza de la muerte” en la que miles de puestos ofrecen artesanías, manjares tradicionales y las también bastante famosas “muerteadas”, desfiles o comparsas que duran más de 20 horas y en las que visten de negro y portan espejos que representan la luz y la oscuridad. 

En Aguascalientes es celebrado el “Festival de las calaveras”, en honor a José Guadalupe Posada, creador de la tan condecorada “Catrina”. Y en Guanajuato se celebra el histórico desfile de catrinas cada 1ero de noviembre.

Además, en San Luis Potosí festejan “Xantolo”, donde velan a sus difuntos con rezos e incienso el 1° de noviembre, mientras que el 2 las comunidades indígenas llevan sus ofrendas a los panteones y adornar las tumbas con flores para las ánimas que, según la creencia de la región, se quedan en la tierra todo el mes.

Otra de las más famosas se lleva a cabo el 1° de noviembre en la isla de Janitzio, Michoacán, en honor a los niños fallecidos, en una procesión nocturna de canoas adornadas con velas, platillos y bebidas.

 

No sólo adorna

Tras la temporada de lluvias, la flor de cempasúchil llega para adornar los recintos y formar parte de una de las tradiciones más representativas de México. Sin embargo, tiene muchos otros usos. La flor tiene usos medicinales, principalmente para tratar padecimientos digestivos, fiebre e incluso enfermedades de tipo respiratorias como la tos. Algunas culturas la usan para combatir padecimientos en la piel como verrugas, salpullido, llagas y varios otros. Además de ser usada para obtener colorante natural que teñirá objetos, prendas y hasta alimentos, así como funge como materia prima para elaborar cervezas artesanales, nieves o pulque. Incluso en la avicultura es uno de los alimentos que mejora las coloraciones de su piel y la yema de los huevos. 

 

Producción

Puebla ocupa el primer lugar a nivel nacional en la producción de esta flor, tan solo en 2019, superó las 14 mil 900 toneladas de producción. La diversidad de esta flor es extensa, en México se estima la presencia de 35 especies de las 58 referidas para América.

En México, los estados de Puebla, Hidalgo, Guanajuato, Michoacán y Estado de México son los que cuentan con las mejores condiciones de suelo y clima para la producción de esta flor, la cual únicamente florece después de la época de lluvias. El uso de esta flor activa la demanda, especialmente para las celebraciones del Día de Muertos, por ello se cultivan las flores desde la primera quincena de junio a la primera quincena de julio, para que la cosecha esté lista para finales de octubre en la celebración del Día de Muertos.

En Puebla se cosecha la mayor producción de flor en la región Atlixco-Matamoros, poblados como La Trinidad Tenango, Santo Domingo Atoyatempan y Huaquechula, se llenan de naranja y rosa terciopelo en estas temporadas. Los campesinos trabajan en jornadas de más de ocho horas diarias alistando la cosecha de las flores de temporaday armando “maletas” o “chongos” para después venderlos en zonas como la col. Cabrera ubicada en Atlixco o el mercado Santa Rita, cuyo destino incluye diferentes regiones del país donde se concentra la mayor exportación de flor, por lo que acuden compradores de todos los estados de la república y hasta de países vecinos en busca de la mejor flor de cempasúchil.

La flor es diferenciada en dos tipos: hembras y machos. Las hembras se caracterizan por su flor grande, redonda, llena de pétalos y es la que se comercializa. Los machos, en cambio, tienen muy pocos pétalos y sirven únicamente para abono de la tierra. La siembra usualmente inicia el 18 o 19 de julio y la cosecha dura del 26 de octubre al 28. Después de la cosecha el campo queda limpio y listo para la nuevas siembras de cacahuate, maíz, entre otros, según la temporada. 

La floración del cempasúchil y su cosecha, ha posicionado a Atlixco como primer lugar en su producción con un estimado de 6 mil 499 toneladas, seguido de los municipios de Tianguismanalco, Palmar de Bravo, Huaquechula, Santa Isabel Cholula, Huejotzingo, San Pedro Cholula, Chiautzingo, Quecholac, Tepeaca, Tehuacán, San Jerónimo Tecuanipan, San Salvador El Verde y San Martín Texmelucan, de un total de 45 municipios productores.

De acuerdo con el Gobierno de México, Atlixco y Tehuacán colocan a Puebla en la primera posición en el cultivo al cosechar en más de 2 mil 557 hectáreas flores de cempasúchil y terciopelo.

En el caso de la región de Atlixco, la producción de cempasúchil es realizada por 2,100 familias en 20 municipios en una extensión de 900 hectáreas, concentrando el 50% de la cosecha.

En el caso de la región de Atlixco, la producción de cempasúchil es realizada por 2,100 familias en 20 municipios en una extensión de 900 hectáreas, concentrando el 50% de la cosecha. De acuerdo al Sistema Productos Ornamentales que encabeza Eduardo Robelo Estrada, los costos subirán entre 10 y 15% en el caso de la flor amarilla, cuyo rollo se vendería entre 120 y 130 pesos en mercados y centrales de abasto. Y la distribución se hace en centrales de abastos y mercados de los estados de Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Tlaxcala, Tabasco, Chiapas, Guanajuato y Distrito Federal, entre otros.

 

Cosecha de cempasúchil, tradición milenaria

Tras la visita de buzos a Santo Domingo Atoyatempan, campesinos relataron lo que para ellos significa la cosecha de cempasúchil. Antonio Ramírez Flores, campesino de Santo Domingo, dijo que “esta flor es tradicional, desde que yo recuerdo —tengo 71 años—, mis padres la sembraban y pues es una florecita que cada año sembramos para ayudarnos y poder solventar los gastos de nuestras casas”.

 

 

Explicó que la semilla se echa desde el 18 hasta el 26 de julio en las canoas. Cuando alcanzan los 10 o 15 c aproximadamente entre el 12 y 20 de agosto, son trasplantadas al surco dos plantitas por hueco y con distancia de 20 cm entre flor. Se trata de una flor que no exige mucho cuidado y muy poca fumigada.

Lamentablemente, existen años en los que no existen ganancias para los campesinos por las cosechas. Los factores son muchos, el más reciente fue la pandemia, donde toda la cosecha se perdió y quedaron desamparados. Ninguna instancia gubernamental los apoyó. 

“En esas fechas estuvo muy difícil, porque uno ocupa gente para cosechar y pues si no hay ganancias uno debe vender lo que tiene, el caballo, dos tres marranos para solventar los gastos porque nadie trabaja por gusto, todos por necesidad y pues uno debe pagarles lo que trabajaron, aunque no hayamos ganado nada”, relató.

Respecto a los programas de apoyo al campo empleados por la 4T, como “Sembrando vida”, campesinos denunciaron que existen irregularidades en su empleo. En las comunidades sólo son asignados a los “conocidos” de los políticos. Además, solo contemplan a los grandes productores, pues el apoyo se da a partir de 2 o 3 hectáreas. Y la mayoría cuenta con menos de eso para cosechar.

“Ellos fueron campesinos y después de ser presidentes auxiliares regresan a ser campesinos y pasa otro compañero, por eso tratan de hacer una buena gestión porque ellos saben lo que se padece como campesino”, declaró entre pláticas una de las ciudadanas refiriéndose a las autoridades que redoblan esfuerzos para aminorar los problemas que aquejan a sus semejantes. 

Efrén Martínez Ramírez, presidente auxiliar de Santo Domingo Atoyatempan, a partir de su gestión, dio inicio a la ahora tradicional “Feria de la flor de cempasúchil”. Se trata de una fiesta de 2 días en la que invitan a múltiples compradores de flor para que consuman la cosecha de sus campesinos. Además, realizan paseos en carretas y/o caballos en los valles de su comunidad, que, en el marco de la temporada de día de muertos, están repletos de cempasúchil y tercio pelo.

 

 


Escrito por Silvanna Mortera

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