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Por eso, cuando sucede la Revolución Bolchevique (1917), entrevistar a Lenin se convierte en una prioridad. Para entonces, Rusia vivía tiempos cruciales. La Revolución enfrentaba una cruenta guerra civil, los defensores del sistema “democrático” burgués –llamados hoy eufemísticamente “oposición”– se defendían con las armas y –para variar un poco con la trama– con la escasez de alimentos y el sabotaje del servicio de trenes, de correos y de muchos servicios públicos. Desde luego, para la prensa de los países del oeste de Europa la culpa era, absolutamente, del régimen bolchevique (¿le suena conocido?), aunque varios países, entre ellos Inglaterra, apoyaron abiertamente a la contrarrevolución; éste es el momento en que Wells llega a Rusia por intermediación de Máximo Gorki. Trotski cuenta que Lenin no estaba muy entusiasmado. Con los problemas descritos y el compromiso del revolucionario, Lenin tenía poco tiempo, así que Wells hubo de esperar, predisponiéndolo, pues sentía que era la obligación del jefe soviético dejar todo y darle prioridad.
Quien se haya acercado a la obra de Lenin podrá confirmar que en sus textos hay pensamiento agudo y análisis asiduo, que su labor revolucionaria comenzó por muchísimas horas de estudio y que sus razonamientos no eran de simple política electoral. Wells no quedó impresionado con los razonamientos de Lenin. Al contrario, lo halló menos portentoso de lo que esperaba; y su lastimosa decepción comenzó por su aspecto físico: lo describió como un hombre pequeño (“sus pies colgaban de la silla como un niño”) y lo encontró moreno. Desde el punto de vista físico, la figura de Lenin no corresponde con la descripción hecha por este escritor; era más bien un hombre de estatura media, nunca pequeña, quizá más alto que el común, y de un rubio rojizo; ¿no revela esta descripción imprecisa un desembarazado menosprecio por la fisonomía que no corresponde con la del clásico europeo de raza aria y que esa descripción no europea era, según los pensadores como Wells, una señal de pertenecer a un rango inferior?; además de resultar intrascendente esta descripción, Wells se muestra, por él mismo y tácitamente, como un gigante.
Luego, el escritor se queja por no haber encontrado al Lenin aconsejador que le habían descrito, sino a un hombre circunspecto, mesurado y poco expresivo en su semblante; lo que no supo es que, desde los primeros instantes, Lenin se sintió ofuscado por la soberbia de este personaje. Muchos afirman que Lenin era un paciente educador con los obreros y los campesinos que se le acercaban a pedirle ayuda u orientación; ante ellos era muy atento a los detalles que le referían y era preciso y claro cuando aconsejaba.
Fuera de estos fines, Lenin prefería el silencio; si el foro no le demandaba una perorata, evadía polémicas absurdas, por muy provocadores que fueran sus interlocutores. Wells nunca ocultó que sus intenciones para hablar con el líder bolchevique, eran “aconsejarlo”. Se entiende que Wells se sentía más experimentado en esos temas que Lenin, aunque los acercamientos del primero en política fueran apenas significativos comparados con los avances del segundo. El inglés era fabiano, una corriente política que buscaba el reformismo y creía que, a largo plazo, el cambio se podría dar, pero dentro del propio capitalismo, y que no había necesidad de romper con él. Era, pues, un escéptico de la revolución. El partido laborista inglés se inspiraba en este fabianismo. De esto, Wells increpó a Lenin, pero, desde luego, las posiciones del revolucionario eran superiores, no sólo por sus conocimientos en economía y en política, sino porque su receptividad y agudeza estaban hechas en la lucha diaria, aunque nuestro escritor pareciera no advertirlo. Wells creía que ese viraje a la equidad social era posible con la educación de la sociedad entera, incluidos los nobles, burgueses y proletarios, pero no dice quiénes deben ser los responsables de tal labor. ¿Quién debería jugar semejante papel civilizador de la sociedad completa? ¿Los lustrados fabianos? No parece quedar claro. Lenin oyó sus argumentos y no pudo evitar romper con ese silencio cortés y se vio obligado a manifestar de forma contundente sus posiciones al respecto: declaró que el capitalismo es incurablemente voraz y es imposible negociar con él. Ante esto, el letrado confesaría: “para mí era muy difícil discutir con él”.
La postura de Wells es la misma que tiene la burguesía de hoy: menosprecia la titánica labor en política del líder bolchevique. Pero Lenin es el intelectual más importante del Siglo XX, justamente por la trascendencia de su labor, aunque los fabianos contemporáneos lo oculten con su obstinada pedantería.
La explotación de las mayorías es una condición "sine qua non" para el capitalismo; sólo al eliminar la explotación y las injusticias de este sistema cualquier persona podría no depender de la necesidad de trabajar para subsistir, es decir, ser ciudadano.
Son historias de viajeros que por motivos de conquista económica, política, religiosa, curiosidad científica o espíritu de aventura visitaron otras regiones del mundo donde hallaron paisajes, edificaciones y grupos humanos diferentes a ellos.
John Locke, médico y pensador inglés, quien, junto con Hobbes, Rousseau y Montesquieu, delinearon, durante los Siglos XVII y XVIII los fundamentos del liberalismo democrático, teoría política que hoy nos rige.
El capital moldea a los hombres como los necesita.
Estas disquisiciones a las que nos invita Braudel no son sólo un entretenimiento intelectual.
Yuri Andréyevich, sumido en la penumbra y acompañado de Larisa Fiódorovna, se encontró devastado por una fuerza ignota, presagiando un destino trágico debido a una Rusia desgarrada tras la Revolución de 1917 que perseguía la construcción de un nuevo orden.
El marxismo es la verdadera filosofía de la praxis porque su interpretación del mundo coincide con las necesidades de éste y reclama en consecuencia una acción política.
Las ideas se desarrollan por medio de un impulso contradictorio en donde distintos intereses producen distintas formas de entender el mundo.
En las ideas de Anaximandro no estaban presentes ideas esenciales de la ciencia moderna.
Un grupo de brillantes matemáticos franceses, autodenominado Bourbaki desarrolló, desde las primeras décadas del Siglo XX, un programa fundacional de la matemática con gran influencia en el trabajo matemático contemporáneo.
La Constitución, cuyo aniversario festejamos cada cinco de febrero, es la de 1917, resultado de la Revolución Mexicana, lucha en la que miles de mexicanos perdieron la vida.
Los judíos del mundo deben hacer conciencia de que el imperialismo los está usando de parapeto para sus propósitos expoliadores. Si no se detiene su voracidad insaciable, seguirán siendo sus hijos los que entreguen sus vidas en Gaza.
El Meteorito de Allende abrió “una ventana para entender el origen del Sistema Solar” y junto a otro célebre meteorito “mexicano” de hace 66 millones de años en el área submarina de Chicxulub, ha aportado importantes conocimientos científicos sobre la historia de la Tierra.
El sijo es una forma poética tradicional originaria de Corea que se caracteriza por su enfoque en la expresión emocional y la captura de momentos fugaces.
El tránsito hacia una matemática filosófica exige iniciar una quinta revolución matemática; para ello, el estudio de la historia desde el hacer de un matemático es fundamental.
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Cierran carretera Texcoco-Lechería
Escrito por Marco Antonio Aquiáhuatl
Columnista