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Ciencia
Manipulación, memes y resistencia ideológica
Así como la manipulación genética altera las bases más simples de un organismo vivo, las redes manejan nuestra mente desde su composición más elemental, los memes.


Así como la manipulación genética altera las bases más simples de un organismo vivo, las redes manejan nuestra mente desde su composición más elemental, los memes. La cultura está constituida por un conjunto de conocimientos básicos que, acumulados, conforman un sistema más complejo; el biólogo evolutivo Richard Dawkins llamó meme a la unidad fundamental de la estructura cultural (El gen egoísta, 1976). Los memes nos han inducido “conceptos” y apariencias como ciertas, pero no lo son; como ejemplo está la apariencia de los dinosaurios que, gracias a la masiva difusión en películas, ilustraciones y otros medios, son recordados como imponentes lagartos gigantes; pero en realidad tenían una figura más parecida a la de una gallina. Otro ejemplo consiste en la caracterización de los gobiernos contrarios a la hegemonía occidental, que terminan degradados siempre por los medios y el discurso gringo como “oscuras dictaduras”.

¡Son como pequeños Hitlers!: Los niños del Brasil es una novela de ciencia ficción escrita por Ira Levin en 1976, que retoma al doctor Josef Mengele (difundido por la historia como el Ángel de la muerte), quien experimentó con seres humanos en los laboratorios de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia se sitúa varios años después de la guerra y trata sobre el plan del errante Ángel de la muerte, que se obstina en clonar biológicamente a Adolf Hitler y replicar su vida para crear a un “nuevo Führer”. Si bien, replicar a Hitler o Mussolini mediante clonación parece totalmente descabellado, por la vía ideológica no lo es.

Las redes sociales representan un poderoso conducto de propaganda; y los memes son esa mínima unidad cultural por la que grandes campañas de difusión se han esforzado para simplificar la situación en países como Venezuela hasta niveles absurdos: difunden que aquel país es el ejemplo “de lo que no se debe hacer”; y manipulan por todas las vías para que la percepción incompleta logre penetrar en la base cultural de las redes o, como afirmaba el jefe de la propaganda fascista, “una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad”.

La arquitectura algorítmica de las redes sociales prioriza y promueve el contenido más simple para estimular los impulsos más primitivos del ser humano. Las figuras más exitosas de las redes, por tal motivo, no son grandes pensadores, sino personalidades huecas y elocuentes, pero manipulables, promovidas por un algoritmo y, además, como un centro de mando militar.

Una muestra de la íntima relación entre las redes sociales y el complejo bélico se produjo el 13 de junio de 2025, cuando un grupo de ejecutivos tecnológicos de las empresas más importantes de Silicon Valley: Palantir, OpenAI y Thinking Machines Lab, aparecieron con uniformes militares ante un numeroso grupo de soldados para prestar juramento como tenientes coroneles del ejército, pertenecientes al Cuerpo Ejecutivo de Innovación (EIC) del Ejército norteamericano (jacobinlat.com).

“Venceréis, pero no convenceréis”

Las redes no son un foro neutral, están alineadas cada vez más a las directrices empresariales ¡y militares!; y toda persona con más de una neurona en la cabeza sabe que los ejércitos están hechos para pelear en guerras, para matar, sobre todo el ejército americano. Las redes han pasado de ser un campo de propaganda con fines comerciales a rabiosos laboratorios para alentar el odio.

El nivel de discusión política se ha reducido a memes como argumentos, cuando la realidad política no puede simplificarse con una imagen graciosa con texto encima. El Proyecto Una, órgano de activismo digital, alertó en 2019 que “la guerra comienza”, y la mejor forma de librarla consiste en “que las risas cambien de bando” mediante memes o con lo que se pueda.

Hoy, el fascismo avanza al grito de ¡Muerte a la inteligencia! promovido desde los altos mandos de Silicon Valley. Y la única manera en que se puede enfrentar a los pequeños Hitlers producidos mediante la vil propaganda descerebrada, impulsada por los altos mandos digitales es realizar un estudio profundo y desarrollar tanta creatividad como sea necesaria para combatir la manipulación. El gen fascista se aloja en la ignorancia.

Unamuno respondió contundentemente a la amenaza: “Venceréis, pero no convenceréis”; hoy, quienes aún podemos hablar en nombre de la razón, debemos prevenir contra esta creciente amenaza de fascistizar a la población. ¡Estad alerta!... aún hay tiempo. 

 


Escrito por Óscar Manuel Pérez

Licenciado en Comunicación por la UNAM.


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