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Educación a distancia, una utopía en México
De acuerdo con el informe Hootsuite y WeAreSocial 2020, apenas el 67 por ciento de la población mexicana tiene acceso a Internet.


La educación a distancia es muy buena opción para llevar el conocimiento a los niños que viven en las localidades rurales o conurbadas del país. Los habitantes que viven en esas regiones, donde no hay escuelas ni maestros, podrían recibir una educación integral si esas regiones contaran con las carreteras y los medios de comunicación idóneos y sus escuelas tuvieran la infraestructura educativa necesaria para la enseñanza y el aprendizaje de sus hijos. Es decir, si dichos centros escolares dispusieran de laboratorios de cómputo con Internet para recibir clases virtuales, tanto en sus escuelas como en sus casas y no exponerse al contagio del Covid-19. Pero esto no es posible en gran parte de México. Veamos.

De acuerdo con el informe Hootsuite y WeAreSocial 2020, apenas el 67 por ciento de la población mexicana tiene acceso a Internet, mientras que la población de países, como Emiratos Árabes Unidos, tiene una cobertura del 99 por ciento, Dinamarca del 98; Corea del Sur, Suecia, Suiza y Reino Unido, 96; y los Países Bajos, del 95 por ciento.

En México, la mayor parte de los usuarios de Internet se concentra en las zonas urbanas (73 por ciento) y en las rurales son menos de la mitad (40.6 por ciento), según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH, 2018). El 92.7 por ciento de quienes acceden a Internet, lo hace mediante celulares inteligentes, mientras que la tercera parte de la población lo hace por medio de computadoras portátiles (32.6 por ciento), computadoras de escritorio (32 por ciento) y tabletas (17.8 por ciento). Pero la inmensa mayoría (89 por ciento) de quienes usan celulares inteligentes se conecta a este servicio a través de sus datos móviles, lo que les genera un gasto promedio mensual de 340 pesos. Si a este monto agregamos las clases virtuales, videos, consultas de materiales didácticos, etc., el gasto promedio mensual aumenta significativamente.

En torno a las condiciones de los hogares, un poco más de la mitad cuenta con Internet (52.9 por ciento) y menos de la mitad (44.9 por ciento) tiene, al menos, una computadora en casa. Estas carencias en buena parte de la población impiden, desde luego, la comunicación entre maestros y alumnos desde las plataformas implementadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP), entre ellas Google for Education. Por ello, hablar de educación a distancia mediante el uso de la tecnología digital representa una utopía en nuestro país, ya que muchos hogares mexicanos no cuentan con las condiciones necesarias para cumplir con la estrategia Aprende en Casa.

A pesar de estas limitaciones, el secretario de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, anunció, el pasado 20 de abril, que las clases se reanudaban, pero ahora a través del Canal Once Niñas y Niños 11.2 y las plataformas digitales como Google for Education. Esta noticia alegró, desde luego, a las personas que tienen computadoras conectadas a Internet y televisiones digitales. Pero las que carecen de estos medios y no cuentan con señal de televisión digital, televisión analógica ni televisores, no se enteraron de estas “buenas nuevas”. Además, resulta que el Canal Once TV solo llega al 28 por ciento de los hogares de la República. Esto es un verdadero crimen educativo, pues el 72 por ciento de los niños y adolescentes no está accediendo a estas clases.

Por esta causa no es viable la implementación de la enseñanza básica a distancia mediante el uso de la tecnología digital, como lo ha planeado la SEP. Lo que debe hacer urgentemente, es crear una estrategia o un método más eficaz para abarcar a toda la plantilla estudiantil del país, así como lo hizo el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1930, cuando revisó su plan quinquenal de desarrollo económico. Además, para que la SEP pueda implementar una estrategia atinada, es necesario que el Gobierno Federal invierta más del 5.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en educación; que la mayor parte de su presupuesto se asigne a la creación de la infraestructura educativa y que, asimismo, cree empleos con salarios dignos para que los padres de familia puedan cubrir con holgura la alimentación, salud, educación y recreación de los estudiantes de todas las edades.

 


Escrito por Romeo Pérez

Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.


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