Desde el año 2000 hasta 2014, el salario mínimo real en México permaneció estancado, esto es, su crecimiento fue prácticamente nulo.
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Todavía no han salido los resultados oficiales de medición de la pobreza del Inegi, pero el gobierno de la 4T ya echó las campanas al vuelo y los medios de comunicación afines han secundado ese canto de victoria. Apenas se presentó el reporte de los resultados de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2024 y Claudia Sheinbaum se apresuró a declarar que la población en pobreza en México se había reducido en más de 10 millones, que también se abatió la desigualdad económica y que ambos fenómenos se deben a la política social implementada por la 4T, contraria a la de los gobiernos neoliberales que gobernaron “para unos cuantos y para sus bolsillos”.
El reporte publicado el 30 de julio de 2025 sobre los resultados de la ENIGH 2024, la base estadística para las estimaciones oficiales de pobreza, dice que entre 2018 y 2024, el ingreso promedio de los hogares aumentó 15 por ciento, esto es, a razón de 2.5 por ciento anual. Ya descontando los efectos de la inflación se estima que el ingreso promedio trimestral de los hogares pasó de 70 mil a 77 mil pesos. Es decir, un hogar promedio –con 3.4 miembros– percibe el equivalente a tres salarios mínimos a razón de uno por integrante del hogar. Según los expertos, el factor que más incide en este incremento es el cambio registrado en los ingresos laborales de los hogares y en muy menor medida, el de las transferencias gubernamentales, pues éstas tienen poco peso en el ingreso total.
Los promedios son más engañosos a medida que hay más desigualdad entre las observaciones, como son los ingresos de los hogares mexicanos. Pero, dando por válido este promedio, habría que decir que ese monto cubre apenas un poco más que el costo de la canasta básica, por lo que los trabajadores mexicanos habremos de preguntarnos si el avance y los mecanismos empleados son suficientes e irreversibles; es decir, si basta esperar los siguientes incrementos al salario mínimo para que el fantasma de la pobreza quede ahuyentado de nuestra sociedad.
Antes de seguir habría que acotar que medir la pobreza implica definirla. Tal y como lo hace hoy el Inegi y antes el Coneval, la pobreza se aborda considerando por separado algunas de sus manifestaciones; así, se habla de pobreza laboral, por un lado; de pobreza por ingresos, por otro; de privaciones sociales o carencias por acceso o por calidad. Esta división permite hacer malabares a fin de infravalorar la verdadera magnitud de la pobreza pues sólo califica oficialmente como pobre al que padece varias de ellas. Además, como se ha criticado, se usan umbrales para clasificar a la población y a los hogares como pobres tan bajos, tan extremos, que rayan en la burla. No basta no tener servicios de salud, además debes estar muriendo de hambre, no tener educación y que tu vivienda se esté cayendo y esté sin servicios como electricidad o agua potable para que un hogar sea clasificado como pobre.
La historia del salario medio de los hogares mexicanos muestra que los más recientes no son resultados inéditos ni por el incremento ni por la magnitud. Durante el periodo denominado Desarrollo Estabilizador, que va de 1954 a 1970, los salarios reales se incrementaron a una tasa promedio de 4.5 por ciento cada año y la pobreza extrema se redujo del 60 por ciento de la población a la cuarta parte.
Hay que decir que, en ese periodo, además del buen comportamiento del salario, también aumentó el empleo, lo que se tradujo en una mejora notable del nivel de vida de la población y del ensanchamiento de la clase media. Y, sin embargo, todo se derrumbó de un plumazo por medio de una larga crisis que trajo consigo inflación y desempleo. ¿Ha cambiado algo para considerar que las posibilidades de que esto se repita sean nulas? Nada, esencialmente. Mientras persista el capitalismo, la suerte de los trabajadores asalariados dependerá de las necesidades de acumulación del capital. Nada impide que el capitalista que hoy acepta las nuevas condiciones laborales, mañana mueva su capital a otros mercados. ¿Qué fuerza puede impedir que los avances que hoy presume la 4T se subviertan en un par de años? Mientras no se organice para defenderse, pues en eso reside su fuerza, la clase trabajadora seguirá sufriendo el tormento de Sísifo. Cuando cree que está a punto de superar las lacras que conlleva la explotación, como la pobreza material y espiritual, la roca rueda hasta abajo y hay que volver a empezar.
Desde el año 2000 hasta 2014, el salario mínimo real en México permaneció estancado, esto es, su crecimiento fue prácticamente nulo.
Destacan aumentos en alimentos fuera del hogar y productos básicos
Los servicios hospitalarios fueron la actividad con mayor contribución con un 25.8%
Frutas, verduras y electricidad encabezaron los incrementos del mes.
Honda, Mazda y Volkswagen encabezaron las caídas en producción.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991, el planeta estuvo estructurado en torno a dos grandes polos: el bloque capitalista encabezado por Estados Unidos y el bloque socialista encabezado por la Unión Soviética.
Los hogares de menores ingresos experimentan inflación baja, pero también una mayor sustitución de productos ante la falta de recursos.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria advierte que la concentración de recursos dejará en desventaja áreas como agua, vivienda y salud.
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El aumento de transferencias a la petrolera superó por amplio margen sus aportaciones al erario.
Los especialistas del sector privado redujeron su expectativa a 0.39%
Este México nuestro se ha hecho, por sus condiciones, tan irreal, tan innecesario, que así como está ya no tiene ninguna utilidad para el pueblo pobre.
“Humanismo Mexicano”; Altagracia Gómez (empresaria asesora de Sheinbaum) y José Antonio Fernández (presidente de FEMSA) prefieren llamarlo “Capitalismo Consciente”.
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Escrito por Vania Sánchez
Licenciada en Economía por la UNAM, maestra en Economía por El Colegio de México y doctora en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).