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El 17 de septiembre salió una nota en la revista Forbes donde se sostiene, de acuerdo con una encuesta realizada por profesionistas.org.mx, que el 46 por ciento de los egresados de educación superior percibe no más de ocho mil pesos mensuales en su primer empleo. En otras palabras, uno de cada dos universitarios gana menos de cuatro salarios mínimos. Si consideramos que el 70 por ciento de los trabajadores en México obtiene ingresos de tres salarios mínimos o menos, podemos inferir que la mitad de nuestros profesionistas se encuentra en una situación económica similar a la del grueso de la población.
Pero ¿quiénes son esos profesionistas que ganan más de cuatro salarios mínimos? Es casi seguro que los profesionistas con mejores salarios en el país sean los que provienen de universidades de élite –muchas de ellas privadas– y que cuentan con los contactos o “palancas” adecuadas para acceder a dichos puestos; en otras palabras, son personas con relaciones privilegiadas o que, con toda seguridad, para decirlo sin eufemismos, proceden en su gran mayoría de niveles sociales altos. Si esto es así, entonces, con toda naturalidad, podemos esperar que la proporción de egresados de escuelas públicas con bajos salarios es mayor a la mitad. Estamos lejos de aquellos años en los que la posesión de una carrera profesional era suficiente para obtener un empleo bien remunerado y estable o seguro.
¿Cómo podemos explicar esta situación? Primero habrá que decir claramente que estamos ante un proceso de devaluación de las credenciales educativas y ante una segmentación y estratificación de las mismas. ¿Qué quiere decir esto? Me explico: que ahora no es suficiente tener una licenciatura, sino que hay que hacer una maestría y manejar dos idiomas; pero no solo eso, sino que hay que obtener, específicamente, el título en alguna universidad prestigiosa y valorada por el mercado laboral. Es decir, esta disminución en la efectividad de los títulos universitarios como medio para aspirar a un buen empleo, más que ser un problema inmanente e intrínseco al sistema educativo, es un problema vinculado con el mercado laboral.
El problema laboral en México, y hay que decirlo con claridad, no es fundamentalmente de desempleo, sino de precariedad. Si echamos una mirada a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), veremos que el porcentaje de “desocupados” es bajo (alrededor del 3.4 por ciento). Pero esto no quiere decir que las cosas estén bien. Vivir sin trabajar es casi un lujo, pues presupone que el gasto familiar es suficiente para mantenerte sin que contribuyas a él. Por eso los porcentajes de desocupación suelen ser mayores en países donde los salarios reales son más altos (Italia 10.9 por ciento; Francia 8.9 por ciento; España 16.1 por ciento).
Los mexicanos, en cambio, no pueden darse este “lujo”. Muchos hogares requieren del trabajo de todos sus miembros para completar el gasto familiar. ¿Entonces, cuál es el problema? La precarización. Consideremos tres cosas. Primero, el salario de la mayoría de los trabajadores es bajo (tres salarios mínimos o menos). Segundo, el 57 por ciento de los empleos está ubicado en el sector informal, es decir que son empleos no regulados, sin contratos ni prestaciones. Y tercero, son empleos con jornadas extensas. La precariedad es esto: cuando las condiciones laborales no protegen al trabajador y no le dan los ingresos suficientes para vivir. Ésta es la realidad de la mayoría de los trabajadores, incluyendo a la mitad de los profesionistas.
Ahora bien, es cierto que en México hacen falta universidades gratuitas y de calidad para atender la creciente demanda. Cada año, más de 100 mil jóvenes se quedan ante las puertas de éstas esperando un lugar. Pero solo dar más universidades no va a solucionar el problema de los bajos salarios entre los profesionistas. Es preciso, ante todo, que también cambien las condiciones del mercado laboral. Se requieren mejores salarios y un sistema de seguridad social de mejor calidad y mayor amplitud. De lo contrario solo seguiremos entregando profesionistas mal remunerados a nuestro país.
n la Ciudad de México, un amplió contingente marchó del Ángel de la Independencia a Palacio Nacional. Sin embargo, no fueron escuchados por las autoridades federales.
La Secretaría de Educación Pública y Cultura de Sinaloa se negó a atender a estudiantes que exigen se les pague a sus maestros para continuar con sus clases.
El líder del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Morán, desmintió al Ejecutivo federal y aseguró que su campaña de calumnias es para ocultar el impacto del cierre de las escuelas de tiempo completo; llama a padres de familia a defenderlas.
Las modificaciones a los libros de texto no pasan de ser meras añagazas, fintas vulgares para tratar de engañar, de distraer a los mexicanos, para seguir acondicionando la educación pública del país al servicio del neoliberalismo.
Más de 4 millones de niños y adolescentes en México no iban a la escuela y unos 600 mil estaban en riesgo de abandonarla. antes de la pandemia; ésta sólo agravó el problema de la educación mexicana.
El gobierno estatal informó que del 3 al 7 de agosto se llevará a cabo la sanitización de escuelas y capacitación del personal para regresar a la llamada nueva normalidad.
“El gobierno, en lugar de proteger los derechos de los hidalguenses, los atropella y reprime a pesar de encontrarnos en pandemia".
La propuesta impulsa un deseo ideológico y no pedagógico, cuando la SEP debería rescatar a alumnos rezagados o que abandonaron la escuela en la pandemia, comentó la académica Alma Maldonado, experta del Cinvestav.
Ocho instituciones, entre públicas y privadas pusieron en marcha una plataforma para impulsar el aprendizaje en línea.
La SEP no cuenta con protocolos para garantizar “el buen gasto de los recursos públicos que se entregan a los planteles escolares que solicitan el apoyo económico por medio de los comités de padres de familia que se conforman”.
La Cartilla Moral fue escrita en 1944 por Alfonso Reyes, en la cual centra su contenido en el amor a la familia, a la naturaleza, a los valores morales
La CNTE y el magisterio democrático rechaza a quien dio apoyo a la mal llamada Reforma Educativa de EPN.
Organismos internacionales señalan que México es de los países con peores resultados educativos luego de la pandemia de Covid. Sin embargo, el gobierno de la 4T se niega a estructural un buen plan para revertir la gravedad del problema.
Entre sus demandas está la construcción de un laboratorio de física y química y un camión para viaje de estudios, entre otras. Sin embargo, a dos años de las peticiones, no se han resuelto.
El atraso educativo en México ya era enorme antes de la pandemia por Covid-19. Sin embargo, los pocos avances logrados durante casi un siglo cayeron con la crisis de salud.
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Escrito por Pablo Bernardo Hernández
Licenciado en psicología por la UNAM. Maestro y doctor en ciencia social con especialidad en Sociología por el Colegio de México.