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Cientos de niños migrantes que sobreviven a la cuarentena del Covid-19 en albergues de Tijuana regresaron a clases a distancia gracias a la movilización desinteresada de organizaciones no gubernamentales (ONG) que han suplido las obligaciones de la excluyente Secretaría de Educación Pública (SEP) del Gobierno Federal mexicano.
De acuerdo con la SEP de Baja California, actualmente hay alrededor de mil 50 niños migrantes provenientes de países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y de varios estados de la República Mexicana, como Michoacán, Oaxaca y Guerrero.
La mayoría están distribuidos en 17 albergues, otros viven con sus familiares en departamentos y son éstos últimos los que más dificultades tienen porque, a causa de la pandemia, sus padres quedaron desempleados y los ingresos son precarios.
Las organizaciones civiles que más empeño han puesto para ayudar a los niños migrantes en materia de educación, salud, esparcimiento y derechos humanos y sociales son Juventud Activista Internacional, Yes We Can y el Programa Binacional de Educación Migrante.
Francisco tiene 11 años, es originario de El Salvador y su objetivo, cuando sea grande, es ser policía o militar porque quiere ayudar a que su gente tenga mayor seguridad. Sus padres y él tuvieron que emigrar debido a la violencia que asola a su país, y a que aspiran a una mejor opción de vida.
Entusiasmado, asiste diariamente a las clases virtuales impartidas en el albergue Embajadores de Jesús, situado en el área urbana conocida como el Cañón del Alacrán, a unos 17 kilómetros de la garita de El Chaparral. Francisco es uno de los 60 niños y niñas que toman clases en este lugar.
La asociación Juventud Activista Internacional, liderada por la joven tijuanense Andrea Rincón, ofrecía, desde julio de 2019, servicios de educación básica en varios albergues de Tijuana; pero cuando se declaró la contingencia sanitaria, imparte clases solo en uno de ellos.
La enseñanza que reciben en Embajadores de Jesús es similar a las que otros niños obtienen en el país; pero con la diferencia de que sus tutores son 14 especialistas de la Ciudad de México (CDMX), Tijuana, Mexicali, Tecate, Los Ángeles y San Diego, que se han sumado al proyecto y los atienden en sus tareas cotidianas.
El programa denominado Escuela Digital para la Niñez y Juventud Migrante y Refugiada brinda clases virtuales en vivo –diariamente y en horarios de las 10:00 a las 17:00– de lectura, redacción, matemáticas, artes, manualidades y derechos humanos. Los cursos consideran las nacionalidades y la condición migratoria y social de los infantes.
“Yo siento una responsabilidad por ello. No es tan fácil llenar huecos que dejan las autoridades, pero por eso decidí fundar mi propia organización para hacer sustentable este proyecto, adaptarlo a la nueva normalidad y brindar educación a los niños. Tratamos de darles herramientas de resiliencia y empoderamiento para que conozcan sus derechos humanos”, explicó Andrea Rincón.
La activista social confió a este medio que está buscando que la SEP reconozca y certifique el programa para que los estudios brindados ahí tengan validez oficial y que pueda extenderlo a otros albergues, entre ellos la Posada Migrante, ubicada en Mexicali.
La educación es un derecho humano
Paulina Olvera es la directora y fundadora del albergue Espacio Migrante, que se encuentra en el centro de Tijuana, a unos cuantos metros de la garita de El Chaparral. Está convencida de que la educación es un derecho humano y que, por lo mismo, los niños migrantes deben estar protegidos por este derecho universal.
Por ello, se dio a la tarea de abrir en su albergue un espacio al que denomina La Cipoteca, donde se brinda, a 16 niños migrantes, juegos de entrenamiento y educación, en este caso con ayuda del Programa Binacional de Educación Migrante (Probem) y el sistema de enseñanza de la SEP.
El “aula” de este albergue cuenta con un pizarrón, sillas y mesas, donde los niños pueden tomar clases y sentirse como si estuvieran en una escuela, lo que los motiva emocionalmente y los lleva a pensar que están en casa.
Paulina aplica este método de trabajo para que las familias migrantes sepan que en México, sus hijos tienen derecho a recibir educación mientras tramitan su situación migratoria, como lo establece la Constitución y la Ley reglamentaria.
Con esta misma visión, otras organizaciones civiles evitan que los niños migrantes pierdan tiempo en su educación. Es el caso de Yes We Can, que emplea el primer programa binacional de escuela móvil, que ya opera en un albergue de Tijuana y próximamente abrirá otro en Mexicali.
La Coordinación Estatal del sistema Desarrollo Integral de la Familia (DIF) distribuye cuadernillos de diferentes grados educativos en varios albergues para que los infantes aprovechen el tiempo en educarse, ya que muchos de estos espacios no cuentan con servicio de Internet.
Por su parte, la asociación Families Belong Together creó el libro Coloring Without Borders (Colorear Sin Fronteras), que se distribuye en albergues y tiene como peculiaridad que las acotaciones de sus ilustraciones están en español e inglés.
Actualmente está en promoción y, por cada libro que una persona adquiera, un ejemplar es destinado gratuitamente a los niños migrantes, los cuales son distribuidos en los albergues Roca de Salvación, Camino de Salvación, Ágape Misión Mundial, Embajadores de Jesús y Espacio Migrante.
En el albergue Madre Asunta, ubicado en la colonia Postal –a unos kilómetros de la garita de San Ysidro– Rosario Castro se encarga de coordinar los programas, capacitar y orientar a las madres de familia. Desde hace 14 años realiza estas actividades en Madre Asunta.
La pandemia está cambiando paradigmas
Pese a las limitaciones que hay en los albergues, tanto Andrea Rincón como Paulina Olvera coinciden en que al final son actividades siempre abocadas a favorecer el desarrollo de los niños migrantes, quienes son los más vulnerables y están expuestos a todo tipo de riesgos físicos y psicológicos.
Andrea describe cómo es la enseñanza destinada a los pequeños; asegura que es muy importante la atención o el contacto personalizado entre maestro y alumno, relación que no puede darse en las clases digitales o a distancia, además de que no todos los niños disponen de esta opción y de la educación específica, porque resulta complicada.
“Sobre todo porque muchos niños no están muy relacionados con la tecnología o las plataformas que se utilizan, debido a que no han tenido esos privilegios. Pero ha sido un proceso interesante, porque ha sido de readaptación para ellos, sobre todo porque vienen de zonas y contextos muy marginados y vulnerables”, destacó.
También explicó que los niños que vienen de Centroamérica han vivido situaciones de violencia física extrema por las rivalidades entre pandillas. En el caso de los niños mexicanos, las confrontaciones criminales entre grupos del narcotráfico los han colocado en la misma afectación de riesgo físico y psicológico.
La activista social comentó que para ella y sus compañeros ha sido un reto enfrentar múltiples problemas para adaptar a los niños a un marco social positivo; afirmó que por fortuna, la reacción de éstos ha sido relevante, lo cual ha motivado al grupo en la mejora de sus métodos de atención.
Paulina Olvera, por su parte, insistió en que uno de los retos más frecuentes es la falta de Internet en los albergues y que, para sustituir las clases en línea, deben equiparse con laptops, televisiones, mesas y sillas, lo que complica sus tareas.
Sin embargo, indicó, han resuelto este tipo de problemas gracias a la buena voluntad de los tijuanenses, quienes han hecho donativos en dinero o en especie después de que el actual Gobierno Federal eliminó los apoyos a las organizaciones civiles que se dedican a atender a las comunidades marginadas.
Por cierto, entre los niños migrantes en las clases a distancia hay algunos padres de familia que hacen lo mismo mientras descansan de sus labores o están en espera de que las autoridades de Estados Unidos (EE. UU.) resuelven sus solicitudes de asilo.
Una de las madres agradeció con emoción que su pequeña hija pueda tomar clases en línea, porque además de que esta actividad la ayuda emocionalmente a entretenerse, en lo personal, le sirve de mucho reforzar su relación familiar cuando la apoya en sus tareas.
“Es muy bonito, porque estar con mi niña haciendo sus tareas me saca también a mí de la ansiedad del encierro y de no saber para cuándo van a cambiar las cosas… Mi niña, desde que toma clases también es más alegre y ya se relaciona más con los otros niños. Por eso estamos muy agradecidos con que aquí nos ofrezcan este tipo de cosas”, agregó.
Otro de los padres destacó este tipo de actividades desinteresadas en los albergues, porque en tanto aquéllos se ocupan en realizar sus trámites para buscar un futuro mejor, sus dos hijos se educan y se proveen de conocimientos que más adelante les servirán para hallar buenos trabajos.
Pocos días antes del cierre de esta edición, la SEP de Baja California hizo una invitación a niños y adolescentes en situación migratoria y ubicados en albergues, casas-hogar, en condición de asilo político o refugio, para que se inscriban en las escuelas públicas de nivel básico, obviamente sin costo alguno para padres o tutores.
Los solicitantes deben acudir a las oficinas del Programa Binacional de Educación Migrante (Probem) en cada municipio.
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Escrito por Manuel Ayala
Colaborador