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Nacional
La ayuda no ha llegado a Poza Rica; población se organiza para llevar víveres
Sin esperanzas de que el gobierno de Rocío Nahle apoye a los damnificados, habitantes de comunidades vecinas se organizan para llevar víveres a los afectados.


Foto: Antonio de la Cruz, enviado especial. 

A 24 horas de la tragedia en Poza Rica, 150 familias de la colonia la “Granja de la parte alta” están en total abandono, es una de las zonas más afectadas, donde se desbordó el río Cazones la mañana del viernes 10, “ni fotos ni presencia de las autoridades”, reclaman vecinos de la  colonia,  donde vivían más  600 personas de todas las edades quedan 4 casas en pie, por esta zona se desbordó el río cazones, los afectados necesitan comida y agua potable de manera urgente.

Las calles Pozo 174 y Manuel Capetillo ya no se parecen a lo que eran. El agua bajó, pero dejó atrás un paisaje de ruina y silencio. En la colonia Morelos y la parte alta de Las Granjas, los vecinos regresaron esta mañana a ver lo que quedó de sus casas: paredes agrietadas, techos caídos, colchones empapados y una esperanza que se sostiene apenas se sostiene con la fé.

“No tenemos nada, ni dónde sentarnos, ni dónde acostarnos. Hemos pasado dos noches sentados”, cuenta la señora Mercedes Iturbide, mientras muestra el interior de lo que antes era su sala. Las paredes, ennegrecidas por el lodo, apenas dejan ver los restos de muebles flotados por la corriente. “Esperamos ayuda del gobierno, cuando menos un colchón o algo. Todo se nos mojó”, reclaman a las autoridades.

El nivel del agua subió nueve metros en algunas zonas, como quedó marcado en las paredes de las construcciones más altas. Así como pudimos cerciorarnos en dos casas de madera con techo de zinc que fueron arrasadas, hay ciento de hogares que desaparecieron. “No quedó nada, nada. A la vecina solo le quedó la caja de su camioneta, y al otro, su carro nuevo lo arrastró el arroyo”, relata Ángel Salvador Leiva, uno de los damnificados.

Leiva vive en la colonia Las Granjas, parte alta. Su casa, hecha de material, también fue rebasada por la creciente. “Mi casa fue tapada, me reventó ventanas, las puertas están tiradas, mi carro apareció en el patio de la vecina. Es pérdida total”, relató mientras la nostalgia vencía su ánimo: “Lo principal es que tenemos vida. Con la bendición de Dios vamos a salir adelante”.

Las familias coinciden en algo: nadie del gobierno ha llegado a ayudarlos. “Hasta ayer en la tarde no había entrado ninguna autoridad. Solo unos policías para revisar si había difuntos, pero no para apoyar”, lamenta Leiva.

Foto: Antonio de la Cruz, enviado especial. 

Más de 150 familias quedaron sin hogar. La mayoría se refugió en albergues improvisados o casas de familiares, y regresan cada día entre el lodo para rescatar lo poco que quedó. Algunos vecinos lo hacen no solo para limpiar, sino para evitar los robos. “Se están rapiñando todo. Nosotros no sacamos nada, y lo poquito que queda se lo están llevando”, denuncia otro habitante, mientras observa los restos de su vivienda.

Los testimonios se repiten como eco entre las ruinas. “No tenemos ni cepillo, ni pasta, ni ropa. Gracias a la gente que ha venido a dejarnos café y comida, porque del gobierno no hemos recibido nada”, dice un hombre que ahora duerme en un albergue.

En estas colonias de Poza Rica, donde el agua alcanzó techos y arrasó historias, el sentimiento común es el abandono. Algunos recuerdan el desastre de 1999 y repiten resignados: “Veintiséis años después, vuelve a pasar. Pero ya sabemos que cuando el río crece, lo primero es salir vivos”.

El agua bajó, pero dejó una marca más profunda que la humedad: la certeza de que aquí, entre la colonia Morelos y Las Granjas, los damnificados no solo perdieron sus casas. Perdieron también la confianza en que alguien los escuche.


Escrito por Antonio de la Cruz Pérez

colaborador


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