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¿Cómo pasamos de una ola de calor a un frente frío?
Las siete mil 700 millones de personas que hay en la Tierra, aunado al actual modelo de vida consumista y desenfrenado, aceleran las condiciones de cambio climático que estamos enfrentando, como el calor y el frío.
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En días anteriores, en la Ciudad de México y varias regiones del país pasamos de días intensamente calurosos a días muy fríos. Lo que atravesamos fue una ola de calor y la entrada de un frente frío. Una ola de calor se genera por cambios en la presión atmosférica, los cielos despejados, baja humedad, altas temperaturas y pocos vientos. Cuando las altas temperaturas se mantienen por más de cinco días se considera que hay una ola de calor. Por otra parte, un frente frío se forma cuando una masa de aire frío choca con una masa de aire caliente, al ser más denso, el aire frío se mete como una cuña debajo del aire caliente, lo que genera movimiento y provoca inestabilidad en la atmósfera de la zona. Durante este fenómeno se presentan descensos de temperatura, heladas, vientos intensos, abundante nubosidad y lloviznas. Si bien estos fenómenos han ocurrido en nuestro planeta de manera natural y cíclica, en las últimas décadas estos patrones han sufrido alteraciones a causa de las actividades humanas.

El último reporte demográfico de las Naciones Unidas (2019) señala que la población mundial es de aproximadamente siete mil 700 millones de personas. Cada ciudadano demanda bienes y servicios como son la alimentación y actividades cotidianas como bañarse, trasladarse y utilizar recursos como la energía. La actual población mundial demanda más recursos de los que el planeta puede ofrecer, vivimos en un déficit ecológico que tiende a agravarse cada año. Es decir, la Tierra es un lugar sustentable, con capacidad de regeneración y autorregulación, pero de capacidades limitadas.

El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático señala que las actividades humanas con mayor impacto al medio ambiente aumentaron a partir de la Revolución Industrial, por la explotación desmedida de los recursos naturales.

La obtención de alimentos es la necesidad humana primordial. La forma de generar alimentos para consumo humano ha evolucionado con el paso del tiempo; la ganadería es una de las actividades más antiguas en el planeta, sin embargo, datos de la FAO (Food and Agriculture Organization of the United States) concluyen que esta actividad genera el 18 por ciento de los gases de efecto invernadero y es uno de los sectores con mayor crecimiento en comparación con otras actividades agroindustriales. El objetivo de la ganadería actual es ser intensiva, es decir, aumentar la producción en el menor tiempo posible mediante instalaciones, tecnología y un ganado estabulado. En este modelo, la degradación del suelo es impresionante, partiendo de la deforestación, pues es necesario obtener terreno para uso ganadero. Debido a que los árboles limitan las temperaturas que el aire puede alcanzar, la pérdida de cobertura boscosa provoca sequías y aumento de la temperatura. El consumo de energía y agua también es mayor, además de que la acumulación de grandes cantidades de excremento es fuente de contaminación por el metanol.

Las entidades industriales que se encargan de construir y proporcionar los medios para la alimentación, transporte, energía, etcétera, generan un rastro de gases de efecto invernadero masivo; a esto se le conoce como huella de carbono corporativa. Asimismo, las actividades diarias de cada ciudadano (alimentación, desplazamiento, uso de energía) que generan gases se les conoce como huella de carbono personal. Todo, en conjunto, aunado al actual modelo de vida consumista y desenfrenado, acelera las condiciones de cambio climático que estamos enfrentando, como lo son las olas de calor y los frentes fríos.

Acciones contrarrestantes inmediatas son necesarias y decisivas. En el nivel individual podemos optar por un consumo responsable de alimentos, transporte sostenible, uso de energías renovables y disminuir la cantidad de residuos. Aunque todo lo anterior suma, el problema es más profundo; esto no quiere decir que las acciones individuales no contribuyan, más bien el origen principal es más grande y una fuerte participación en las políticas públicas en el nivel industrial y mundial, así como el desarrollo de programas económicos con perspectiva de análisis e impacto al medio ambiente, promoción de energías limpias y la concientización de la población son necesarias para obtener resultados efectivos.


Escrito por Blanca Mendoza Mejía

colaboradora


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