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Con seguridad, este breve escrito puede ser insuficiente para exponer de manera integral los análisis más interesantes que el pensador soviético Valeri Bosenko desarrolló sobre la historia del pensamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Y no lo es por varias razones.
Primero, porque el estudio de Bosenko no es una historia, ni una historia del pensamiento, cosa que sería fácil de estudiar si se recurriera al uso común de quienes pretenden reducir la historia a una sola idea simple o de quienes desprenden de ésta lecciones, sentencias y enseñanzas morales o políticas de acuerdo a sus deseos.
Sin embargo, esto no es así, pues la historia está llena de aristas y el estudio de las múltiples determinaciones de un fenómeno, como la dialéctica –por lo menos la que desarrolló G. W. F. Hegel– es lo correcto si queremos acceder científicamente a la realidad.
Pues bien, lejos de lo que los críticos de la URSS han difundido, el pensamiento soviético fue rico en posturas y aportes al pensamiento universal, pues mediante marxismo se conformaron estudios que, en muchos casos, ayudaron a resolver problemas con una visión novedosa.
El pensamiento filosófico también fue prolífico. No solo se escribieron manuales de marxismo –que por cierto tuvieron un propósito específico: ayudar a difundir el pensamiento revolucionario para ponerlo al alcance de casi cualquier conciencia– sino que, además, hubo gente que se dedicó a la investigación profunda de los problemas discernidos en los textos de Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Ivanov, Lenin. Uno de esos estudios fue aportado por Valeri Bosenko.
Segundo, Bosenko perteneció a un grupo de marxistas que procuró no alejarse de los planteamientos centrales del pensamiento del fundador del comunismo científico. Es conocido que, después de la desaparición de la URSS, hubo una desbandada de pensadores que ya no defendieron las propuestas básicas del marxismo y que muchos se convirtieron en sus francos enemigos. A pesar de la derrota, Bosenko procuró defender al marxismo en la medida de sus posibilidades, con la intención de educar a la nueva generación de comunistas mediante la enseñanza profunda de sus principios para entenderlos y transformar la realidad.
Tercero, Bosenko fue un pensador que intentó ser fiel al pensamiento marxista en todas sus dimensiones, remarcando la necesidad de que la teoría no fuera producto de un análisis abstracto, sino la consecuencia misma de la realidad; para él, la filosofía y la dialéctica materialista no eran sino el resultado de las contradicciones objetivas de la sociedad, en concreto, de las contradicciones de clase. De este modo, el conocimiento de la realidad estaba determinado por el movimiento mismo del rumbo revolucionario.
Rafael Plá León, filósofo cubano y alumno de Bosenko, editó, en la introducción del libro El proceso de formación de la teoría, una compilación de artículos de Bosenko publicados en Edithor que, cuando el profesor soviético supo que la filosofía dialéctica no agradaba a algunas personas, comentó: “…no les gusta porque no la estudian; no la estudian porque no les gusta ¿Y saben cómo pueden salir de ese círculo vicioso? Solo la actividad puede lograr romper la contradicción: haciendo, actuando, en este caso, estudiando”.
Esta reflexión es una muestra de la claridad con que se expresaba Bosenko, para quien los problemas de la teoría, sean simples o muy complejos, se resuelven en la práctica. Pocos son los esfuerzos que se han hecho para difundir el pensamiento de este gran pensador materialista.
Escrito por Alan Luna
Maestro en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).