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Existe, por un lado, una tendencia global al crecimiento de enfermedades crónicas asociadas con inflamación, como el asma, enfermedades alérgicas y autoinmunes, muchos tipos de cáncer, e incluso la depresión ha sido asociada a la presencia de elementos inflamatorios. Por otro lado, otra tendencia creciente es la pérdida de diversidad biológica, entendida ésta como la variabilidad de seres vivos de todos los ambientes terrestres, acuáticos y los sistemas ecológicos de los que son parte; esto incluye la diversidad dentro de la misma especie (humanos distintos unos de otros), la diversidad entre especies distintas (como amibas, lobos, humanos, tortugas, etc.) y la diversidad de ecosistemas (bosques templados, desiertos, arrecifes, etc.). A primera vista, ambas líneas parecen estar desconectadas una de otra y no tener relación entre sí; sin embargo, en los últimos años, la comunidad científica ha hallado elementos que apuntan lo contrario.
La disminución de la biodiversidad podría aumentar el riesgo de enfermedades crónicas para la humanidad. La salud humana depende de los organismos presentes en el ambiente, así como de aquellos que viven dentro de nuestro cuerpo en una relación comensalista; esta relación significa que existen microorganismos que viven en la superficie de nuestro cuerpo, en las mucosas y se benefician de ello sin causar problema alguno a nuestro organismo. Es el caso de microorganismos como bacterias, hongos, virus y protozoarios, que por su reducido tamaño solo pueden verse bajo el microscopio.
La composición de los microorganismos en nuestro cuerpo se refiere a las especies presentes y a las cantidades en que éstas se encuentran. Los cambios o alteraciones en la composición de los microorganismos de nuestro entorno, así como los cambios en la composición de los que viven dentro de nosotros, naturalmente traen consigo consecuencias en el funcionamiento de nuestro cuerpo. Existen ya varios estudios que han encontrado asociaciones entre la alteración de la composición de los microorganismos de nuestro cuerpo y enfermedades intestinales, alergias, diabetes tipo I, obesidad, cambios de conducta, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Pero, ¿qué modifica la composición de microorganismos fuera y dentro de nuestro cuerpo? El ambiente lo hace, nuestro entorno. Estos cambios en la composición, a su vez, producen variaciones en el funcionamiento de nuestro sistema inmune. Las pruebas más sólidas sobre ello proceden de estudios epidemiológicos sobre inmigrantes. Los individuos que se trasladan de zonas con una baja presencia de enfermedades crónicas a una zona con una alta presencia suelen tener un buen estado de salud tras su llegada: el “efecto del inmigrante sano”. Estos cambios parecen producirse en los 10 años siguientes a la llegada, pero suelen ser más drásticos en los individuos recién llegados (Newbold, 2005, Social Science and Medicine).
Algunos estudios han comparado la composición de microorganismos en el aire de sitios urbanos y de sitios forestales, hallando importantes diferencias. El pasado dos de septiembre se publicó, en la revista científica Frontiers in Ecology and Evolution un estudio en el que se analizó la presencia y la diversidad de bacterias, hongos, virus y demás organismos biológicos en el aire a 300 metros por encima de la cubierta vegetal del Amazonas. Los autores del estudio hallaron una diversidad mayor de especies de hongos (30 por ciento) que lo que se ha reportado para sitios urbanos (de tres a cinco por ciento).
Pero la mayor cantidad de hongos no es en sí misma una amenaza, porque no todos los hongos son infecciosos; varias especies son benéficas para el humano. Algunos de los grupos de hongos que provocan alergias y plagas en los cultivos se encontraron con menor frecuencia en las muestras de aire del Amazonas que en las de los sitios urbanos. ¿Por qué se dan estas diferencias? No se sabe bien aún, quizá tenga que ver con que los organismos compiten entre sí por recursos y unos desplazan a otros; pero la diferencia entre los sitios naturales y urbanos es clara. Ello constituye otro argumento para la conservación y recuperación de nuestros ecosistemas. Necesitamos biodiversidad, necesitamos un entorno sano para que los mexicanos estemos sanos también.
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Escrito por Citlali Aguirre Salcedo
investigadora