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En el fondo, nadie cuestionaba la necesidad de abandonar todo por ir a la guerra. Sin embargo, en medio de una persecución implacable y bestial por parte de los nazis, que terminaría en suicidio, Benjamin comprendió que este llamado era sólo el eco de un grito que se repetía cada nueva crisis. Que entonces el fascismo y el nazismo eran las banderas del “nuevo” estado de excepción pero que, en cuanto dejasen de ser útiles, se cambiarían por nuevos enemigos; de lo que se trataba, para conservar los privilegios de la clase en el poder, era de tener a la mano siempre un motivo que la prensa y los medios pudieran magnificar, a tal grado que no quedara duda alguna de que la única salida posible era olvidarlo todo y someterse, sin miramientos ni cuestionamientos, a la autoridad. El orden como fundamento de la existencia social. Con toda razón, su amigo y camarada, Bertolt Brecht, diría unos años después, tras el derrumbe del nazismo: «Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al Bastardo, la Puta que lo parió está caliente de nuevo”. En otras palabras, el nazismo era sólo un hijo bastardo al que el capitalismo se niega, todavía hoy, a reconocer como suyo.
Desde entonces, y hasta nuestros días, el “estado de excepción” no ha dejado de existir como forma de sobrevivencia del capital. Cada crisis económica viene aparejada de un nuevo “suceso histórico”. Las nuevas generaciones comienzan incluso a perder la capacidad de asombro; el siglo XXI se observa como una cadena interminable de “acontecimientos” que no dejan de impactar al mundo: “Una parte del planeta ha vivido estos treinta últimos años –escriben Rimbert y Rzepski– como una sucesión de sobresaltos: «terapia de choque» y paro masivo en los países del antiguo bloque soviético, desplome financiero en Rusia y el sureste asiático en 1998, estallido de las burbujas de las puntocom en el 2000, atentados del 11 de septiembre de 2001 […] Gran Recesión de 2008 y 2009, Primavera Árabe, crisis de la deuda europea entre 2012 y 2015, pandemia de covid-19, catástrofes climáticas […] intervenciones militares occidentales en Somalia, Irak, Afganistán, Libia, etc.” Todavía entonces el conflicto en Ucrania y la masacre en Palestina parecían lejanos. Estos “acontecimientos”, sin embargo, no son otra cosa que los escombros que comienzan a caer de un edificio en ruinas; el desplome empieza a dar avisos y, si a cada paso que damos nos encontramos con una amenaza de destrucción, lo más sensato sería comenzar a preguntarnos si, detrás de todo esto, no asoma ya la cabeza el Ángel de la Historia.
Nos enfrentamos ahora a un “nuevo” estado de excepción. La crisis que ahorca al capitalismo reclama nuevas medidas de control, pero así como las drogas necesitan para hacer efecto dosis cada vez más altas, los nuevos decretos tienden a ser más radicales, más destructivos y dañinos, sobre todo para la clase trabajadora. Si en sus inicios el neoliberalismo vio propicio suprimir esencialmente el poder económico del Estado, ahora, en Occidente, al capital no le queda más opción que destruirlo todo para salvarlo todo. Ante el desplome inminente de un sistema, no tardaron en limpiar la “pizarra mágica” en la que antes escribieran “nazismo” para poner en su lugar “Moscú”. La tragedia social, energética y hasta alimenticia que vive hoy Estados Unidos, es culpa “de Putin”, según el presidente Biden; en Francia, Macron pretende justificar las medidas restrictivas tomadas por la OTAN como una “economía de guerra”, mientras que Olaf Scholz, el reflejo preclaro del fracaso de la izquierda liberal, pretende resistir la crisis en Alemania acusando al “terror rojo” de todos los males que ellos mismos han provocado.
Tal y como el 11 de septiembre de 2001, inmediatamente después del derrumbe de las torres gemelas en EE. UU., según escribe Serge Salimi, unos “funcionarios británicos” recibieran este mensaje de “la consejera de un ministro”: «Es un día estupendo para aprobar disimuladamente todas las medidas que debemos tomar», hoy en el mundo, se está preparando el terreno para iniciar el período de “excepción” que permita tomar medidas radicales en contra del trabajo y a favor del capital. Poco a poco comenzarán a desaparecer derechos, libertades y prerrogativas que han costado siglos conquistar; el llamado a la guerra o a la austeridad no tardan en hacerse públicos. El “monstruo” que ahora habita en Moscú y que tiene su aliado en China es el motivo de la crisis, la justificación de la misma. Lo que quieren hacer pasar en Europa y Estados Unidos como un enemigo público es, en realidad, una alternativa a la catástrofe.
Sin embargo, y porque la historia no avanza en balde, las clases trabajadoras no se tragan ya el cuento de “salvación” con el que se justifica la opresión y la excepción. La farsa ucraniana ya no convence a las grandes “masas”, a pesar de la embestida sin precedentes que encabezaron casi todos los medios de comunicación occidentales. Los trabajadores, sobre todo en Europa, comienzan a reconocer la diferencia entre salvar al pueblo y a la patria, y salvar al capital. Todas las sanciones impuestas a Rusia se observan injustificadas, sobre todo a raíz de las consecuencias calamitosas que tienen para las clases trabajadoras de Occidente, véase si no la masiva manifestación de los agricultores en Europa. Biden, en EE. UU., ha perdido toda aceptación entre las masas mientras que, caso contrario, Putin es hoy el presidente con mayor aprobación en el mundo entero. Aunque no podemos hablar todavía de un despertar político, encausado hacia una transformación estructural de la sociedad a nivel mundial, las consecuencias fatales de este “estado de excepción permanente” impuesto para la sobrevivencia de un capitalismo descompuesto, parecen ya no ser tan sencillas de ocultar. El despertar, aunque tardo y doloroso, está llegando. La politización empieza a movilizar a masas hasta hace algunos años inertes. ¿Será suficiente esto para evitar el nuevo y definitivo “estado de excepción”? Esperemos que sí, por el bien de la humanidad.
La “Cuarta Transformación” no se sostendrá en el largo plazo porque es una obra de artificio.
Maestro y poeta, desde 1976 soy orgullosamente un militante antorchista de vanguardia; desde 1979 me he dedicado a recorrer el país con el objetivo de educar y organizar a los obreros, campesinos, amas de casa y estudiantes en el Movimiento Antorchista Nacional.
Las recientes acciones de las fuerzas armadas ucranianas en la región de Kursk muestran que el régimen de Zelensky, en su desesperación y en la anticipación de un inevitable colapso.
Se espera que el próximo gobierno sexenal ahora sí se hará válido el lema de campaña, “por el bien de México, primero los pobres”, y no el que durante los seis años recientes practicó Andrés Manuel López Obrador (AMLO): “por el mal de los pobres, primero los ricos”.
De la obra del ingeniero Aquiles Córdova Morán presentada hace poco, destaco su gran capacidad predictiva, confirmada por el ulterior desarrollo de los acontecimientos.
Contrario al discurso de que la actividad artística la realiza un puñado de gente despreocupada, excéntrica, etc., está muy romantizada; por el contrario, requiere un esfuerzo intelectual considerable, además de una tenaz disciplina de trabajo.
El periodista Alejandro Envila Fisher nos lleva a conocer la verdadera historia de Huitzilan, contrario a lo que se ha querido hacer creer respecto a que fue Antorcha quien llevó la violencia al municipio, cuando en realidad fue gracias a Antorcha que ésta pudo eliminarse.
Los países del BRICS+ están impulsando una histórica transformación en el escenario financiero internacional.
En este artículo se explica por qué sostener que el arte es un reflejo de la sociedad, así a secas, distorsiona y mutila el papel de la actividad artística y de los artistas.
América Latina presencia el ascenso de corrientes políticas identificadas con la derecha, como una corriente ideológica de múltiples variables entre los intelectuales y personalidades políticas.
Por fin, la geopolítica se mueve en el sentido de Corea del Norte, un país que hace 7 años ya soñaba con hundir un portaaviones de propulsión nuclear estadounidense “de un solo golpe”. La cuestión es que esa fantasía sigue sin ponerse a prueba.
El poema "Los bárbaros están a las puertas de Petrogrado" (1919) es un enérgico llamado a la defensa de la Revolución Rusa, entonces asediada por fuerzas antibolcheviques que, durante la guerra civil intentaron un golpe contrarrevolucionario apoyadas por el gobierno alemán.
Más allá de su discutible impacto social, el incremento salarial no es fruto de la lucha obrera, ni de que, para arrancarlo, López Obrador haya enfrentado en singular y feroz batalla a los patronos.
Con la caída del bloque socialista y la propaganda burguesa, muchos partidos de izquierda creyeron que el marxismo-leninismo estaba derrotado; pero la realidad está demostrando todo lo contrario.
Un “buen fin” sería que las empresas pagaran mejores salarios a los trabajadores y que las jornadas de trabajo fueran de 40 horas.
Escrito por Abentofail Pérez Orona
Licenciado en Historia y maestro en Filosofía por la UNAM. Doctorando en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).