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Economía
¿A dónde va a parar la basura del mundo?
El envío transfronterizo de basura de países ricos a países pobres en los que la regulación ambiental es muy laxa y la capacidad de reciclaje es mucho menor que en los países de origen.


El envío transfronterizo de basura de países ricos a países pobres en los que la regulación ambiental es muy laxa y la capacidad de reciclaje es mucho menor que en los países de origen es otro síntoma de la dominación imperialista de unos países sobre otros. 5º elemento lab publicó un informe titulado El basurero de Estados Unidos: México y Canadá reciben la mayoría de los residuos peligrosos. Este informe muestra los datos sobre los flujos de salida de los residuos peligrosos de Estados Unidos (EE. UU.) e señala que México recibió 690 toneladas de las mil 288 que hubo en 2022. Esto quiere decir, 54 por ciento de los desechos de la potencia mundial. 

En EE. UU. la regulación de la basura se realiza mediante la Agencia de Protección Ambiental, que responsabiliza a las empresas de hacerse cargo de sus residuos desde el origen hasta la tumba. Sin embargo, para las empresas resulta oneroso el tratamiento de los residuos plásticos y tóxicos, por lo que les resulta más barato pagar por este servicio en países con regulaciones mucho más relajadas, es decir, en los países subdesarrollados, que lidiar con las regulaciones ambientales de los estados o con los altos costos de los centros de procesamiento estadounidenses.

Desde 2018 la importación de basura en México ha aumentado 121 por ciento, lo que tiene sus causas en varios sucesos. En primer lugar, China prohibió la importación de desechos plásticos por no ser susceptibles de reciclaje, por su toxicidad y por provocar grandes problemas de contaminación y daños a la salud de su población y territorio. Hasta antes de esta decisión, China era el principal importador global de muchos tipos de materiales para reciclaje, pero con el objetivo de proteger a su población y territorio de la basura sucia e incluso peligrosa por algunos residuos tóxicos, desde finales de 2017 anunció la prohibición total de la importación de basura.

En segundo lugar, a partir de 2018, desde la presidencia de la República Mexicana se incentivaron las importaciones de los residuos tóxicos con el argumento de la reactivación económica, creación de empleos y generación de divisas. Los incentivos consistieron en el abaratamiento del cobro a las empresas estadounidenses por el servicio de tratamiento de la basura. Esto derivó en el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores en el sector de la basura; el salario de éstos, según el Banco Mundial, apenas asciende a un máximo de ocho mil pesos mensuales, pues hay gente que gana incluso tres mil 500 al mes. Además, los trabajadores ahora enfrentan mayores riesgos debido a las malas condiciones laborales en el tratamiento de residuos tóxicos y peligrosos. Este modelo, dirigido por la ganancia, ha hecho que el tratamiento de los residuos se vea como un negocio en donde el gobierno mexicano privilegia intereses económicos por sobre la contaminación y la salud de su población.

La basura constituye la premisa y resultado de una relación dialéctica entre las sociedades y su naturaleza y, por tanto, es un reflejo del modelo de producción y consumo capitalista. El capitalismo tiene la cualidad única de tener una capacidad productiva y al mismo tiempo una capacidad única para el consumo más allá de lo necesario. Esto ha provocado que los residuos producidos superen la capacidad de la Tierra para reabsorberlos y su nocividad creciente pone en riesgo el mantenimiento de los ciclos vitales. Sin embargo, la irracional lógica de la ganancia hace que las soluciones se restrinjan a verlo como un problema ecoeficientista que reduce los problemas ambientales a términos mercantiles sin cuestionar el modelo, en su lugar los reproduce.

Si bien el problema de la basura es grave a escala mundial, es importante territorializarlo, pues no todos los países tienen las mismas herramientas para superarlo. EE. UU. es el país que más riqueza produce y consume en todo el mundo, por tanto, es el mayor productor de basura en el mundo, con 268 millones de toneladas al año. Para no hacerse cargo de esta basura decide exportarla a los países pobres, que la reciben como una forma de participar en el comercio mundial. Esto sucede en relaciones económicas que fortalecen al imperialismo mediante el servicio de tratamiento de la basura a costa de la salud de la población y de elevar los niveles de contaminación. 


Escrito por Samira Sánchez

Maestra en Estudios Urbanos por El Colegio de México. Realiza estudios de doctorado en la misma institución.


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