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Precarización del trabajo artístico en México
La ausencia de planeación en los apoyos gubernamentales para el sector artístico se refleja en una de las principales “banderas” políticas de la “Cuarta Transformación”, la austeridad, que ha barrido con lo poco bueno alcanzado durante años anteriores.
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En marzo de 2021, la Secretaría de Educación Pública (SEP) emitió una convocatoria abierta para rediseñar los libros de texto gratuitos, en los que se basa la enseñanza mexicana. Los ganadores del concurso verían su trabajo publicado, tendrían un ejemplar del libro con su diseño y un reconocimiento con valor curricular. La reacción de los artistas fue inmediata, y publicaron una “anti-convocatoria”, en la que denunciaron la precarización del trabajo artístico en la SEP, cuyos titulares creen que el trabajo de los ganadores no debería ser pagado.

La creencia de que el artista trabaja únicamente por amor al arte, que éste es solo entretenimiento o que no es trabajo, tiene origen diverso. Esta idea se inserta en la concepción generalizada de las sociedades capitalistas en torno a que solo es pagable el trabajo que produce valor. Esto no se debe, por supuesto, a que el arte carezca de valor o que sus obras no sean mercancías valiosas, sino a que proceden de una actividad marginal y distinta a la producción utilitaria; a que requieren más tiempo de hechura; a que su mercado es mucho más reducido y a que su creador tiene ganancias mucho menores, y su vida resulta muy difícil. Si a estos datos, un ciudadano promedio suma el conocimiento de que grandes artistas como Vincent van Gogh o Edgar Allan Poe tuvieron graves problemas de sobrevivencia porque recibieron poca o ninguna gratificación económica por sus obras, reafirma su creencia de que el arte no es un trabajo y que no tiene suficiente valor.

Pero en un sistema de libre mercado, es imposible sobrevivir sin sujetarse a la lógica del trabajo realizado para ganar dinero y es injusto, incluso inhumano, pedir que los artistas sigan los pasos de sus antecesores y produzcan obras sin la obtención de un pago por su tiempo y esfuerzo invertidos. Además, la convocatoria y los “premios” de la SEP parecen ignorar que los artistas conforman uno de los sectores sociales que más resiente las crisis sanitaria y económica que la pandemia del Covid-19 ha provocado en el mundo. Es imposible contar con datos del impacto económico que ésta genera en tal sector nacional, porque la Secretaría de Cultura (SC) Federal los ignora, como lo reconoció su titular Alejandra Frausto el 31 de marzo de 2021. A pesar de los 82 millones de pesos que se destinarán a concursos de creación artística, es muy difícil que los creadores de arte, que más lo requieren, puedan beneficiarse o siquiera ser localizados.

La ausencia de planeación en los apoyos gubernamentales para el sector artístico se refleja en una de las principales “banderas” políticas de la “Cuarta Transformación”, la austeridad, que ha barrido con lo poco bueno alcanzado durante años anteriores. La destrucción de fideicomisos como el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine demuestran que la SEP sustituye la educación y la cultura por la demagogia.


Escrito por Jenny Acosta

Maestra en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana.


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