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La educación en México está en una encrucijada. La pandemia y su mal manejo gubernamental hacen inviable el restablecimiento de las modalidades presencial y semipresencial. Esto es entendible porque la crisis sanitaria pondría en alto riesgo la salud de los alumnos.
¿Qué alternativas quedan? La primera opción es suspender actividades; la segunda es implementar una modalidad a distancia. Está de más señalar las limitaciones de ambas alternativas. La educación a distancia no puede suplir la educación presencial. Esto es así no solo por la cercanía del alumno con su instructor. El problema no radica solo en la “calidad” de la “transmisión” de los conocimientos, sino también en el hecho de que el proceso de enseñanza-aprendizaje implica una construcción colaborativa. Es decir, los alumnos necesitan tanto del profesor como de sus pares. Los vínculos de colaboración ayudan a que las habilidades de los distintos estudiantes se nivelen. Lo que un estudiante no puede hacer solo (todavía), muchas veces lo hacen sus compañeros en colectivo y es mediante este “andamiaje” como los educandos logran apropiarse en lo individual de capacidades que de otra forma no podrían adquirir al menos en breve tiempo.
Suspender actividades podría ser una alternativa. La mayor ventaja de esta opción sería para las familias de medios y bajos recursos. Se trata de familias que cuentan con pocos recursos económicos y culturales para ayudar a sus hijos e hijas con las clases y tareas, y que debido a la crisis económica han perdido sus empleos, han visto reducidos sus ingresos y están más ocupados en sobrevivir que en atender los problemas educativos de sus hijos. Por ello, la suspensión de clases las aliviaría de una carga sobre sus espaldas.
Sin embargo, la suspensión acarrea costos que el Estado está poco dispuesto a aceptar. En primer lugar, esa decisión generaría un desfase escolar que impactaría directamente sobre algunos de los principales indicadores educativos y, además, supondría esfuerzos administrativos adicionales en los ciclos posteriores. Esto, sin embargo, sería lo menos trascendente, ya que la cancelación de un ciclo escolar sería interpretada políticamente como una declaración de incapacidad del gobierno, que además obligaría a éste a generar una estrategia de reingreso, inmediatamente posterior, para evitar el evidente rezago educativo.
La otra opción, la preferida por las autoridades, es la educación a distancia. Los inconvenientes pedagógicos son claros. Con la suspensión se genera un rezago generalizado. Con la educación en línea, además del rezago, es muy probable que se amplíen las brechas en el aprovechamiento; es decir, es probable que los estudiantes de estratos sociales altos logren resultados educativos significativamente mayores que los de estratos bajos. Es muy probable, asimismo, que con la suspensión los estudiantes de estratos altos empleen su tiempo en actividades educativas, mientras sus homólogos de clase baja se dediquen a tareas domésticas o laborales. Es difícil saber qué escenario tendría mayores costos educativos. Sin embargo, ambos los tendrán.
La educación en línea rinde mayor beneficio al gobierno, a diferencia de la opción de suspender las clases, porque continuar éstas a distancia le ahorra el desfase administrativo; el impacto negativo en los indicadores y le da la imagen de un gobierno que se hace cargo del problema. La fórmula, sin embargo, es engañosa. Con la educación a distancia se favorece una narrativa que da por saldada la responsabilidad gubernamental, dejando la carga de los resultados a los estudiantes, los padres de familia y los docentes, además de que no obliga a la administración a generar una estrategia de reingreso enfocada a corregir rezagos.
Esto último es de particular importancia. La contingencia sanitaria tendrá consecuencias educativas, en cualquier caso. El regreso a clases demanda una estrategia orientada a compensar rezagos y corregir brechas de aprovechamiento. Para ello es necesario corregir carencias de infraestructura, fallas administrativas y servicios básicos que tienen nuestras escuelas, así como la falta de maestros. Esto es lo mínimo que debe hacerse para que, en su regreso a las aulas, los alumnos no se hallen inermes ante las consecuencias desastrosas de la pandemia. Esto es lo que hay que exigir y debemos contemplarlo en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2021.
México necesita urgentemente un modelo educativo integral que supere los rezagos educativos. Un modelo que considere las diferencias culturales, regionales y sociales.
Los miembros de la asociación dieron su apoyo a todos aquellos padres de familia que no apoyan la decisión de retornar a los niños a sus escuelas.
n la Ciudad de México, un amplió contingente marchó del Ángel de la Independencia a Palacio Nacional. Sin embargo, no fueron escuchados por las autoridades federales.
Sólo el 66.4 por ciento de las escuelas tiene servicios sanitarios y el 66.1 por ciento energía eléctrica.
La educación media superior, el bachillerato, representa el embudo del sistema educativo mexicano. En este nivel, la mayoría de los estudiantes se rezaga o interrumpe sus estudios.
La Fundación Mary Street Jenkins reiteró que hay una campaña de desprestigio en su contra, que ha derivado en acciones contrarias a la ley como los hechos ocurridos hoy en la UDLAP.
Los alumnos regresarán a clases el jueves 9 de enero de 2025.
López Obrador ignoró la protesta y convocó a clases a partir del próximo agosto, y hoy lo vuelve a hacer “pese a que se demostró que es una medida errónea".
Se tenía previsto que el cierre del ciclo escolar sería el próximo 16 de julio.
Los estudiantes de nivel básico tendrán cuatro días consecutivos de descanso.
Con el objetivo principal de proteger la salud de los estudiantes durante esta temporada de frío.
El reporte hizo el llamado a la acción, y a cerrar la brecha de rezago educativo que agravó el cierre de las aulas.
La ALPES, integra en su seno a 142 instituciones particulares que atienden la formación profesional de 470 mil estudiantes en 680 campus.
El Estado de México anunció que, del 12 al 23 de agosto, se llevarán cabo las inscripciones ordinarias al ciclo escolar 2024-2025.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo este viernes que quienes se oponen al regreso a clases presenciales en el país no envíen a los menores a las escuelas.
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Escrito por Pablo Bernardo Hernández
Licenciado en psicología por la UNAM. Maestro y doctor en ciencia social con especialidad en Sociología por el Colegio de México.