Considerada una de las cultivadoras del género de la poesía confesional, sus obras más conocidas son sus poemarios El coloso, Ariel y su novela semiautobiográfica La campana de cristal
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Más conocido como E. E. Cummings, fue un poeta nacido en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos) el 14 de octubre de 1894. Fue conocido por sus poemas que rompen con toda estructura tradicional, incluyendo usos poco ortodoxos de la puntuación. A pesar de su gusto por los estilos vanguardistas, buena parte de su trabajo es tradicional; frecuentemente trató temas como el amor y la naturaleza, así como la sátira y la relación del individuo con las masas y el mundo.
Publicó más de 900 poemas, dos novelas, muchos ensayos y una gran cantidad de dibujos, bocetos y pinturas. Escribió algunas obras de prosa, teatro y un libro de crítica –I: six nonlectures que recopilaba las lecciones que impartió en la cátedra de poesía de la Universidad de Harvard–. Publicó una docena de libros de poesía desde 1923 hasta su muerte en 1962, la recopilación póstuma de sus Poemas completos abarca más de mil páginas.
Traducción de José Casas y
Ulalume González de León.
Buffalo Bill
difunto
él
que montaba un semental
de fluida plata
y abatía unadostrescuatrocinco
palomasenuntrís
Jesús
era un hombre excelente
y lo que yo quisiera saber
es si le gusta su muchacho de ojos azules
Señor Muerte
me abriré camino
hasta empapar mis muslos
en ardientes flores
me pondré el sol en la boca
saltaré al aire maduro
Vivo
con cerrados ojos
que arremeten contra lo oscuro
En las dormidas curvas de mi cuerpo
dedos de tersa maestría penetrarán
con castidad de muchachas oceánicas
Habré de completar
el misterio de mi carne
y habré de levantarme
al cabo de mil años
lamiendo flores
Y engastaré mis dientes en la plata de la luna
a pesar de todo lo que respira
y se mueve, porque el Destino
(con las más largas manos blancas
puliendo cada pliegue)
deslavará del todo mi memoria y la tuya
antes de abandonar mi cuarto
me vuelvo (e inclinándome
por entre la mañana), beso
esta almohada, amor mío,
donde nuestras cabezas vivieron y fueron
ya que sentir está primero
quien alguna atención preste
a la sintaxis de las cosas
no te besará nunca por completo
por completo ser un loco
mientras la Primavera está en el mundo
es algo que aprueba mi sangre;
y que mejor destino son los besos
que la sabiduría
lo juro señora por todas las flores. No llores.
el más perfecto gesto de mi mente
es menos que el temblor de tus párpados que dice:
somos el uno para el otro.
Entonces ríe,
entre mis brazos recostada
porque la vida no es un párrafo
Y la muerte pienso no es un paréntesis
lo que al color la lluvia, sé tú al amor y créame
gradualmente (así inventan el aire las colinas
que ahora brotan) exhala mis cómos y mi trémulo
dónde y mi cuándo aún invisible y espera:
si no soy corazón, ya estoy latiendo. Piensa
que partí como un sol debe partir, haciendo
que para ti la tierra parezca alegrefirme.
Recuerda (así las perlas más que cercan un cuello):
más allá de su nunca-final tus miedos vístenme
(oscura inquieta enorme la sílaba de amor
ni gana en la alabanza ni pierde en la condena).
Morirá el pensamiento que no nazca del sueño.
Baila el árbol, las alas al año acogen (flota
el poema aunque el mundo y el deseo se hundan
¿quién sabe si la luna no es
un globo que ha partido de una profunda ciudad
en el cielo –repleto de personas hermosas?
(y si tú y yo
nos subiésemos a él, si
nos aceptaran a ti y a mí en su globo,
entonces
nos elevaríamos con todas esas hermosas personas más alto
que las casas, los campanarios y las nubes:
navegaríamos
y navegaríamos hasta una profunda
ciudad que nadie ha visitado jamás, donde
siempre es Primavera) y todo el mundo está
enamorado y las flores se cogen solas.
en algún lugar al que nunca he ido, gozosamente más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más delicado hay cosas que me rodean,
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.
tu mirada más leve me abrirá sin esfuerzo
aunque me haya cerrado como unos dedos,
tú siempre me abres pétalo a pétalo como abre la Primavera
(tocando hábil, misteriosamente) su primera rosa
o si tu deseo fuera encerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos muy delicadamente, de repente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosamente por todas partes;
nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala
el poder de tu intensa fragilidad: su textura
me domina con el color de sus países,
produciendo muerte y eternidad a cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre; pero algo en mí comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas
Considerada una de las cultivadoras del género de la poesía confesional, sus obras más conocidas son sus poemarios El coloso, Ariel y su novela semiautobiográfica La campana de cristal
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Escrito por Redacción