Cuenta Mason Currey en Rituales cotidianos que el psicólogo William James afirmaba que los hábitos crean el orden necesario para avanzar hacia campos de acción realmente interesantes.
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Al contemplar las sorprendentes construcciones antiguas y modernas, a menudo se olvida el esfuerzo realizado por sus creadores: no los que se desprendieron de unas monedas para comprar mano de obra y materiales, sino los otros, los silenciosos, los anónimos que cargaron sobre sus hombros cada piedra bajo el Sol o venciendo al invierno. Y cuando se recuerdan los grandiosos triunfos militares, frecuentemente se atribuye al general o al prócer la victoria y se olvida a los miles de muertos en combate.
Así, en el inmenso monumento literario, que elevara el castellano de Miguel de Cervantes a la cúspide de las lenguas cultas, un ser humilde, que había dejado hacía tiempo su juventud, frágil y casi en los huesos, soporta sobre su endeble cuerpo el peso de la heroicidad de su jinete. Es Rocinante, sin el que don Quijote no hubiera llegado siquiera al primer episodio de sus mundialmente conocidas aventuras; el autor, que juega con la polisemia de rocín, a la par caballo de trabajo y hombre rudo, no pasa de largo ante el potente simbolismo que remite al pueblo, sobre cuyos hombros se levanta la fama de los héroes.
Éste es el sentimiento que el poeta colombiano Hugo Salazar Valdés (1922-1977) expresa en los dos sonetos de su Elegía de Rocinante, conmovedor homenaje al valeroso corcel del caballero andante, cuyo creador considerara “mejor montura que los famosos Babieca, del Cid y Bucéfalo, de Alejandro Magno” y cuya importancia a menudo relegamos a un segundo plano los lectores, deslumbrados por las peripecias del Ingenioso Hidalgo; para Hugo Salazar Valdés, no entender la grandeza de Rocinante y su rol fundamental en la genial alegoría cervantina es una ingratitud que empobrece la cultura y los valores que dieron vida a esta obra maestra de la literatura universal.
I
El orbe aplaude el ideal y avío
de tu loco señor y su escudero
y olvida tu pavesa de lucero
cual si no hubieras encarnado el brío.
No sospecha los signos del hastío
en que te das desde el andar primero
ni los pesares que pensar no quiero
en tu senda sin pausa ni desvío.
No hay sin tu aval molinos de aventura
ni gracia en la burlesca desventura
de un soñador en trono de esqueleto.
Sin ti tu don Quijote muerto habría,
Sancho flor de sustancia no sería
ni Miguel iniciara el alfabeto.
II
Carnación de martirio. Nocherniego
símbolo del dolor y la tristeza.
Rumiante del ayer. Lágrima presa.
Orto vernal de telaraña ciego.
Rocinante o helado Sol manchego.
Suma endeblez de la naturaleza.
Espina que en el alma se interesa.
Ancianidad de lastimoso ruego.
Recóndito gemido de Cervantes.
Debilidad de diligencia ufana.
Mofa del caballero caminante.
En el decurso de la vida humana
tu gradual menoscabo de diamante
precipita la noche castellana.
Cuenta Mason Currey en Rituales cotidianos que el psicólogo William James afirmaba que los hábitos crean el orden necesario para avanzar hacia campos de acción realmente interesantes.
Nació el 30 de diciembre de 1865 en Bombay, de la India Británica.
Las 34 puestas en escena que se presentaron durante el evento representan un acto de protesta contra las élites que han privatizado la cultura.
Hablar de política cultural en América Latina implica adentrarse en un terreno donde conviven aspiraciones legítimas, inercias históricas y una estampa institucional inestable y poco eficiente.
Nacido el 18 de marzo de 1809, fruto de la unión libre de una bailarina española y un barbero afrocubano, Plácido fue entregado a la “Casa Cuna del Patriarca San José”.
Nació el 28 de noviembre de 1757, en el barrio de Soho, Londres, Reino Unido.
Para Ambrosía Vázquez, habitante de Tláhuac, su participación “es un orgullo” que Antorcha le dio.
La risa roja es la mueca sangrienta y burlona de la muerte y la guerra es su expresión más grande y contundente.
Considerada la obra de su madurez como poeta, y fundamental para entender su obra, Centro del Mundo es un extenso poema dividido en 17 cantos.
Fue una figura central en la poesía moderna estadounidense y pionero del movimiento imagista.
El mandatario presumió como otro logro de la organización el “Teatro Aquiles Córdova Morán”, sede del evento.
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La historia humana es un palimpsesto de violencia, sometimiento, saqueo y genocidio. Y sobre esa carnicería, siempre se ha elevado un canto.
El movimiento resulta fundamental para todos los seres vivos; está presente en el movimiento de rotación y traslación de la Tierra.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.