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Un matemático es un científico básico, su formación requiere muchos años de preparación académica. En la actualidad ni la licenciatura, ni el magíster es terminal en la formación de un matemático, se tiene que llegar al doctorado, en donde queda habilitado o capacitado para generar nuevo conocimiento matemático en una determinada línea de investigación muy específica.
La carrera formal de matemático es relativamente reciente, antiguamente no existía una formación específica para ser un matemático; por ejemplo, en la antigua Grecia, en principio los “amantes del conocimiento” eran los matemáticos, es decir los filósofos, y así fue hasta fines del Siglo XIX. El desarrollo matemático en la Edad Media lo realizaban clérigos, filósofos, juristas y hasta médicos aficionados, era una actividad de ingenio y de resolver conjeturas planteadas, por lo tanto, la enseñanza de la matemática la podía realizar cualquier persona que había demostrado experticia resolviendo algún problema matemático planteado. Así fue también, en la Edad Moderna, por ejemplo, Gerónimo Cardano fue médico; René Descartes fue un militar y filósofo; Isaac Newton estudió filosofía natural; Leibnitz fue jurista y filósofo, etc. Entre los siglos XVII y XVIII, los médicos y juristas se dedicaban a resolver problemas matemáticos planteados por las Academias de Ciencias y terminaban como profesores en los centros universitarios.
La tradición europea incluía dentro de los estudios filosóficos a la matemática como parte del conocimiento universal para cualquiera que desee convertirse en un filósofo; desde ese ámbito nacieron los matemáticos, pero todavía no era una profesión formal.
El romanticismo del Siglo XIX concentró más asignaturas de matemática en los estudios filosóficos, pero en el nivel de investigación se dedicaban directamente a crear conocimiento matemático y los profesores eran matemáticos (en general tenían otras profesiones) de reconocido prestigio.
La Revolución Industrial y la masificación de la educación hizo necesaria la formación de más profesores de matemática y, por consiguiente, formar específicamente profesores para la enseñanza media y para la universidad. De este modo se empezó a gestar la formación profesional de matemáticos, como carrera científica enfocada a la creación de nuevo conocimiento matemático.
En toda la historia, un matemático fue lo mismo un creador de conocimiento matemático, que para transmitir este conocimiento a las nuevas generaciones ejercía la docencia universitaria, siempre orientada a resolver problemas matemáticos planteados por la comunidad académica.
Gracias al formalismo hilbertiano, en el Siglo XX se inventaron estructuras y espacios abstractos cada vez sofisticados y, con técnicas más rigurosas, se expandió el conocimiento matemático como nunca antes en la historia; fue necesario establecer toda una ruta de formación más amplia para que un estudioso pudiera ser considerado matemático.
A mediados del Siglo XX se establecieron las licenciaturas en matemática (de cuatro o cinco años de formación) para dar al estudiante una primera base e introducirlo a la matemática de los siglos XIX y XX. En algunos lugares, este periodo era suficiente para luego pasar al doctorado, presentando un proyecto de investigación avalado por algún connotado investigador. Sin embargo, este salto académico muchas veces era brutal, por lo que se consideró la creación de un grado intermedio, el de maestro o magíster en matemática, para prepararlo hacia el doctorado. En algunos países, esta ruta (licenciatura, magíster y doctorado) es obligatoria; se requieren al menos 10 años de formación para quedar habilitado como un matemático, que ya hemos dicho es equivalente a un investigador en matemática.
Cuando acaba su formación, un matemático es libre de seguir o no investigando; pero en la tradición matemática el que deja de contribuir a la disciplina (haciendo nuevos teoremas) deja de ser un matemático. Las universidades del mundo lo han entendido así; es por ello que actualmente, para acceder a un puesto universitario como profesor, no es suficiente el doctorado en matemática, sino mostrar un potencial en investigación, incluso ponen como requisito que el aspirante sea joven aún.
Por este mundo fascinante han transitado las mentes más brillantes que ha dado la humanidad. Tener formación matemática aporta una fortaleza que difícilmente brinda otra disciplina.
La matemática es un constructo humano, constituido por un conjunto de sistemas formales.
La existencia de los conjuntos infinitos en matemática es obra de George Cantor, quien quedó maravillado cuando descubrió algunas rarezas que emanaban de este objeto, sin darse cuenta que estaba a punto de ingresar en un fascinante mundo abstracto.
En la novela Los crímenes de Oxford, su autor, el doctor en Matemáticas y escritor argentino Guillermo Martínez, es un ejemplo de convergencia de estas dos áreas aparentemente disímiles: matemáticas y literatura.
Toda investigación no es necesariamente científica, a veces se confunde con investigación tecnológica, o peor, con informes técnicos. Aclararemos estas confusiones en este artículo.
Dios creó a los números es el titulo de una de las obras más importantes del gran científico y divulgador Stephen Hawking.
Mientras el trabajo matemático tiene reglas, axiomas, y su libertad está en función de estar gobernado por sistemas formales; en el trabajo filosófico...
Los procesos de abstracción propios de la matemática se empiezan a ver desde su génesis, desde la invención de los primeros números, las primeras formas geométricas y el primer sistema formal hace dos mil 300 años por los griegos.
Matemático universal, capaz de conectar las ecuaciones diferenciales y el álgebra abstracta.
Félix Klein y su Programa Erlangen
La profesión de matemático es bastante desconocida para la mayoría de las personas, casi siempre se le asocia a la de profesor de matemática, cuando son actividades distintas.
Hoy día, Azucena Cordero cursa el séptimo semestre de la carrera de ingeniería en Gestión Empresarial. Su disciplina, tenacidad y voluntad la llevaron a colocar muy en alto el nombre del Instituto Tecnológico de Tecomatlán.
Ninguno de estos libros me parece copia o similares a los libros estándar.
La incursión de las herramientas tecnológicas en la enseñanza de la matemática lleva varias décadas.
Harald Helfgott saltó a la fama mundial en 2012 cuando presentó a la comunidad matemática la demostración de la conjetura débil de Goldbach.
Los matemáticos no sólo eran conocedores de la génesis de su disciplina, sino que ejercían una alta valoración de la Historia de la Matemática.
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Escrito por Dr. Esptiben Rojas Bernilla
Colaborador