Nació el 24 de marzo de 1834 en Walthamstow, Reino Unido.
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Nieta de Francisco Cruz Gutiérrez seisdedos, un viejo sindicalista de Casas Viejas, Cádiz y nacida en 1915 en el seno de una familia en la que las ideas anarquistas habían calado hondo, María Silva Cruz La Libertaria se convirtió en un símbolo de rebeldía y resistencia ante la represión. Sobreviviente de la “Masacre de Casas Viejas”, acaecida en enero de 1933 a resultas de un levantamiento contra el caciquismo señoril; en la brutal represión que sobrevino fue quemada viva su familia, asesinado su padre y la persecución continuó hasta apresarla, recluyéndola en Medina y Cádiz, donde fue interrogada ferozmente, sufriendo maltrato físico y acoso sexual; contaba apenas 16 años. En prisión conocería a Manuel Cordón, anarquista y miembro de la Confederación Nacional de los Trabajadores (CNT), quien se convertiría en su compañero. La injusta detención concitó un amplio movimiento de denuncia que consiguió liberarla. Se domicilió en Paterna de Rivera para luego trasladarse a Madrid, donde participó activamente con la CNT y nació su hijo. Al iniciar la Guerra Civil se refugió con su familia, pero el 19 de agosto de 1936 fue detenida, separada de su hijo y el 24 de agosto, fusilada. Aunque su cuerpo sigue desaparecido, en 2010, el gobierno español inscribió por fin su acta de defunción.
Revolucionaria ejemplar de la Guerra Civil, María Silva Cruz inspiró diversas obras, entre las que destaca el Romance de «La Libertaria», de la poetisa y periodista Lucía Sánchez Saornil; aparecido originalmente en el número 5 de la revista Mujeres Libres (1937) y recopilado en el Romancero de Mujeres Libres (1938), el poema abreva en la misma tradición popular que inspirara los más bellos versos de poetas de su generación; a través de estas raíces sube a la tierra nuevamente La Libertaria, cuya breve vida fuera brutalmente segada en ese oscuro capítulo de la historia de su patria.
María Silva por nombre
ya era un romance certero.
María Silva traía
los grandes ojos ardiendo,
muda su lengua andaluza,
pálido el rostro moreno
y un espasmo de terror
por las entrañas adentro.
Estampa de noche trágica.
Benalup, en su recuerdo
raía como una lima
la carne de su cerebro;
cerebro de niña pobre,
sin pan, sin libro y sin credo.
En una disputa trágica
gritan la llama y el viento;
rayan la noche fusiles
con resplandores siniestros
buscando al hombre en el monte
como el lobo carnicero.
Dieciséis años tenía
María Silva incompletos.
¡Ay, María Silva Cruz,
nieta del bravo «Seisdedos»,
tus piernas de corza joven
hacen competencia al viento!
¡Corre hacia los negros campos;
corre viva, corre presto;
salva tus dieciséis años,
tu vida en flor, que aún es tiempo!
Salta las tapias enanas,
busca refugio en los cerros;
chacales con voz humana
siguen tu rastro sangriento.
¡Corre, María Silva, corre!
Y el sol la alumbró corriendo
por caminos de Jerez,
duros de noche y de invierno.
¡A la zaga iba el destino
como una fiera al acecho!
En cárceles tenebrosas
–Cádiz, Sevilla– murieron
como dieciséis jazmines
dieciséis años parleros.
Alguaciles y escribanos
–jeta asquerosa de puercos–
olisqueaban tu carne
y tu pobreza, sabiendo
que el hambre es la celestina
mejor de sus trapicheos.
¡Pecado tus ojos grandes,
aún abrasados de incendio,
tu dulce lengua andaluza,
tu labio tímido y fresco!
¡Pecado con que soñaban
sus apetitos sin freno!
Un incentivo, tu llanto,
mejor que un dique a su sueño.
Y la flor de tu inocencia,
aguijón de su deseo.
(…)
Apenas tuviste un dulce
collar de brazos morenos,
roncos cañones tronaron
sus tempestades de hierro;
Atila picó de espuelas
su raudo potro siniestro;
sobre los campos de España
la sal del odio vertieron,
porque no dieran más pan
que el pan de su privilegio.
Se desbordaron de sangre
el Guadalquivir y el Ebro;
torrentes rojos teñían
montes, collados y oteros;
y a la luna subió el grito
de guerra del pueblo ibero.
–¡A las armas!, camaradas,
¡a las armas! que los perros
han quebrado sus carlancas.
¡A las armas! ¡Rompan fuego!
Lucha cruel han trabado
la aristocracia y el pueblo,
y en un revuelto amasijo
de carnes rotas y nervios,
rugen por tierras de España
cada uno por sus fueros.
–¡Camaradas, a las armas!
¡El grito deshizo el cerco
adorable de los brazos
y quedó desnudo el cuello!
Sola, no, que ya reclinas
un sueño de oro en tu pecho;
aún tienes una sonrisa
que devuelve tu reflejo.
¡«Libertaria», has de ser fuerte!
María Silva, ¡de hierro!
Pedazos de tus entrañas
necesitan tus alientos.
Látigos hienden la noche.
(…)
Puños de gigante baten
la puerta del aposento
y la noche entra de pronto,
negra de horror y misterio.
–Ráfagas de fuego arrancan
desgarrones de silencio–.
¡Ay, María Silva Cruz,
carne dolida del pueblo!
Rugió brutal el destino,
–¡Al fin, María Silva! ¡Fuego!
¡Ay!, María Silva Cruz
(«Libertaria», por tu abuelo),
¡carne de tu misma carne,
te vengará el pueblo ibero!
Nació el 24 de marzo de 1834 en Walthamstow, Reino Unido.
Escritor, ensayista y poeta romántico inglés, fue miembro de la escuela Cockney formada por la segunda generación de poetas románticos ingleses.
A pesar de que nunca fue a la universidad, porque su familia no lo consideraba “apropiado”, fue una estudiante autodidacta y apasionada.
Sus primeros libros de poemas, como Un paseo por la tarde y Apuntes descriptivos (1793), apenas le dieron fama y ningún dinero.
Escritora y poetisa modernista estadounidense, nació el 15 de noviembre de 1887 en el estado de Misuri.
No es la de Rubén Darío una poesía destinada a las masas, como él mismo reconoce en el Prefacio a Cantos de vida y esperanza (1905), cuando afirma “no soy un poeta de muchedumbres”.
Es una de las figuras literarias más fascinantes y controvertidas del Siglo XX, encarnando el espíritu rebelde de la era del jazz.
En La suave Patria, López Velarde canta la intimidad del país para contemplarla bajo la luz implacable de la melancolía.
Fue una poetisa, novelista y ensayista estadounidense, una de las voces más originales del modernismo anglosajón.
Su legado radica en su honestidad emocional y en su técnica innovadora, que influyó en generaciones posteriores de poetas
Es autor de trece libros de poesía, incluyendo Moy Sand and Gravel (2002), por el cual ganó el Premio Pulitzer 2003.
Fue una figura central de la Generación Beat, movimiento literario de mediados del Siglo XX que protestó contra la represión sexual y la rigidez cultural de la posguerra.
Fue uno de los grandes escritores de la literatura inglesa, destacó en diferentes géneros literarios: en el periodismo, la novela, la poesía, la biografía, el libro de viajes y el ensayo.
Poeta, narrador y dramaturgo irlandés nacido el 13 de junio de 1865 en Dublín. Creció y estudió en Londres, premio Nobel de Literatura en 1923.
Fue una poetisa, narradora y educadora que se convirtió en la primera mujer afroamericana en ganar el Premio Pulitzer (1950, por Annie Allen).
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.