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Poesía
Poesía y periodismo
Estos poemas reflejan el compromiso de buzos para ser la voz denunciante de las injusticias, los anhelos y la resistencia de un pueblo que busca ser escuchado.


Presentamos una selección de poemas que exploran la labor periodística como un acto de compromiso y verdad, enfocándose en la lucha y las voces de las clases más desfavorecidas de México. Estos poemas reflejan el compromiso de buzos para ser la voz denunciante de las injusticias, los anhelos y la resistencia de un pueblo que busca ser escuchado.

 

Hierro

José Martí

 

Ganado tengo el pan: hágase el verso,

y en su comercio dulce se ejercite

la mano, que cual prófugo perdido

entre oscuras malezas, o quien lleva

a rastra enorme peso, andaba ha poco

sumas hilando y revolviendo cifras.

Bardo ¿consejo quieres? Pues descuelga

de la pálida espalda ensangrentada

el arpa dívea, acalla los sollozos

que a tu garganta como mar en furia

se agolparán, y en la madera rica

taja plumillas de escritorio, y echa

las cuerdas rotas al movible viento.

 

¡Oh, alma! ¡oh, alma buena! Mal oficio

¡Tienes!: póstrate, calla, cede, lame

manos de potentado, ensalza, excusa

defectos, tenlos –que es mejor manera

de excusarlos– y mansa y temerosa

vicios celebra, encumbra vanidades:

verás entonces, alma, cuál se trueca

en plato de oro rico tu desnudo

¡plato de pobre!

 

Pero guarda ¡oh, alma!

¡Que usan los hombres hoy oro empañado!

Ni de eso cures, que fabrican de oro

sus joyas el bribón y el barbilindo:

¡Las armas no, las armas son de hierro!

 

Mi mal es rudo: la ciudad lo encona:

Lo alivia el campo inmenso: ¡otro más vasto

lo aliviara mejor! Y las oscuras

tardes me atraen, cual si mi patria fuera

la dilatada sombra. ¡Oh, verso amigo:

muero de soledad, de amor me muero!

 

No de vulgar amor: estos amores

envenenan y ofuscan: no es hermosa

la fruta en la mujer, sino la estrella.

La Tierra ha de ser luz, y todo vivo

debe en torno de sí dar lumbre de astro.

¡Oh, estas damas de muestra! ¡oh, estas copas

de carne! ¡Oh, estas siervas, ante el dueño

que las enjoya o estremece echadas!

 

¡Te digo, oh, verso, que los dientes duelen

de comer de esta carne!

Es de inefable

amor del que yo muero, del muy dulce

menester de llevar, como se lleva

un niño tierno en las cuidosas manos,

cuanto de bello y triste ven mis ojos.

 

Del sueño, que las fuerzas no repara

sino de los dichosos, y a los tristes

el duro humor y la fatiga aumenta,

salto, al Sol, como un ebrio. Con las manos

mi frente oprimo, y de los turbios ojos

brota raudal de lágrimas. ¡Y miro

el Sol tan bello y mi desierta alcoba,

y mi virtud inútil, y las fuerzas

que cual tropel famélico de hirsutas

fieras saltan de mí buscando empleo;

y el aire hueco palpo, y en el muro

frío y desnudo el cuerpo vacilante

apoyo, y en el cráneo estremecido

¡en agonía flota el pensamiento,

cual leño de bajel despedazado

que el mar en furia a playa ardiente arroja!

 

¡Sólo las flores del paterno prado

tienen olor! ¡Sólo las seibas patrias

del Sol amparan! Como en vaga nube

por suelo extraño se anda: las miradas

injurias nos parecen, y el Sol mismo,

¡Más que en grato calor, enciende en ira!

¡No de voces queridas puebla el eco

los aires de otras tierras: y no vuelan

del arbolar espeso entre las ramas

los pálidos espíritus amados!

De carne viva y profanadas frutas

viven los hombres, ¡ay! mas el proscripto

de sus entrañas propias se alimenta.

¡Tiranos: desterrad a los que alcanzan

el honor de vuestro odio: ya son muertos!

Valiera más, ¡oh, bárbaros!, que al punto

de arrebatarlos al hogar, hundiera

en lo más hondo de su pecho honrado

vuestro esbirro más cruel su hoja más dura.

 

Grato es morir, horrible, vivir muerto.

¡Mas no! ¡mas no! La dicha es una prenda

de compasión de la fortuna al triste

que no sabe domarla: a sus mejores

hijos desgracias da naturaleza:

fecunda el hierro al llano, el golpe al hierro.

 

un periodista

Juan Ramón Molina

 

Que una tizona en tus valientes manos,

la noble pluma con que escribes sea,

para entrar indignado a la pelea,

a herir traidores y a matar tiranos.

 

Haz que muerdan el polvo los villanos;

áulicos y serviles pisotea,

infunde a aquel que tus escritos lea

fuerza de acción y alientos soberanos.

 

Que tu rotunda y magistral palabra

tocando cráneos en la plebe estoica

agujeros de luz en ellos abra;

 

y de allí surja hermosa y fulgurante

la Libertad, como Minerva heroica

de la cerviz de Júpiter Tonante.

 

 

Intensidad y altura

César Vallejo

 

Quiero escribir, pero me sale espuma,

quiero decir muchísimo y me atollo;

no hay cifra hablada que no sea suma,

no hay pirámide escrita, sin cogollo.

 

Quiero escribir, pero me siento puma;

quiero laurearme, pero me encebollo.

No hay tos hablada que no llegue a bruma

no hay dios ni hijo de dios sin desarrollo.

 

Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,

carne de llanto, fruta de gemido,

nuestra alma melancólica en conserva.

 

¡Vámonos! ¡Vámonos! Estoy herido;

Vámonos a beber lo ya bebido,

vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.

 

Malos tiempos para la lírica

Bertolt Brecht

 

Ya sé que sólo agrada

quien es feliz. Su voz

se escucha con gusto.

Es hermoso su rostro.

 

El árbol deforme del patio

denuncia el terreno malo, pero

la gente que pasa le llama deforme

con razón.

 

Las barcas verdes y las velas alegres del Sund

no las veo. De todas las cosas,

sólo veo la gigantesca red del pescador.

 

¿Por qué sólo hablo de que la campesina

de cuarenta años anda encorvada?

Los pechos de las muchachas

son cálidos como antes.

 

En mi canción, una rima

me parecería casi una insolencia.

En mí combaten

el entusiasmo por el manzano en flor

y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.

Pero sólo esto último me impulsa a escribir.


Escrito por Redacción


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