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Existen dos formas de medir la pobreza; una de ellas trata de presentarla con los mejores matices, borrando de su imagen toda la fealdad que la caracteriza, maquillándola para que nadie se alarme ni pretenda modificar la realidad. La otra, por el contrario, intenta conocer profundamente el fenómeno de la manera más exacta y proporcionar información fidedigna a los organismos encargados de erradicarlo; ésta es la medición científica, correcta y responde al interés de las mayorías; la primera, anticientífica, incorrecta e irracional solo puede ser en interés de una reducida minoría.
Tema de la máxima importancia ha sido siempre para buzos el crecimiento imparable de la pobreza, los diferentes métodos para su medición y los grados en que la pueden sufrir los mexicanos, desde una moderada hasta la extrema pobreza.
La mayoría de los estudiosos coinciden en que el fenómeno ha crecido aceleradamente y que el número de pobres es cada vez mayor; pero no todos coinciden en la definición de “pobre” y, en consecuencia, no hablan de lo mismo; para unos, basta con que un ciudadano haya completado la educación básica o que la vivienda tenga piso de cemento para no considerar a una familia en esta condición.
Las estadísticas oficiales al respecto son las más inexactas, las más optimistas y menos confiables, porque no consideran todos los aspectos que dan como resultado un estado de pobreza: aspectos como la atención médica y otros servicios indispensables (luz, agua potable, drenaje, vivienda digna, etc.). Las instituciones del Estado encargadas de evaluar estadísticamente el problema son las que menos se acercan a la verdadera dimensión del mismo, y por lo tanto al planteamiento de medidas correctas para solucionarlo.
Cuando se trata de la causa más profunda, pocos son quienes la atribuyen a la terriblemente injusta distribución de la riqueza nacional, a la abismal diferencia entre el ingreso de los ricos y los pobres; ni el Estado ni los investigadores a su servicio reconocerán jamás esta realidad, y por lo tanto es imposible que propongan soluciones encaminadas a eliminar o siquiera a disminuir considerablemente el fenómeno, por ejemplo con la implantación de una progresiva política de impuestos.
Existen, sin embargo, investigadores e instituciones que, empleando procedimientos científicos, miden con mayor precisión el problema y contrastan la realidad con las cifras que el Estado presenta como buenas. Del contraste entre estas dos visiones opuestas se ocupa esta semana nuestro reporte especial.
El CONEVAL señala que la atención a la pobreza en la niñez es prioritaria
Los mayores niveles de carencia se concentraron en el sur y centro del país, lo que pone en evidencia factores regionales.
“En 2020, en 9 de cada 10 municipios indígenas, más del 60 por ciento de la población se encontraba en situación de pobreza”. Es decir, seis de cada 10 no pudieron cubrir sus necesidades básicas.
El informe sugiere que la próxima administración federal debe enfocarse en las carencias en seguridad social y servicios de salud.
De acuerdo con el CONEVAL, las principales causas del incremento son la pobreza por ingresos y el aumento en la carencia de acceso a la salud.
Consideraron factores como ingreso, rezago educativo, servicios de salud, seguridad social y alimentación, entre otros, para elaborar estas listas.
El 26.4 por ciento de las familias con jefa de hogar presentan rezago educativo y 19.1 por ciento tienen carencia por alimentación nutritiva.
La frase “primero los pobres” se tradujo, en la práctica, en “primero los pobres, excepto los más pobres”: Gonzalo Hernández Licona
La mayoría de los estudiosos coinciden en que el fenómeno ha crecido aceleradamente y que el número de pobres es cada vez mayor
Pese a la alharaca mediática de la 4T que jura y perjura que los pobres son primero, esto no se ve. En 2018 había 23.5 millones con rezago educativo; para 2020 sumaban 24.4 millones.
Según el INEGI, estas cifras no sólo reflejan la brecha entre las áreas urbanas y rurales, sino también las diferencias en el acceso a oportunidades económicas, infraestructura y recursos esenciales.
El cierre de empresas, el desempleo y el acoso fiscal sobre las pymes están agravando los problemas de inseguridad pública y la violencia en Michoacán por la delincuencia organizada.
Los órganos autónomos en México son entidades públicas con funciones específicas independientes al Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En México 46.8 millones de personas viven en situación de pobreza.
Según el secretario ejecutivo del Coneval, José Nabor Cruz las cifras de personas en pobreza y pobreza extrema se mantuvieron estancadas.
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Escrito por Redacción