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Los otros datos de la 4T
A tres años de iniciado el gobierno actual, los datos socioeconómicos disponibles no son esperanzadores, sino todo lo contrario.
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En días recientes platiqué con personas de varios estados de la República Mexicana y constaté dos hechos: el empobrecimiento acelerado –a causa de la inflación, los bajos salarios y la falta de empleo– y la idea infundada, aún presente en muchos, de que el presidente Andrés Manuel López Obrador y la supuesta “Cuarta Transformación” (4T) están haciendo hasta lo imposible para sacar a México de la pobreza crónica. Pero a tres años de iniciado el gobierno actual, los datos socioeconómicos disponibles no son esperanzadores, sino todo lo contrario.

Según el sistema de información de derechos sociales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), algunos parámetros significativos no han mejorado con respecto a los de los años 2018-2020, a pesar de las transferencias monetarias directas del gobierno.

En ese periodo, la población sin carencias por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad pasó del 77.8 al 77.5 por ciento; el ingreso laboral per cápita de las familias situadas en la línea de pobreza o un poco superior decreció del 38.3 al 34.3 por ciento, es decir, se redujo el cuatro por ciento; la población que vive en hogares con seguridad alimentaria y dieta diversa disminuyó del 56.7 al 54.8, lo que significa que la forma de comer de los mexicanos empeoró.

La educación también sufrió estragos, pues el porcentaje de la población sin rezago educativo decreció dos décimas al pasar del 81 al 80.8 por ciento, igual que los mexicanos de tres a 29 años que conforman familias con ingresos inferiores a la línea de pobreza, que asisten a la educación pública y reciben becas del 25.2 al 22.7 por ciento. Sobre este último dato es importante considerar que, en 2018, uno de cada cuatro niños y jóvenes pobres que asistían a la escuela recibían beca; y ahora esa proporción se acerca más a uno de cada cinco, es decir, es menor la cantidad de los estudiantes que reciben beca. Este dato demuestra que la política de “primero los pobres” no es cierta y que el programa de becas no creció en 2019-2020, sino que decreció, por lo puede afirmarse que el Presidente no ha cumplido con sus ofrecimientos a los estudiantes.

El rubro de salud es, asimismo, uno de los más preocupantes porque, después de dos años, el acceso a los servicios de salud descendió del 83.8 por ciento en 2018 al 71.8 por ciento en 2020, es decir, disminuyó el 12 por ciento; lo que en otras palabras significa que hoy siete de cada 10 connacionales carecen de atención médica ¡en plena pandemia! No es cierto, pues, que el sistema de salud sea una prioridad en este gobierno.

A estos datos negativos se suman los resultados del crecimiento económico en 2019, 2020 y 2021. Para imaginarse lo mal que va la economía mexicana, basta recordar que en 2018 el Producto Interno Bruto (PIB) creció el 2.2 por ciento con respecto de 2017; que en 2019 y 2020 decreció 0.2 por ciento y 8.2 por ciento respectivamente; que los dos primeros trimestres de 2021 fueron de crecimiento; y que pese a que aún no se conoce el del segundo semestre, algunos indicadores permiten prever que disminuyó.

Si a este resultado se agrega la inflación, que subió vertiginosamente en el cierre del año pasado y ha seguido en ascenso al inicio de 2022, no hay esperanzas de que las cosas mejoren pronto y mucho menos en lo que resta del sexenio.

El contraste de esta realidad con el optimismo del Presidente y de quienes confían en él solo puede explicarse de dos formas: no existe información veraz, oportuna e inteligible que llegue a todos los mexicanos, o que la única que les llega es la de las “mañaneras”, una información destinada a pintar a México como el país de las maravillas. Por ello es necesario explicar pacientemente las causas de la tétrica realidad que padece la mayoría de los mexicanos.


Escrito por Rogelio García Macedonio

Licenciado en Economía por la UNAM.


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