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La ciencia, un peligro para AMLO y su 4T
Los argumentos del Presidente contra la comunidad científica son su lucha “contra la corrupción” y la “austeridad republicana”; pero se ha demostrado que éstas son sólo figuras retóricas que le sirven para criminalizar a sus oponentes.


A lo largo de su historia, el ser humano ha descubierto la forma en que operan las leyes del comportamiento de la naturaleza. Con este conocimiento y con la ayuda de las herramientas tecnológicas y científicas ha transformado su entorno.

La ciencia se aplica en todos los procesos productivos y representa una palanca que mueve la economía, como lo demuestran los grandes cambios históricos. La apropiación de la naturaleza empezó  con la recolección de frutas y raíces; siguió con la creación de agricultura, con la industrialización en pequeña escala, luego con la fabricación de manufacturas en serie y ahora produce incluso con robots.

Sin embargo, no todo ha resultado positivo en la evolución del conocimiento. Con la aparición de la propiedad privada surgieron dos clases antagónicas: los poseedores de los medios de producción y los que solo poseen su fuerza de trabajo. Muchos descubrimientos científicos han sido utilizados por unos para someter y conquistar a otros. En la Edad Media, también llamada edad del oscurantismo, instituciones como la Santa Inquisición persiguió a científicos como Galileo Galilei, cuya teoría heliocéntrica ponía en riesgo las creencias de la Iglesia Católica Romana y con ellas al sistema económico feudal.

Actualmente, en los países con más alto desarrollo económico se dedican muchos recursos humanos, financieros y tecnológicos al servicio de la guerra. Esto se debe a que la clase en el poder de esos Estados apoya la ciencia y la tecnología siempre con el propósito de favorecer sus intereses.

El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en su conferencia de prensa mañanera del 24 de septiembre del año pasado, abrió un juicio político contra los científicos y las instituciones educativas con la misma intención represiva de la Santa Inquisición, cuando en alusión a 31 investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) declaró que eran “un grupo predilecto del régimen anterior, y entonces como ya no se puede mantener estos privilegios, ahora se sienten perseguidos” (politica.expansion.mx).

Con esta querella, AMLO intentó que la Fiscalía General de la República (FGR) judicializara su persecución contra los científicos. Días después se fue contra la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la que afirmó que se “derechizó y fue cómplice de los gobiernos neoliberales”. Después se impuso autoritariamente un nuevo director al Centro de Investigación y Desarrollo Económico (CIDE), violentando su reglamento interno, eliminó los fideicomisos que fondean la investigación y la divulgación científica y amenazó con suprimir las becas del Conacyt a los cursantes que estudian en el extranjero. 

Los argumentos del Presidente contra la comunidad científica son su lucha “contra la corrupción” y la “austeridad republicana”; pero se ha demostrado que estas políticas solo son figuras retóricas que le sirven para acusar y criminalizar a sus oponentes, en este caso a los ciudadanos que hacen ciencia y que para sus labores requieren de autonomía, libertad y el uso de la crítica. Para el gobierno morenista, quien promueve conocimientos que abran los ojos a los mexicanos se convierte en un peligroso enemigo.

Hoy, a los ojos del Presidente y sus lacayos, defender la verdad y la ciencia es un delito. Aquí se cumple lo que hace más de 400 años Miguel de Cervantes Saavedra puso en voz de Don Quijote: “Querido Sancho: compruebo con pesar cómo los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de reyes, pero peores son los que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán; país éste, amado Sancho, que destrona reyes y corona a piratas, pensando que el oro del rey será repartido entre el pueblo, sin saber que los piratas solo reparten entre piratas”.


Escrito por Daría Hernández

Columnista


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