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Ingenieros silenciosos
Las lombrices desempeñan un papel fundamental en la producción de granos; sin ellas no podríamos comer pan dulce ni esos deliciosos bolillos recién horneados o tortillas recién salidas del comal.
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Imagina un mundo sin pan dulce, sin esos deliciosos bolillos recién horneados y tortillas recién salidas del comal que acompañan nuestros desayunos y comidas. La producción de granos es una piedra angular en nuestra alimentación, y aunque a menudo damos por sentado el proceso de su cultivo, existe un pequeño pero poderoso aliado en el suelo que desempeña un papel fundamental en esta cadena alimentaria: las lombrices. Estos pequeños y humildes invertebrados subterráneos no parecen protagonistas a simple vista, pero su contribución a la calidad y cantidad de nuestros alimentos es un verdadero secreto bien guardado de la naturaleza.

Las lombrices desempeñan un papel vital en el enriquecimiento del suelo. Su consumo de material vegetal en descomposición acelera la liberación de nutrientes de manera considerablemente más eficiente que los microbios del suelo por sí solos. Además, contribuyen significativamente a mejorar la estructura física del suelo al desechar pequeños grumos de partículas estables mientras digieren la materia vegetal. Las lombrices también excavan galerías subterráneas que, junto con los grumos antes mencionados, aumentan la porosidad del suelo y con ello el paso de agua y aire, lo que promueve un mejor desarrollo de las raíces de las plantas.

¿En qué medida contribuyen realmente las lombrices al crecimiento de las plantas? Según la primera estimación mundial de la contribución de estos invertebrados al rendimiento de los cultivos, las lombrices aportan más de 140 millones de toneladas de alimento al año. Sólo para las cosechas de trigo, eso equivale aproximadamente a una rebanada en cada barra de pan.

Hace unos días, un grupo de investigadores de la Colorado State University, liderados por Steven Fonte, publicaron en Nature Communications un estudio en el que estimaron el incremento de la producción mundial de alimentos debido al trabajo de estas criaturas subterráneas. El equipo descubrió que las lombrices son responsables de casi el siete por ciento de las cosechas mundiales de cereales como arroz, trigo y maíz. La contribución es menor (alrededor del dos por ciento) en el caso de las leguminosas, como la soja y las lentejas, porque estos cultivos pueden cooperar con los microbios para producir su propio nitrógeno y, por tanto, dependen menos de las lombrices para disponer de ese nutriente.

 

 

En muchas partes del Sur Global, el beneficio es aún mayor. En el África subsahariana, por ejemplo, donde muchos suelos carecen de nutrientes y escasean los fertilizantes, las lombrices aumentan la producción de cereales en un 10 por ciento. En América Latina y el Caribe, las lombrices aportan el ocho por ciento de la producción de cereales. No obstante, los autores del estudio advierten que la importancia de las lombrices en el Sur Global podría ser todavía mayor, ya que esta región se encuentra subrepresentada en el atlas de lombrices de tierra, en el que ellos basaron su estudio.

Los resultados que arroja esta investigación científica deberían servir para estimular políticas y acciones gubernamentales, particularmente en países tropicales (como México) donde el suelo suele estar agotado y los agricultores pobres no pueden permitirse métodos conocidos para aumentar las poblaciones de lombrices como aumentar la humedad o añadir materia orgánica.

Estos resultados también podrían animar a los campesinos a entender con más detenimiento el papel de los invertebrados y los microbios del suelo. Una forma en que los campesinos pueden hacer que sus suelos sean más favorables para las lombrices es arando menos sus tierras. Se sabe que el laboreo intenso es malo para las lombrices. Las lombrices “no responden bien a que los tractores las partan por la mitad”, dice Steven Fonte. “A pesar de la creencia popular, no se consiguen dos lombrices”.


Escrito por Citlali Aguirre Salcedo

Maestra en Ciencias Biológicas por la UNAM. Doctora en Ecología por la Universidad de Umeå, Suecia.


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