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Brújula
El medio ambiente sólo como discurso
ños van, años vienen y el medio ambiente continúa degradándose.


Años van, años vienen y el medio ambiente continúa degradándose. Este cinco de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, no hubo nada qué celebrar; y mientras los ecologistas observan cómo sus demandas y esfuerzos por defender la naturaleza se estrellan contra la pared, las clases sociales menos favorecidas sufren cada vez con mayor intensidad la contaminación y cómo el cambio climático los coloca en el umbral de la supervivencia. En nuestro país, estos desafíos requieren una atención inmediata porque, en el Valle de México, el 100 por ciento de los cuerpos de agua superficiales están contaminados y, en otras regiones de la República, el daño corresponde al 96 por ciento. La deforestación y la pérdida de biodiversidad también se incrementan; basta ver el paisaje del Valle de Anáhuac para advertir que el cemento y el asfalto han abarcado espacios de los bosques y los llanos verdes, evitando que el agua se retenga y filtre a los mantos freáticos; que las tolvaneras sean más densas en tiempos de sequía y que las inundaciones y deslaves sean más frecuentes en época de lluvias. Las desgracias ambientales exigen acciones concretas y no solamente discursos de políticos y empresarios. 

El cambio climático está provocando la escasez y el alza de precios de los alimentos porque las sequias, heladas e inundaciones son más frecuentes, alteran los ciclos de producción agrícola, causan la pérdida parcial o integral de cosechas y generan incertidumbre en los campesinos que no saben a qué atenerse. En los campos del estado de Puebla, por ejemplo, en abril pasado se presentó una helada atípica que acabó con los brotes nuevos de las plantas; mató a los insectos que propician la floración de algunas de éstas y las crías de animales menores. Nada declararon las autoridades ni fluyeron los apoyos para rescatar al campo poblano; los efectos negativos de esta política se verán en los próximos meses con el aumento en el precio de los productos alimenticios. 

Las señales de degradación ambiental se incrementan cada vez más; la sustentabilidad está en riesgo y las próximas generaciones estarán en peligro similar. Los objetivos de desarrollo sustentable previsto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2030 sólo representan un ramillete de buenas intenciones que no se cumplirán. Eso sí, han servido como tema de acaloradas discusiones entre académicos, políticos y empresarios, cuyo resultado resulta estéril porque la contaminación no se detiene un ápice. Sin duda, estos debates sólo resplandecen como distractores para ocultar que la tragedia del medio ambiente es provocada por el sistema capitalista y la ambiciosa hambre de dinero de los patrones que únicamente se rigen por el principio de la máxima ganancia y el ser humano sólo les importa como medio de explotación laboral.

Por ello, lo único que puede dar un respiro al planeta y una oportunidad de sobrevivencia al ser humano depende de un cambio en el sistema social. Mientras esto no ocurra, escucharemos palabras, mensajes y discursos que aludan a la “responsabilidad social” y “ambiental”; y veremos fotos de funcionarios y empresarios que plantan arbolitos en el Día Mundial del Medio Ambiente, mientras la producción industrial marcha inexorablemente devorando espacios aún verdes y naturales en el mundo. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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