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La tendencia filosófica de abordar los problemas con las herramientas que brinda la matemática, es llamado matematismo y fue acuñado por el filósofo español Carlos Blanco en el año 2008.
Esta corriente filosófica es en realidad muy antigua, la primera idea de vincular el conocimiento en general con la matemática se dio en la escuela pitagórica en el Siglo VI a.C., en la que se buscaba la explicación del mundo mediante los números, incluso la misma naturaleza humana se asociaba con los números. Desde el punto de vista de los problemas filosóficos que puedan ser abordados con el uso del conocimiento matemático, tenemos a Galileo Galilei, uno de los primeros, pero fue René Descartes quien intentó establecer un método universal para resolver los distintos problemas y consideró que este método universal lo daba la matemática, lo llamó: mathesis universalis. Otro filósofo que analizaba los problemas filosóficos usando el conocimiento geométrico fue Baruch Spinoza, quien escribió su famosa obra titulada: La ética demostrada según el orden geométrico, en la que aborda la existencia de Dios usando axiomas, proposiciones (con sus respectivas demostraciones rigurosas), es decir, el pensamiento y la reflexión filosófica reducidos a un sistema formal, que en este caso era el establecido por los Elementos de Euclides.
En la actualidad, el matematismo se establece en la corriente filosófica de la denominada “filosofía científica”, unos de sus artífices son Mario Bunge y también Gustavo Esteban Romero, en la que se abordan los distintos problemas filosóficos, informada por la ciencia. Este trabajo filosófico se reduce a un formalismo matemático preciso, riguroso y con deducciones, usando los métodos de la demostración matemática.
Debo confesar que es la orientación filosófica que como matemático me interesa estudiar; he encontrado en la filosofía científica un esclarecimiento de las ideas filosóficas que bajo otra corriente resultan ser relativistas, idealistas, subjetivistas, es decir, obscuras, confusas y que no llegan a conclusiones que medianamente se acerquen a la verdad. Estas filosofías forman parte del posmodernismo y son materia de estudio en las actuales escuelas de filosofía, en las que no se esclarecen ideas, sino se problematiza y relativiza.
Mario Bunge escribe su Tratado de Filosofía Básica en ocho volúmenes, los primeros dos volúmenes tratan sobre la semántica, el tercer y cuarto tratan sobre la Ontología, el quinto y sexto, sobre la Epistemología; el séptimo sobre la filosofía de la ciencia y la tecnología, y su octavo y último volumen, aborda la ética. Esta obra, desde sus primeras páginas, establece una metodología matemática bastante rigurosa, con definiciones (intenta precisar usando el lenguaje matemático los conceptos filosóficos) y proposiciones con sus respectivas demostraciones matemáticas. Para estudiar esta obra se requiere formación matemática o al menos haber estudiado alguna rama de la ciencia.
Esta característica de la filosofía científica, hace que sea poco estudiada por los actuales filósofos, que a lo sumo poseen una formación en lógica de proposiciones, desconocen herramientas matemáticas más sofisticadas como teoría de conjuntos, álgebras abstractas, topología, categorías o teoría de haces, de las que se hace mención para entender los conceptos filosóficos. Dentro de la filosofía de la matemática contemporánea se hacen más visibles estas herramientas matemáticas.
Este matematismo es reflejado cada día en el trabajo de los científicos como una forma de esclarecer y profundizar en los aspectos técnicos de cada ciencia. En cambio, en el trabajo filosófico es de poco interés por la falta de formación matemática de los actuales filósofos. Incluso critican mucho a la filosofía científica, muchas veces por desconocimiento y lo confunden con el logicismo o el empirismo lógico, etc.
Creo que estamos viviendo una época de la superespecialización, la formación se enfoca en saber mucho de un tema muy específico, dejaron de existir los antiguos filósofos, esos amantes del conocimiento, que reflexionaban íntegramente al mundo. El matematismo ayuda a ver esta integralidad del mundo, ver y conocer la profundidad de la realidad en todos sus ámbitos, pero para poder verlo sólo es necesaria una cosa: saber matemática.
El alejamiento de Alexander Grothendieck del mundo académico empezó en 1973, cuando decidió abandonar París y se estableció en un pequeño pueblo (Villecun) de Montpellier.
En la primera mitad del Siglo XX aparece el fenómeno de la masificación de la educación matemática, periodo en que la matemática entra en la revolución del formalismo hilbertiano.
La personalidad de Gottfried Leibniz, lo convertía en un brillante diplomático.
El primer libro escrito por el profesor Baldor, fue su Álgebra, publicada en 1941, adoptado como texto oficial en Cuba.
A principios del Siglo XX se descubrieron tablillas de arcilla en Irak y papiros en Egipto que contenían problemas y soluciones con data de cinco mil a cuatro mil años.
Esta medalla tiene la imagen del matemático griego Arquímedes y una inscripción que dice “Trascenderse a uno mismo y dominar el mundo”.
Un matemático chileno dijo en una entrevista: “una cosa es escribir papers y otra cosa es saber matemática… recomendaría a los jóvenes que primero se dediquen a saber matemática y después se dediquen a escribir papers si desean”.
La idea de aprender sin esfuerzo hace que el conocimiento adquirido en los menores sea volátil, superficial, en desmedro de su capacidad intelectual; y preocupa que cada año el nivel académico e intelectual de niños y jóvenes está decayendo a sitios alarmantes.
A Pitágoras se le atribuye la idea conceptual de “primo”.
El Premio Abel puede considerarse como el premio Nobel para matemáticos.
La existencia de los conjuntos infinitos en matemática es obra de George Cantor, quien quedó maravillado cuando descubrió algunas rarezas que emanaban de este objeto, sin darse cuenta que estaba a punto de ingresar en un fascinante mundo abstracto.
Es sabido que no existe un premio Nobel para matemáticos.
Hoy día, Azucena Cordero cursa el séptimo semestre de la carrera de ingeniería en Gestión Empresarial. Su disciplina, tenacidad y voluntad la llevaron a colocar muy en alto el nombre del Instituto Tecnológico de Tecomatlán.
Albert Einstein es el físico más importante del Siglo XX, sus ideas profundas han revolucionado las bases de la física newtoniana, dejando estupefactos a los grandes físicos de su época.
La característica esencial en su trabajo era que no estaba interesado en resolver problemas sino en la comprensión conceptual profunda y completa de las estructuras que se van tejiendo en el intrincado mundo matemático.
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Escrito por Dr. Esptiben Rojas Bernilla
Colaborador