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Babygirl
Recientemente se estrenó mundialmente la cinta Babygirl, de la realizadora y escritora holandesa Halina Reijin, cinta presentada como un thriller erótico en las reseñas y críticas cinematográficas.
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Recientemente se estrenó mundialmente la cinta Babygirl, de la realizadora y escritora holandesa Halina Reijin, cinta presentada como un thriller erótico en las reseñas y críticas cinematográficas. Sin embargo, le comento, amable lector, que la historia narrada por Reijin me pereció un alegato sobre la supuesta libertad sexual a la que cualquier persona tiene derecho; y tiene también, al parecer, el cometido de defender los derechos por los que aboga el feminismo, como suele acostumbrarse en los países de Occidente. Hay algunos críticos de esta cinta que incluso la han destacado por tener un “enfoque radical honesto sobre lo que es el sexo” (más en particular lo que es la sexualidad femenina). Babygirl narra la relación de Romy (Nicole Kidman), una CEO exitosa que dirige una importante empresa, y Samuel (Harris Dickinson), un empleado joven de esa misma empresa. Romy está casada con Jacob (Antonio Banderas), quien trata de ser un buen esposo y buen padre –el matrimonio tiene dos hijas–.

Prácticamente, el filme discurre en escenas mayoritariamente eróticas. Subliminalmente, la historia de Halina Reijin nos indica que la decisión de Romy significa una “liberación”; es el deseo intenso de expresar una sexualidad ilimitada. Pude intercambiar algún punto de vista con un compañero que también vio este filme y coincidí con él en que la idea de la realizadora es presentarnos esta historia como algo necesario –como si se “masculinizara” la posición de la protagonista–; como sostiene el feminismo radical, si los hombres pueden engañar a las mujeres y ejercen su sexualidad sin ninguna taxativa, entonces las mujeres pueden hacerlo también sin impedimento de ninguna especie. Romy confiesa a Jacob su infidelidad en alguna ocasión; y Jacob encuentra a su esposa en compañía de Samuel.

La violencia se desata; pero –de forma “civilizada”–, después de un pleito, “las aguas vuelven a su nivel”. El final de Babygirl entra en esa idea moderna y civilizada de que los conflictos en la pareja se solucionan con gran facilidad y felicidad para quien ha traicionado o quien ha sido traicionado. Pero las dudas saltan inmediatamente en mentes perspicaces; ¿así se resuelven la mayoría de los conflictos conyugales producidos por adulterio? ¿Qué ocurre cuando estos conflictos derivan en divorcio? ¿Acaso, en las parejas, la traición queda, en la mayoría de los casos como peccata minuta, que se resuelve con mucha facilidad? 

Halina Reijin es una realizadora que pretende presentarnos una versión edulcorada del conflicto marital, derivado del adulterio. Para Reijin, ésta es una posición de la llamada tendencia “progresista” (“progre”, ahora se denomina).

Pero ese progresismo de “izquierda” es la manoseada tendencia de los partidos que renunciaron hace mucho a lucha por el socialismo, y se adaptaron a la lucha que es posible dentro de los marcos del orden social capitalista; ser “progre” actualmente es aceptar todas las patrañas sobre las ideologías que dividen a la sociedad artificialmente, el “feminismo” radical, que pretende enfrentar a las mujeres contra los hombres.

No se trata, por tanto, de crear enfrentamientos artificiales (y artificiosos) entre los géneros masculino y femenino, o de crear la lucha entre los veganos y los consumidores de carne, la lucha entre los que defienden las corridas de toros y quienes las rechazan y piden su prohibición, la lucha entre los que rechazan el maltrato a los animales y quienes lo toleran, y así hasta el infinito; pues como han afirmado importantes lideres partidarios del mundo multipolar: esas divisiones son parte de la estrategia del imperialismo para crear artificialmente división interna en la sociedad.

Hace décadas que la llamadaizquierda” de los países de Occidente abandonó la lucha de clases, que es el verdadero “motor de la historia”. Ya para esa “izquierda progre”, no es la lucha de las grandes masas explotadas y oprimidas contra el régimen extractor de plusvalía, fuente del descomunal enriquecimiento de unos cuantos y el empobrecimiento de las mayorías. Ahora la división de la sociedad es otra para esa “izquierda”. Pero, como es parte de las leyes ineluctables que rigen a la sociedad, la historia dará, tarde o temprano, su veredicto. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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