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Reportaje
Atlixco: la capital de las flores sin protección ante las lluvias
Apenas 10 días bastaron para arrasar con lo que le tomó meses –y en algunos casos, años– edificar a Atlixco.


El olor no es el habitual. En lugar de la mezcla de aromas florales de rosas, alcatraz, nube o gladiolas, la colonia Cabrera, en Atlixco, famosa por albergar decenas de viveros, huele a humedad estancada, a tallos podridos y tierra revuelta. El agua se ha retirado; pero las intensas lluvias de hace unos días dejaron estragos: charcos en la avenida, acequias saturadas, muros vencidos; pero, sobre todo, decenas de viveros de flores inundados.

Apenas 10 días bastaron para arrasar con lo que le tomó meses –y en algunos casos, años– edificar a Atlixco. El corazón florícola de Puebla se convirtió en una zona de desastre tras las intensas lluvias derivadas de las dos trombas que azotaron el municipio durante la segunda mitad de junio. Cabrera, una de las colonias más productivas en cultivos de flor de corte, fue especialmente golpeada. La precipitación superó la capacidad de los sistemas de drenaje agrícola, desbordó canales y acequias, convirtiendo invernaderos enteros en estanques donde flotaron miles de macetas con rosas, nochebuenas y plantas que venden las familias para su sustento. 

“No pudimos hacer nada, el agua era demasiada. Nuestra primera reacción fue resguardar las cajas de nochebuenas, pero no podíamos, la fuerza del agua nos arrastró con ellas, si no las soltábamos algo malo podría pasar: no tuvimos de otra”, narra para buzos Isidro, de pie junto a “camas” de plantas destrozadas donde, apenas la semana pasada, crecían cientos de ejemplares de nochebuenas. Como él, decenas de campesinos pasaron días y noches tratando de contener el agua con zanjas improvisadas y bombas que no fueron suficientes. La mayoría vio su esfuerzo sepultado bajo el lodo.

Las pérdidas se cuentan en cifras difíciles de asumir: miles de plantas arruinadas, cientos de miles de pesos invertidos en semillas, fertilizantes y plástico agrícola que no podrán recuperarse. Pero también se traducen en días sin ingresos, deudas acumulables y el desconcierto de no saber “qué sigue”. Muchos productores cultivaban mediante préstamos; otros ya tenían pedidos apartados para el Día de la Virgen del Carmen, una de las fechas con mayor demanda. Todo eso se perdió.

Las lluvias más fuertes se registraron el 22 y el 28 de junio, según relatan los propios afectados. Aunque las precipitaciones se habían anticipado, nadie esperaba su intensidad ni duración. Algunas zonas quedaron inundadas por más de 24 horas. Lo que el agua no mató la humedad lo destruyó.

Autoridades apoyan, pero no lo suficiente

El gobierno del estado de Puebla entregó los primeros apoyos a floricultores afectados por la tromba que azotó a Atlixco a finales de junio. De acuerdo con información oficial, fueron otorgados 40 cheques de 15 mil pesos, derivados del programa emergente anunciado por la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR), a viveristas de la colonia Cabrera, una de las más golpeadas por las lluvias. Sin embargo, la última cifra oficial de viveros damnificados supera los 76.

Aunque la entrega fue recibida con aplausos durante el evento público, se rumoró una sensación de insuficiencia. Productores entrevistados por este semanario reconocen el gesto institucional, pero advierten que las pérdidas rebasan por mucho el monto recibido: “Sólo en lo que la corriente se llevó, en este vivero que está pisando, fueron más de 300 mil pesos”, reveló Manuel Santiago Cruz, agrónomo especializado en la producción de nochebuena, uno de los cultivos más delicados y valiosos de la región.

El productor explicó que, además de las plantas arrasadas por el agua, aquellas que quedaron bajo el lodo enfrentan ahora un proceso largo y costoso de recuperación: “Necesitamos aplicar un tratamiento químico para curarlas de las plagas que trae el agua sucia; en el caso de la nochebuena, es fundamental porque si no se tratan, se pudren las raíces. Y solamente la compra y aplicación del químico costarán unos 45 mil pesos”, agregó.

Frente a ese panorama, el cheque de 15 mil pesos representa apenas un alivio simbólico. No alcanza para cubrir el primer tratamiento necesario, mucho menos para reponer las plantas, rearmar estructuras o pagar a los trabajadores. En muchos casos, los floricultores deben solicitar créditos bancarios para continuar, endeudándose en un momento de profunda vulnerabilidad. La entrega de apoyos, aunque necesaria, resulta insuficiente ante la magnitud del daño.

Un problema no sólo de Atlixco

Aunque los trabajos de limpieza y desazolve han comenzado en las zonas más críticas, la dimensión del problema requiere una solución estructural, no sólo correctiva. Así lo explicó Santiago Cruz. Según detalló, el canal que atraviesa las comunidades florícolas de El Bosque y Solares quedó completamente azolvado por la tierra arrastrada desde la pendiente seca de un terreno superior. La fuerza del agua se desbordó hacia los viveros más bajos, devastando invernaderos completos.

“Este canal está diseñado para una fracción de los viveristas. Cuando llueve con esta intensidad, como pasó con las dos trombas en menos de 10 días, se satura y empieza a meterse al cultivo. Necesitamos un muro de contención de mampostería, pero es una obra costosa. Ahí debería entrar el Gobierno Federal”, demandó. Aunque agradeció el apoyo técnico del municipio con maquinaria facilitada por el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Atlixco (Soapama) para comenzar el desazolve insistió en que la intervención no puede quedarse en lo emergente, porque anualmente el riesgo crece.

Además, subrayó que éste no es un problema exclusivo de los floricultores. “Toda esta agua termina en la ciudad de Atlixco. Las plantas, las macetas, todo lo arrastrado llega a la calle. Esto ya es un problema social; y así debe entenderse para que se le dé el peso necesario y se pueda acceder a recurso federal”.

Pérdidas importantes

Desde su vivero, Santiago Cruz explicó que el cultivo más afectado fue la nochebuena, caracterizado como uno de los más delicados. En contraste con otras plantas que pueden podarse y rebrotar, esta especie es vulnerable a los hongos generados por la humedad, como los provocados por la llamada lluvia ácida. Una planta de maceta de siete pulgadas –que normalmente produce entre 12 y 15 flores en dos podas anuales– ya no se repone para diciembre. “Se puede volver a plantar, pero ya no da el mismo tamaño”, reconoció el ingeniero agrónomo. Aún así, garantiza que habrá producción suficiente, aunque en presentaciones más pequeñas: “los precios se mantendrán; lo importante es que la gente venga, compre y apoye a los compañeros que sí perdieron todo”.

Uno de los casos más dramáticos –explicó– provino de una productora vecina que perdió 50 mil “suculentas”, con un valor estimado cercano al millón de pesos (mdp). En total, se calcula que entre 50 y 70 viveristas resultaron afectados por las dos trombas ocurridas en menos de 10 días. Cruz insiste en que éste no es un problema aislado ni exclusivo del campo: “toda esa agua baja a la ciudad, con macetas, tierra, plantas; Atlixco también se inunda. Esto ya es un problema social y debería tratarse como tal”.

Falta de previsión

Las lluvias torrenciales que devastaron a los viveros no son un fenómeno atípico. En los últimos tres años, distintos puntos del municipio han padecido afectaciones similares: desbordamientos de canales, viviendas anegadas, cultivos arrasados; la situación se ha repetido con tal frecuencia que la propia presidenta municipal, Ariadna Ayala, inició gestiones ante el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) para reubicar a familias enteras afectadas de forma recurrente, según lo confirmó recientemente en declaraciones a medios locales.

Sin embargo, el reconocimiento del problema contrasta con la falta de un plan integral de prevención para el sector más afectado y, al mismo tiempo, el más estratégico del municipio: la floricultura. Atlixco es conocido nacionalmente por su producción ornamental y su vocación turística vinculada a los viveros. Aun así, no existe hasta ahora ningún programa municipal sostenido que proteja esta actividad de las lluvias intensas que, anualmente, amenazan con destruirla.

Destaca que, en su segundo periodo como presidenta municipal y con una evidente cercanía tanto con el gobierno estatal como con instancias federales, Ariadna Ayala no haya impulsado medidas básicas de infraestructura agrícola, como muros de contención en las acequias, reforzamiento de canales o drenajes adecuados en las zonas de cultivo.

Mientras el ayuntamiento y los organismos de vivienda negocian la reubicación de familias, los productores de flor piden que se les garantice el derecho a quedarse y seguir produciendo en sus tierras sin que los temporales signifiquen una catástrofe. En un municipio donde la flor ofrece sustento a cientos de familias, posponer soluciones estructurales ya no representa una opción: es una omisión repetida cada año.

El impacto económico

El golpe a los viveros no únicamente significa una tragedia para las familias productoras, implica también un daño directo a la economía del municipio y del estado. En colonias como Cabrera, la floricultura es el pilar económico que sostiene a miles de personas. 

La afectación no sólo fue inmediata. Según explicó Isidro, trabajador de uno de los viveros que este semanario visitó, la tromba retrasó el calendario productivo, especialmente en cultivos como el cempasúchil: “Ya teníamos planeado qué hacer esta semana; pero ahora hay que juntar otra vez la maceta, la tierra, levantar las plantas... todo eso atrasa”, lamentó. Eso naturalmente implica más inversión en mano de obra, fertilizantes y materiales, además de reponer la maceta perdida.

Durante las temporadas altas, como la venta de nochebuenas en diciembre o la de cempasúchil en octubre, la producción de flores genera cerca de tres mil empleos, de los cuales al menos dos mil son directos: cortadores, empacadores, transportistas, comerciantes, cuidadores de invernadero. El restocorresponde a empleos indirectos vinculados al traslado, distribución y comercialización, tanto dentro como fuera del estado. La derrama económica no es menor: únicamente la venta de cempasúchil en temporada de Día de Muertos genera más de 75 mdp a nivel estatal; y es Atlixco uno de los principales centros de producción y distribución.

Además de su papel agrícola, los viveros conservan un enorme valor turístico. Eventos como el Festival de la Nochebuena y la Ruta de las Mil Flores atraen anualmente a miles de visitantes nacionales e internacionales interesados no sólo en la compra de plantas ornamentales, sino en el paisaje, la estética y la experiencia misma de recorrer las parcelas floridas y los viveros. Este turismo especializado deja ingresos constantes a hoteles, restaurantes, mercados y guías locales.

La floricultura, de hecho, supera incluso al turismo convencional, como principal fuente de empleo en el municipio; pero muchas veces no recibe la misma atención institucional. Aunque existen proyectos para mejorar la infraestructura, señalización y organización comercial de zonas como Cabrera, la ausencia de un plan de protección ante contingencias climáticas arriesga esa base económica. En una región que ha optado por las flores como identidad, marca y sustento, no cuidar sus viveros equivale a desproteger el corazón productivo de Atlixco.

El pueblo puede ayudar

Debido al golpe recibido, los viveristas de Atlixco se han movilizado. Desde los primeros días tras las trombas, se organizaron para limpiar las acequias, desazolvar canales, sacar el lodo de los invernaderos y levantar las estructuras dañadas. La solidaridad entre productores resultó fundamental para comenzar la reconstrucción. Sin el apoyo de las autoridades, formaron brigadas y se enfocaron en restaurar cuanto antes sus parcelas y locales de venta: “Estamos aprovechando que no está lloviendo para limpiar y reforzar todo porque, si vuelve a caer agua, queremos que no nos pegue igual”, acotó el trabajador. 

Con las labores de limpieza, los floricultores emitieron un llamado urgente a la ciudadanía: visitar Atlixco, recorrer los viveros, comprar flores y plantas. Saben que una manera de salir de esta crisis radica en el respaldo directo de quienes anualmente los eligen como destino: “No todo está perdido”, subrayan. Aunque algunos viveros fueron gravemente afectados, muchos otros lograron salvar parte de la producción, y todos están trabajando intensamente para garantizar que en diciembre la tradicional nochebuena llene de color los patios, las iglesias y plazas.

La recuperación será lenta, pero está en marcha. Cada compra es una forma de salvar empleos y sostener familias. Por eso, la invitación sigue abierta: Atlixco florecerá de nuevo. 


Escrito por Silvanna Mortera

poi


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