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El pasado viernes cuatro de noviembre, el Gobierno Federal morenista dio un “zarpazo” legislativo a tus ahorros, a los ahorros de todos los mexicanos; a los activos del pueblo de México, cuando modificó la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria para fortalecer los llamados fondos de estabilización. ¿En qué consisten éstos y para qué sirven? Son instrumentos financieros que sirven para estabilizar la situación fiscal del Estado Mexicano (Gobierno Federal y entidades federativas) y entran en acción como un mecanismo contracíclico, es decir, cuando la recaudación de impuestos es mala y faltan ingresos. La compensación se da en la misma proporción del faltante de éstos en la meta fiscal establecida por la Ley de Ingresos de la Federación (LIF).
Por ejemplo, si la meta de recaudación es de 100 pesos y una crisis económica provoca que solo se recauden 80; entonces el fondo de estabilización pone los 20 pesos faltantes. En el país hay dos fondos de estabilización: uno es el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) y otro es el Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF). El primero atiende los gastos emergentes del Gobierno Federal y el segundo los de las 32 entidades federativas.
Esta administración federal recibió los dos fondos con un monto global de 350 mil millones de pesos (mdp); pero ya se gastó la mayor parte y solo le quedan 25 mil mdp. ¿En qué usó estos recursos ahorrados durante muchos años? En caprichos presidenciales: las megaobras –el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la refinería Dos Bocas, el Tren Maya– y los programas sociales con entrega directa de dinero a la gente. Estos gastos, además de onerosos, se han efectuado sin una política de inversión pública y desarrollo económico bien concebida, y al asociarse con la inflación provocada por factores externos –entre éstos el alza de energéticos. ¡La gasolina está cerca de los 25 pesos!– han disminuido aún más los ingresos de los mexicanos más pobres, a quienes este gobierno se comprometió defender “con todo”. Estas dos consecuencias nefastas son una muestra de la mala administración de los fondos de estabilización financiera que este gobierno realiza.
Ahora bien, ¿por qué es relevante explicar a nuestros amables y pacientes lectores el alcance de la modificación a Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria? Porque es necesario que la gente sepa lo que el gobierno hace con su dinero; y que se entere de que la administración federal morenista no tiene con qué fondear los carísimos e inútiles proyectos de infraestructura del huésped de Palacio Nacional ni los programas electoreros con las “tarjetas del bienestar”; y que para financiarlos está utilizando los ahorros y los activos de los mexicanos. Veamos.
El dictamen aprobado en la Cámara de Diputados aclara que los dos mecanismos de capitalización tienen las siguientes funciones: uno de ellos radica en “abrir la posibilidad de que, en caso de que se genere un ahorro o economías presupuestarias en el costo financiero de la deuda pública del Gobierno Federal durante el ejercicio fiscal correspondiente, se puedan realizar las adecuaciones presupuestarias compensadas para destinar los recursos al Fondo”. Y la otra función “consiste en permitir aportaciones adicionales al Fondo consistentes en activos financieros (subrayado mío). En ese sentido, se habilita al Gobierno Federal para que no solo aporte recursos presupuestarios obteniendo rendimiento con un riesgo bajo y asegurado, al invertir sus activos financieros en un instrumento público, lo que coadyuvará a incrementar el patrimonio del Fondo”[1].
Sería difícil hallar a alguien que pudiera estar en contra de fortalecer los fondos de estabilización; pues éstos sirven para solventar los malas recaudaciones en tiempos de crisis; pero debemos ser extremadamente cuidadosos en la forma para integrarlos y no hacerlo como lo propone el gobierno del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), ya que los “activos financieros” son muy variados y contienen tanto el dinero en efectivo de la Tesorería de la Federación (TF) como los activos actuariales derivados de las cuentas de ahorro de los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y el Fondo para la Vivienda del ISSSTE (Fovissste), con los que el gobierno no debería contar.
Ahora bien, si la medida es tan importante y “para el bien de México”, ¿por qué solo incluyen el FEIP y no el FEIEF? ¿Por qué únicamente se prevé el uso del mecanismo que apoya a la Federación y no el destinado a los estados? Porque al gobierno morenista no le importa que las entidades federativas tengan dificultades financieras. ¿Por qué este abrupto cambio en la ley? Porque la administración federal ya está viendo que en 2023 no van a alcanzarle los ingresos recaudatorios; y como se dice popularmente, “está amarrándose el dedo antes de cortárselo”. Efectivamente, en el Presupuesto de Egresos de la Federación del año próximo (PEF 2023) este gobierno gastará más de lo que percibirá mediante la recaudación de impuestos, además de que sobreestima sus expectativas.
Entre éstas destaca la del crecimiento económico, pues afirma que el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá al tres por ciento, lo que resulta falso; pues creceremos solo 1.2 por ciento; afirma que la inflación será de 3.2 por ciento; falso también porque, debido a la crisis, este año cerraremos con cerca del nueve por ciento; declaró que la producción de petróleo será de mil 872 millones de barriles diarios, pero la actual tasa de producción se acerca a 1.53 millones de barriles diarios[2]; calcula el precio del petróleo en 68.7 dólares por barril, tarifa claramente subestimada, porque las tendencias internacionales sugieren que estará en 85 dólares por barril . Esta subestimación obedece a que el gobierno quiere obtener 131 mil mdp extras para administrarlo a discreción.
A esta administración federal no le interesa el desarrollo económico del país, ni la elevación de los niveles de vida de la población; a Morena únicamente le importan sus planes de perpetuarse en el poder para seguir medrando a costa del pueblo mexicano. En el libro El Rey del Cash se describen los inescrupulosos métodos y se enlista a los cómplices que el fundador y líder de este partido –el hoy Presidente de la República– utilizó para llegar a Palacio Nacional. En la trama de esa amplia red de corrupción se mueven varios personajes del mismo nivel del famoso “señor de las ligas”, uno de sus múltiples proveedores de dinero público y privado.
Tanto la LIF como el PEF de 2023 contienen golpes severos contra las finanzas de los órganos autónomos –entre ellos el Instituto Nacional Electoral (INE), al que además Morena quiere reformar para controlarlo– así como las de los poderes Judicial y Legislativo (Cámara de Diputados) para destinar sus recursos al Poder Ejecutivo. Y ahora, ¡Atención mexicanos!, después de apropiarse de los fideicomisos para la ciencia y la atención a los desastres naturales, se apoderará de los activos del petróleo, el dinero en caja de la Tesorería y, si nos descuidamos, los ahorros de la nación. ¡Cuidado! Frenemos el autoritarismo. Es tiempo de hacerlo y no tenemos otra opción.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.