Cargando, por favor espere...

Un año después, Israel es el depredador global número uno
La operación palestina Diluvio de Al Aqsa fracturó el plan colonialista de Israel.
Cargando...

La operación palestina Diluvio de Al Aqsa fracturó el plan colonialista de Israel, cuya reacción destructiva no ha logrado aniquilar a Hamás y, en contraste, se ha ganado el repudio mundial por el alto número de sus víctimas, debido a la apertura de varios frentes de batalla y a causa del divisionismo generado entre los países de Occidente. 

A doce meses de la escalada israelí, su efecto geopolítico es multidimensional: se exacerbó el armamentismo, se desestabilizó la economía en la región de Medio Oriente, afectando considerablemente a los Estados más frágiles; y se polarizaron las posiciones entre el Occidente y el llamado Sur global.  

La espectacular acción de Hamás y la amplia difusión de sus imágenes a través de las redes sociales mediante el denominado “tsunami informativo”, le permitió interpretar nuevamente la cuestión palestina como uno de los conflictos de mayor prioridad humanitaria de la agenda internacional. 

A este efecto ha contribuido la desproporcionada respuesta israelí que, en 52 semanas de implacables bombardeos aéreos contra civiles e infraestructura estratégica (sanitaria, educativa y de servicios) ha evidenciado el objetivo de borrar toda idea sobre un Estado palestino del gobierno de coalición “ultraortodoxo” de Benjamín Netanyahu.  

Esta reacción apunta hacia tres aspectos: uno, que en el corto y mediano plazos definirá una nueva relación de conflicto entre israelíes y palestinos; dos, que determinará otra dinámica entre Israel y sus vecinos árabes y musulmanes; y tres, que condicionará una relación diferente entre Occidente y el Sur global. 

Hoy se sabe que los servicios de inteligencia sionistas sabían que la resistencia palestina actuaría concertadamente y que la dejaron efectuarlo para tener la coartada requerida para acometer su represalia genocida. 

El informe Muro de Jericó, con documentos, correos electrónicos y entrevistas, publicado por The New York Times el 30 de noviembre de 2023, confirma que, desde hace un año, los sionistas atisbaban lo que Hamás preparaba; y que desecharon la información porque creyeron que era muy difícil ejecutar su plan. 

Por ello, el informe publicado por Hamás el 11 de enero de 2024 cobra gran valor; en sus 16 páginas explica que su operación fue una respuesta necesaria al plan devastador de Israel. En el mismo texto pide formar una comisión para juzgar a Israel por crímenes de guerra y la creación de un Fondo de Reconstrucción para Gaza. 

¿Por qué? 

El examen actual sobre este conflicto visto desde México conduce a una respuesta que únicamente pueden brindar sus antecedentes. ¿Por qué? Porque la “eclosión del proyecto sionista”, como Ilán Papé denomina a la creación del Estado de Israel hace 75 años, generó una violenta expansión en el Medio Oriente, que sofocó la viabilidad del Estado de Palestina. 

El sionismo, visto como expansión colonialista sobre tierra palestina, siempre se ha acompañado por prácticas de limpieza étnica; controla el movimiento de los palestinos en su propio territorio; les limita medios de vida –alimentos, agua, escuelas, servicios– y aplica durísimos castigos y represión a toda resistencia contra su proyecto colonial. 

Con respecto a lo ocurrido el siete de octubre de 2023, es indispensable recordar que, con la ocupación israelí, el territorio palestino se dividió en dos: el de Gaza, que administra Hamás y desde hace décadas es sometido a bloqueo por el sionismo; y Cisjordania, gobernada por la Autoridad Nacional Palestina, con Mahmoud Abbas, adversario de Hamás. 

Además de esta división territorial, Israel y el expresidente estadounidense Donald Trump consiguieron aislar la causa palestina con los Acuerdos de Abraham en 2020, por los que Estados Árabes Unidos (EAU), Bahrein, Marruecos y Sudán establecieron relaciones con el estado sionista. Sin embargo, en marzo de 2023 se frustró el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, cuando este importante actor árabe reanudó lazos con Irán, que disputa a Israel la hegemonía regional. 

Fue en este contexto geopolítico cuando se produjo la operación Diluvio de al Aqsa contra la invasión y el Apartheid de Israel, con lo que provocó mayores tensiones en una región donde rivalizan las potencias de Occidente. En las primeras semanas posteriores a la operación de Hamás se consideró que a ella se sumarían otras resistencias palestinas y que evolucionaría “de diluvio a tsunami”. 

Esta operación ha generado otros problemas, como ocurre con el deliberado fracaso de las negociaciones de paz, el silencio internacional y los pactos entre Occidente e Israel con ciertos Estados árabes que perpetúan la inhumana condición de los palestinos en Gaza y Cisjordania. 

En Occidente se reprocha la reacción israelí, pero “se justifican sus medios”. Sin embargo, el mundo no se ha engañado y se le repulsa en las principales ciudades del planeta, entre judíos antisionistas, congresistas y universitarios, así como en redes de intelectuales y medios alternativos. 

Dos meses después de iniciado el conflicto, Sudáfrica demandó a Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Fue la respuesta del Sur global al neofascismo sionista. Con esta denuncia se reconoció que la resistencia palestina no actúa arbitrariamente y condenó el Apartheid y los crímenes bélicos cometidos por los sionistas, entre ellos, el robo de yacimientos de gas y petróleo palestinos. Esta riqueza energética que el ocupante sionista oculta al mundo cubriría las necesidades de los palestinos durante décadas y generaría divisas importantes con su exportación. 

Mientras el gas palestino yace en el mar y el ocupante adjudica licencias de explotación energética que le reportan enormes ganancias a la estadounidense Chevron, la británica British Petroleum y la italiana ENI por más de 20 años, Israel ha privado a 2.3 millones de gazitanos de autosuficiencia y prosperidad porque solamente permite que ingresen ahí unos cuantos camiones con combustible. 

Para distraer la atención mundial de ese asunto, Israel activó su formidable aparato de desinformación; de ahí las falsas acusaciones de antisemitismo y la difusión de informaciones en favor del terrorismo, explica Tariq Kenney Shawa. 

Dos meses después de la operación Diluvio de Al Aqsa, Israel arrasó la ya precaria Gaza y asesinó a unos ocho mil palestinos, entre ellos tres mil 600 menores. Y en mayo de 2024, tras su operación de limpieza étnica, el tenebroso organismo Tsahal admitió que no logró desplazar a los palestinos. 

Ese mes, cuando el mundo reprochó a Tel Aviv la inmoralidad e ilegalidad de su reacción en Gaza, se evidenció la magnitud del expolio de la energía, agua y tierras de cultivo palestinas, recuerda Moussa Bourekba. 

 

De Yemen a Líbano 

La onda expansiva de la represión sionista activó a los hutíes de Yemen, actores emergentes en el conflicto palestino-israelí, que puso a la ofensiva a potencias como Estados Unidos (EE. UU.) y el Reino Unido para combatirlos. Pasados nueve meses, estos Estados no lograron que sus embarcaciones transiten con plena seguridad por el Mar Rojo con bienes para Israel y han sufrido enormes pérdidas por los abordajes, ataques de misiles y drones de los rebeldes. 

Después de la valiente e inesperada acción de los hutíes, Israel se propuso impedir una coalición con Hezbolá, la milicia chiita libanesa considerada por Israel como su mayor adversario debido a su enorme capacidad militar. Además, fue esta milicia la que logró expulsar del sur de Líbano al arrogante ejército israelí en 2020. Esta humillación permea en el repudio sionista a esta formación. 

De ahí que, desde hace meses, Israel someta a intensos bombardeos al sur libanés, dejando unos 600 muertos y mil 200 heridos. Estos ataques llevaron al primer ministro libanés, Najib Mikati, a calificarlos como pertenecientes a “una guerra de exterminio en todo el sentido de la palabra”. 

El viernes 27 de septiembre –día de oración para los musulmanes– Israel asesinó al histórico líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, con bombas antibúnker. Este homicidio tuvo el objetivo de desafiar a Irán, aliada de Hezbolá y la mayor amenaza para Israel en la región. 

Después de la operación Diluvio de Al Aqsa, Narsallah declaró que Hamás advertía al mundo contra la normalización del sacrificio palestino. Sin embargo, los medios de prensa estadounidenses alentaron la idea de que Irán y Hezbolá conspiraban contra Israel. 

Según The Wall Street Journal, en abril de 2024 hubo un acuerdo secreto entre el jefe de la Fuerza Quds (élite de la Guardia Revolucionaria de Irán), el general Esmail Qaami, y sus homólogos de Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica. La improbable reunión sería el indicio de ataques coordinados de estas fuerzas contra Israel. Esta versión justificó los atentados homicidas del régimen sionista. 

EE. UU. aparece como el cómplice del genocida. Después de su respaldo a la versión de que Israel se defiende “del radicalismo terrorista de Hamás”, hoy el presidente estadounidense Joseph Biden teme que la escalada israelí en el Medio Oriente al final de su gestión sea explotada por su adversario Donald Trump. 

Por ello envió a Amos Hochstein a reunirse con el Ministro de Guerra israelí, el insolente Joav Galant, quien reveló que la guerra en Líbano es inminente. Sin embargo, Israel no puede lanzar una acción bélica de gran escala en Líbano (o un genocidio como el de Gaza) sin la venia de EE. UU. 

Además, Hezbolá es una fuerza bélica más fuerte que Hamás y toda la resistencia palestina. De ahí que Netanyahu presione a Biden y flirtee con Donald Trump para que lo respalde en un ataque gigante en Líbano que amague también a Irán. 

Washington, hoy presionado, aboga por el retorno de la Resolución 1701 (de 2006) cuando Hezbolá se retiró del sur y dejó la zona al ejército libanés, explica Achcar en Al-Quds al-Arabi. 

 

Cautela y solidaridad 

A un año de la operación de Hamás, la comunidad internacional ha tenido reacciones diversas. Mientras Occidente se inclina a favorecer el derramamiento de sangre de Israel contra civiles, el Sur global y Eurasia han extendido su mano hacia Palestina. 

Rusia ha sido muy cuidadosa y ha emitido críticas bien calibradas hacia ambas partes. Condenó a Hamás por el ataque del siete de octubre y pidió a Israel suspender el bloqueo a Gaza, al equipararlo con el asedio nazi a Leningrado en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). 

Netanyahu y Moscú llevan relaciones pragmáticas por intereses separados, por lo que el genocida evita cruzar las líneas rojas. Y recuerda que Vladimir Putin, el presidente ruso, sentenció: “lo que sucede en Gaza no es una guerra, sino una especie de destrucción total de la población civil”. Putin atribuyó este hecho, además, a un efecto de la política estadounidense. 

En junio pasado, ante agencias informativas internacionales habilitadas en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Putin denunció: “ellos monopolizaron el proceso de paz y abandonaron los mecanismos para resolver este difícil problema, cuya solución implica la creación de dos Estados según la resolución de la ONU”. Recordó, asimismo, que Rusia reconoció el Estado palestino en tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 

La República Popular China (RPCh) fue el primer país no árabe que reconoció a Palestina como Estado y le ha brindado apoyo a Gaza y Cisjordania. A la par, es el segundo socio comercial de Israel. El pasado 22 de febrero, en el foro de la CIJ, el representante del Ministerio del Exterior, Ma Xinmin, reconoció el derecho de ese pueblo a ejercer la lucha armada contra la opresión israelí. 

El primer día de 2024, Beijing sorprendió al mundo con ocho acuerdos junto a la Liga Árabe. Uno de ellos exigía el “total e inmediato cese al fuego y violaciones al derecho internacional” de Israel. En marzo, ante la destrucción de Gaza y la violencia sobre Cisjordania, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, advirtió: “no hay una sola razón que justifique el asesinato de civiles” y llamó al mundo a imponer un alto al fuego. 

Hasta junio de 2023, el intercambio entre China e Israel sumaba 24 mil 500 millones de dólares (mdd), con lo que superó a EE. UU. como fuente de importaciones –en particular en tecnología–, refiere Javier Barroso. 

Entre los países árabes, las reacciones con respecto a la masacre sionista han sido diversas. Si antes del siete de octubre Arabia Saudita consideraba establecer relaciones con Israel, en noviembre de 2023, el príncipe heredero Mohamed bin Salman responsabilizó a las autoridades israelíes “por los crímenes contra el Estado palestino”. 

A su vez, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, afirmó que los países islámicos debían declarar al ejército israelí “como una organización terrorista” por sus acciones en Gaza. Por su parte, Argelia y Líbano interrumpieron el suministro de crudo al ente sionista y rompieron lazos con los Estados que mantienen vínculos con Israel. 

Entretanto, el presidente de Turquía, Recep Tayip Erdogan, declaró que era “una vergüenza que los países de Occidente, que siempre hablan de derechos humanos y libertades, permanezcan en silencio ante las masacres en curso en Palestina”. 

En noviembre, convocados en Riad, los países árabes-musulmanes rechazaron la versión de que Israel actúa en “legítima defensa” y exigieron a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptar una “resolución decisiva y vinculante” para detener la agresión del régimen sionista y que ponga fin a la venta de armas a Israel. 

 

Líbano: Fase 2 

La tarde del 17 de septiembre, consciente de que muchos inocentes morirían, Israel activó un ataque de exterminio contra miembros de la milicia chiita-libanesa Hezbolá. Desde el 25 de agosto, el “ataque preventivo” del régimen sionista anunció la intención de hacer de Beirut “una nueva Gaza”. 

Observar esto desde México resulta crucial, porque detrás de toda ofensiva israelí en Líbano se oculta el deseo de provocar e involucrar a Irán en ese conflicto. Por eso la rudeza de sus acciones. 

El estallido de radiolocalizadores personales fue una operación homicida alentada por los sectores más radicales del sionismo, incluso instigada por el diario de centro-derecha Maariv para actuar contra Hezbolá. Argumentaron que, así, la milicia libanesa cesaría el envío de misiles sobre la frontera, aunque omitieron que esa acción era en reclamo por el genocidio contra palestinos en Gaza, recordó Gilbert Achcar. 

Estos ataques contra Líbano recuerdan el fracaso de Israel cuando Hezbolá lo expulsó después de su ilegal ocupación en los años 90. Esta humillación sigue viva y resulta imperdonable para sionistas como el general Ori Gordin, quien recientemente pidió autorización para que sus fuerzas reocuparan una zona libanesa abandonada en el año 2000. No debemos olvidar que, hoy, Líbano es un Estado sin gobernabilidad, por lo que es la víctima ideal. 

Reclamos inesperados 

Ante la solidaridad mundial con la causa palestina, Israel ve cada vez más lejos todo signo de aceptación. En su interior se escenifica una fractura política manifiesta abiertamente en las protestas sociales por diversos asuntos, entre los que destaca el rechazo a las reformas de Netanyahu al poder judicial y la oposición de los reservistas de Hermanas y Hermanos en Armas que se niegan a sofocar los incendios causados por los judíos ultraortodoxos en Cisjordania. 

A ello se añade la denuncia de 10 sindicatos de defensa laboral de 160 países ante la CIJ en Ginebra, que agrupan a más de 207 millones de trabajadores, contra las “flagrantes violaciones” del gobierno israelí al Convenio sobre la Protección al Salario, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 

El 27 de septiembre se exigió al Estado sionista que repare el impago de salarios y la retención de prestaciones a 200 mil palestinos que trabajan para él. Son ingresos por millones de dólares que, al no pagarse, han causado inseguridad financiera, agobio económico y deterioro en la vida de sus familias. 

La denuncia detalla que, después del siete de octubre de 2023, Israel dejó de pagarles al suspender permisos de trabajo o por rescisión de contratos. Para el Secretario General de la Federación Internacional de Trabajadores (FIT), Anthony Bellanger, “todos los trabajadores tienen derecho a su salario, independientemente del contexto político en el que trabajen. Por ello, Israel está obligado a cumplir con el Convenio de la OIT”.  

 

 

 

Futuro de una debacle 

La prolongación del conflicto armado sería catastrófica para palestinos en Gaza y Cisjordania, cuyo territorio está devastado. También impactará en la política interior israelí, su economía y su relación con el exterior, en particular con EE. UU. a un mes de las elecciones presidenciales; y en Europa, que se sumerge cada vez más en una dinámica de extrema derecha. 

El futuro de Benjamín Netanyahu es incierto, más aún si se introduce en una eventual rendición de cuentas y la guerra se prolonga, a pesar de que la considera fundamental para su sobrevivencia política. 

La población israelí judía piensa que la ofensiva larga les reportará más seguridad; ya que, en esa puja, el ente sionista sólo ha perdido a 292 soldados desde el siete de octubre, además de los rehenes. 

Y aunque Israel retiró ya a sus embajadores de España, Noruega e Irlanda, porque reconocieron a Palestina, recibe aún el apoyo tácito de Washington y Bruselas (Unión Europea). Por ello, Netanyahu no teme la orden de detención de la CPI y el cargo por genocidio en la CIJ. 

Sin embargo, a un año de masacrar a los palestinos, Israel no ha cumplido su meta de destruir a Hamás, aunque haya desmembrado una parte de su liderazgo. Pero el costo ha sido enorme: al último trimestre de 2023, el crecimiento de su economía se desplomó 21.7 por ciento con respecto al de 2022, según la calificadora S&P Global. 

Sus gastos militares se duplicaron y esta guerra será la más costosa de todas las que ha librado en 75 años, según Moody’s Investors Service. “No hay fondos suficientes para cubrir los costos”, admitió el vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), contraalmirante Daniel Hagan, quien se congratuló por el retiro parcial de sus fuerzas en Gaza, al atisbar que así se “aliviaría su carga”. 


Escrito por Nydia Egremy .

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


Notas relacionadas

Sin lanzar un solo disparo, Rusia muestra su poderoso músculo de potencia nunca vencida ante un Occidente que proyecta su endémica violencia contra el mundo.

La escalada de agresiones de Israel hacia Líbano ha resultado en dos mil muertos, incluidos 127 niños y nueve mil 384 heridos.

El llamado se realizó en el marco de la conmemoración del Día Mundial de Al-Quds

Noviembre ha hecho públicas una serie de declaraciones que dan cuenta del estado putrefacto y en fase terminal en que se encuentra Kiev, sólo esperando por una extremaunción que tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

Este martes, cinco países se unieron de manera oficial a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), dado que ya habían hecho la petición desde el 2023.

Solo fueron daños menores: vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel

El Ejército de Israel atacó este viernes a una ambulancia que llevaba heridos del hospital de Al Shifa rumbo al paso fronterizo de Rafah con Egipto.

La solicitud llegó por medio de una carta al juez Brian Cogan.

Entre los 11 detenidos se encuentran los cuatro ejecutores directos del crimen atroz, como ha sido calificado por la Cancillería rusa. Datos preliminares revelan que intentaban escapar hacia Ucrania.

Los portavoces del sionismo e imperialismo justifican los crímenes de guerra diciendo que combaten el terrorismo. Sin embargo, según el propio Consejo de Seguridad de la ONU “casi 70% de las víctimas en Gaza son niños y mujeres”.

Con 208 votos a favor y ninguno en contra, este nueve de enero el Parlamento de Corea del Sur aprobó una ley que prohíbe la producción y venta de carne de perro, misma que entrará en vigor en 2027.

Se reportó que la aeronave transportaba a 62 personas, 58 de ellas pasajeros y cuatro tripulantes.

La salida de las tropas de la coalición militar internacional debe coordinarse en el marco de un proceso de diálogo.

"Estamos frente a un golpe de Estado en Guatemala", afirmó Gustavo Petro, mientras la OEA condenó "el intento de golpe de Estado por parte del Ministerio Público de Guatemala".

La "viruela del mono" se ha extendido desde la República Democrática del Congo a países vecinos.