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El Informe Vrba-Wetzler, también conocido como el Informe de Auschwitz, fue un documento crucial redactado en 1944 por dos prisioneros eslovacos que lograron escapar del campo de concentración de Auschwitz. Este informe constituye uno de los primeros relatos detallados de primera mano sobre las atrocidades cometidas en el campo de exterminio.
El documento proporcionaba descripciones minuciosas de la estructura y el funcionamiento del campo, las condiciones inhumanas a las que eran sometidos los prisioneros y los métodos sistemáticos de asesinato, con un enfoque particular en el uso de las cámaras de gas. Los prisioneros detallaron las operaciones de los crematorios, la llegada de trenes cargados de judíos provenientes de diversas partes de Europa, las estimaciones sobre la cantidad de personas asesinadas en Auschwitz. A pesar de la claridad y el detalle con que el informe revelaba los horrores de los campos de exterminio nazis, la respuesta internacional al Holocausto, en ese momento fue lo que llamaríamos en la modernidad líquida, notablemente limitada.
Según el artículo Auschwitz, Gaza y la complicidad internacional, lo más sorprendente es cómo, a pesar de las advertencias detalladas, casi todo el mundo optó por darle la espalda. Esto es asombrosamente similar a la actualidad, las atrocidades diarias en Gaza y el genocidio en Sudán parecen ser ignorados. Los medios de comunicación concentrados se encargan de invisibilizar a Sudán y Gaza en favor de la cobertura de Ucrania. Además, no sólo se limitan a desviar la atención; también se dedican a eliminar los sucesos en ambos lugares de las redes sociales. Los derechos de la mal llamada “plaza pública” a la autorregulación, se han convertido en la nueva vedette, dominando la narrativa.
La capacidad de las redes sociales de intervenir en las elecciones, no sólo de Estados Unidos, sino de Brexit, Argentina, Brasil, etc., son conocidas, como las preferencias de sus dueños, por ejemplo, en la interna Demócrata en 2019, para deshacerse de una de las candidatas del ala progresista del partido: Elizabeth Warren. Ella proponía, según una grabación filtrada de una reunión publicada por The Verge, segmentar a las grandes empresas tecnológicas. Las plataformas que le habían dado a Trump rienda suelta para mentir, “para después pagarle a Facebook enormes sumas de dinero y difundir esas mentiras a los votantes estadounidenses”, entre Fake News y Trolls.
Después, las principales redes sociales, Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, desconectaron las cuentas del presidente Donald Trump. Un tiempo antes, Kamala Harris se había retirado de la interna demócrata por tener sólo el uno por ciento de los votos. Cuando fue convocada por Biden, los magnates de las Big Tech respiraron tranquilos, Harris mantenía fuertes lazos con Silicon Valley; de su cercanía surgió la idea de un acuerdo. Las tecnológicas apoyarían la campaña de los demócratas y ellos se comprometerían a votar por que las empresas se autorregulen y no sea el gobierno quien ponga un marco regulatorio.
Gran parte del público mundial se informa a través de las redes sociales y, por lo tanto, las mentiras y el apoyo de los dueños de las redes pueden inclinar la balanza hacia el partido elegido, multiplicando falsedades y eliminando cuentas de otras tendencias por contener “información sospechosa”, según ellos mismos. El escándalo de Cambridge Analytica, o el ceder Google datos a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), entre otras, para beneficio de sus propios intereses forma parte del combo de información y datos que, de hecho, influye en las tendencias y los humores de los votantes. En 2021, la administración Biden presionó a META para censurar contenidos relacionados con el Covid-19, o sea, dependiendo el viento las redes coexisten con el partido en el poder.
Ésta es , hoy, la respuesta de Alexa, el asistente virtual creado por Amazon y con el que puedes interactuar a través de los altavoces inteligentes. Si quieres saber por qué votar a Trump, Alexa no puede contestar, pero por Kamala Harris…
La censura en las redes sociales es el principal punto, así como definir qué servicio están prestando, qué es lo que están ofreciendo y qué son realmente. ¿Tenemos que definir qué son? La indefinición de lo que hacen es la causa de que no se les aplique ninguna regulación específica. ¿Son un medio? Cuando brindan este espacio, ¿lo brindan desde su calidad de un medio de comunicación tradicional? Una vez definido lo anterior hay, al menos, un puñado de discusiones acerca de las redes sociales, plataformas e Inteligencia Artificial que debería darse. Si son un monopolio, debate casi saldado, y ¿quién debe regularlas, y qué contenido se debe regular? Estas ideas tienen, como veremos, componentes económicos, políticos, de inteligencia, vigilancia y manipulación.