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La vida es muerte en movimiento. Un organismo está compuesto de células y sus secreciones. De entrada, todas las sustancias que segregan las células, aunque sean indispensables para su funcionamiento, son químicos inertes. Por ejemplo, la mayoría de los hongos, tanto unicelulares como pluricelulares expulsan enzimas o ácidos que corroen su fuente alimenticia, generando moléculas de fácil absorción, de las cuales se nutren; esas enzimas por sí mismas carecen de vida, pero forman parte del individuo. Los átomos que conforman las moléculas, que a su vez constituyen las grasas y ácidos nucleicos, componentes de los organelos celulares, son solo eso, átomos, y se pueden encontrar en cualquier lugar formando cualquier otra cosa inerte. Pero cuando encontramos determinados átomos, agrupados de tal modo, sus interacciones dejan de ser solo fisicoquímicas y pasan a formar parte de reacciones biológicas. La vida no puede existir sin la muerte y la materia inerte, bajo condiciones determinadas, tiene el potencial para desarrollar vida.
Hay quien dice que algo o está vivo o está muerto; sin embargo, todo lo que empieza a vivir comienza a morir al mismo tiempo y todo lo inerte es germen de la vida, porque al final, la vida también es materia, la vida es materia organizada de tal modo que puede constituir un individuo con un metabolismo propio, incluso capaz de reproducirse, pero que al mismo tiempo está muriendo. Por lo tanto, muerte y vida son polos opuestos en una contradicción, luchando en un mismo ser, existiendo al mismo tiempo en él.
Existen fenómenos, como los árboles, en donde esta contradicción es evidente. En un árbol adulto, la proporción de su materia viva puede ser menor al 10 por ciento de su masa total, gran parte de la madera son células muertas que prácticamente solo sirven para mantener al árbol erguido. En su mayor parte, la corteza también está constituida por células muertas que (como nuestra piel) se va cayendo a pedazos. Incluso las raíces caen en un proceso de lignificación (adquieren una constitución leñosa) y cambian su función, ya no son capaces de absorber nutrientes, en buena parte están muertas, pero sin ellas no se sostendría la planta. Aun así, el árbol tiene componentes que siguen realizando un metabolismo activo, las raíces y las hojas, principalmente, pero también una zona llamada cambium, que se encuentra entre la madera y la corteza, es muy delgada, pero transporta los nutrientes que necesita el árbol entero.
La alimentación de todos los seres vivos, igualmente, evidencia esta contradicción; las plantas son las primeras en transformar la materia inorgánica en orgánica o simplemente la almacenan formando parte de ellas. La depredación de un individuo por otro es también materia que de un momento a otro dejó de estar viva y pasó a ser parte de otro ser, que se nutre y se construye, que incorpora la masa de un organismo y por medio del metabolismo le da otra forma dentro de sí, algo que en esencia es lo mismo para herbívoros y para carnívoros.
La Tierra que en un inicio, gracias a su posicionamiento en el Sistema Solar y a su constitución química, reunió las condiciones para el desarrollo de la vida, así como la conocemos, con sus componentes abióticos, éstos a su vez son producto del desarrollo de sus componentes bióticos. La atmósfera actual es producto de un proceso fotosintético que lleva desarrollándose millones de años. Los seres vivos han creado otras formas de materia inerte; los desechos de los animales y los residuos de la vegetación facilitan la propagación de la vida. La formación del suelo, que fundamentalmente es producto de la intemperización (el desgaste de las rocas por erosión hídrica y eólica) también es determinada por organismos como los musgos, algas y hongos, que contribuyen a generar el sustrato suficiente para el crecimiento de hierbas y, posteriormente, de árboles.
La vida que conocemos es una fase superior e inevitable de la materia en un universo infinito y con infinitas circunstancias en el tiempo y en el espacio; se ha desarrollado tanto que incluso ha evolucionado en cerebros, materia consciente de sí misma, capaz de reconocerse en su conjunto como un individuo vivo, que intuye que puede dejar de estarlo, que sospecha que nada es eterno, pues todo lo que nace tiene que morir.
Pero no nos aflijamos ante esta última idea, pues como dijo el poeta:
“La tumba solo guarda un esqueleto,
mas la vida en su bóveda mortuoria
prosigue alimentándose en secreto.
Que al fin de esta existencia transitoria
a la que tanto nuestro afán se adhiere,
la materia, inmortal como la gloria,
cambia de formas; pero nunca muere”.
México no solo es centro de origen de muchas especies cultivadas, sino también de muchas especies forestales y florísticas.
Si las personas se pierden el eclipse solar que ocurrirá este 8 de abril, tendrán que esperar por lo menos 30 años para que este fenómeno vuelva a suceder con las mismas características.
No es raro encontrar bosques enfermos: aquéllos con hojas amarillas o cafés, troncos llenos de grumos resinosos, follaje manchado y, en los casos más graves, la presencia masiva de plantas o insectos parásitos.
La tenacidad en su trabajo le acompañó hasta una edad muy avanzada.
En nuestro país, el uso indiscriminado de fertilizantes químicos en la actividad agrícola se ha vuelto muy importante debido al empobrecimiento de los suelos.
En 2019, las berries fueron el tercer producto agroalimentario más exportado por nuestro país después de la cerveza y el aguacate.
La idea de aprender sin esfuerzo hace que el conocimiento adquirido en los menores sea volátil, superficial, en desmedro de su capacidad intelectual; y preocupa que cada año el nivel académico e intelectual de niños y jóvenes está decayendo a sitios alarmantes.
Las estatuillas de Venus caracterizaron el arte europeo del Paleolítico, la etapa prehistórica más antigua y larga del Homo sapiens.
Por ello, ahora como antes, es de vital importancia que los científicos dejen de ser una élite que atesora el conocimiento, y que devuelvan éste al pueblo. La ciencia se nutre en el pueblo.
Ante el actual embate del cambio climático, ¿cómo superará la humanidad dicha contradicción? ¿Mediante la competencia o la cooperación?
Los virus son entidades fascinantes por el alto grado de mutación en sus estrategias evolutivas, de las que quizás en algún futuro podamos aprender más.
Ramón Picarte siempre pensó que la matemática debería ser un aporte para sacar a las personas de la pobreza; con esa idea organizó e impulsó diferentes sociedades cooperativas de artesanos y trabajadores de Santiago.
La realidad es más compleja de lo que la ciencia sabe de ella y nos damos cuenta.
Von Neumann fue considerado como superdotado, ya que desde los seis años ya sabía dividir, hablar griego antiguo, francés, alemán y latín, y a sus ocho años ya dominaba el cálculo diferencial e integral.
Fue uno de los matemáticos políticos que apoyó decididamente la Revolución Francesa. En 1794 formó parte del comité de organización de la Ecole Centrale oles Travaux Rublics (Escuela Politécnica de París) donde escribió una de sus obras más famosas: Aplic
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Escrito por Perseo Mendoza Moreno
Colaborador