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Hoy les voy a contar una historia de terror que sucede en el mundo vegetal. Se trata de un patógeno vampiro que cuando infecta a las plantas las convierte en un zombie. Si te gustan las historias tenebrosas, te invito a conocer a los fitoplasmas. Unas bacterias que han sembrado el miedo entre los científicos.
Los fitoplasmas (también conocidos como phytoplasma por su nombre en inglés) son un grupo de bacterias patógenas vegetales. Una de sus principales características es que habitan en el floema de las plantas, el lugar por donde se transportan los nutrientes que son producto de la fotosíntesis. No es una coincidencia que estas bacterias vivan allí, su hábitat es un sitio estratégico. Del floema se alimentan insectos como los pulgones, los piojos de las plantas o los saltahojas, que sirven de vehículo a los fitoplasmas para viajar de una planta a otra. Con una estrategia de dispersión tan elaborada, estos microorganismos se han convertido en un problema serio en todo el mundo.
Los fitoplasmas son el agente que causa la enfermedad del “amarilleo del áster” que afecta a más de 300 plantas herbáceas. Entre ellas se encuentran plantas de importancia económica tales como vid, zanahoria, lechuga, canola y trigo, por mencionar algunas. Por ejemplo, la industria vinícola en Francia, Italia y Croacia han experimentado perdidas cuantiosas por dicha plaga. En estas regiones, es un reto controlar tanto al patógeno como a sus insectos vectores que atacan a las uvas del vino. Por este tipo de problemas, los fitoplasmas son considerados como una amenaza para la producción de alimentos. No obstante, ¡lo asombroso de estos patógenos viene a continuación!
Una vez que los fitoplasmas infectan una planta, provocan una serie de cambios “raros” en ella. Uno de los más notorios es que provocan un crecimiento descontrolado de las hojas. Las ramas crecen muy juntas y tupidas, como en un arbusto. Quizá el cambio más severo es que provocan esterilidad. Las plantas infectadas pueden desarrollar flores, pero no se reproducen. Otro síntoma del “amarilleo del áster” es que las plantas pueden vivir más tiempo, quedándose en un estado juvenil perpetuo. Por ello, podríamos decir que el fitoplasma convierte a la planta en una mezcla de zombie y vampiro. Por un lado, sería un zombie que proveerá al parásito de nutrientes y un ambiente para vivir. Y por otro, será como un vampiro, pues no envejece.
Recientemente, un grupo de investigadores del John Innes Centre en Reino Unido, liderados por la Dra. Saskia Hogenhout, descubrieron un mecanismo molecular que explica cómo los fitoplasmas manipulan a las plantas que infectan. Los científicos identificaron una molécula producida por la bacteria que “secuestra” el desarrollo de la planta. Se trata de una proteína que llamaron SAP05 que, cuando se encuentra dentro de la planta, afecta sus reguladores de crecimiento. En consecuencia, las plantas son incapaces de progresar, es como si se quedaran congeladas en el tiempo. Los científicos afirman que los fitoplasmas solo mantienen vivas a las plantas para su propio beneficio. Ya que esto les asegura atraer a los insectos que les servirán de vehículo para continuar su propagación.
Aunque la interacción de los fitoplasmas y las plantas que infectan parece una escalofriante historia de terror, en realidad es un área de investigación muy interesante. Resulta espectacular cómo a través de una proteína, una bacteria es capaz de manipular una planta a su antojo. Estudiando los mecanismos moleculares que utilizan los parásitos, será de gran utilidad para encontrar soluciones a enfermedades importantes en plantas e incluso en humanos.
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Escrito por Neftaly Cruz Mireles
Columnista de ciencia