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La salida a la crisis es eliminar la desigualdad
Es la hora de la acción: o se construye un sistema económico equitativo o las futuras generaciones pagarán una factura más cara. 
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La humanidad vive dos crisis sin precedentes: una sanitaria y otra económica. Ambas aparecieron en el peor momento, dada la inmensa desigualdad que reina en el planeta y que existe cuando menos desde que la sociedad se dividió en clases. Hoy, sin embargo, esta inequidad se muestra con mucha más crudeza porque la enfermedad se hace más evidente en las personas con los ingresos más bajos.

El 25 de enero, la organización Oxfam publicó un informe titulado El virus de la desigualdad, en el que destacan estos datos: “Las mil mayores fortunas del mundo tan solo han tardado nueve meses en recuperar su nivel de riqueza previo a la pandemia, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza del mundo esta recuperación podría prolongarse 14 veces más a lo largo de más de una década. La fortuna acumulada por los 10 mil millonarios más ricos del mundo desde el inicio de la crisis es más que suficiente para evitar que ninguna persona del mundo se vea sumida en la pobreza a causa del virus, así como para financiar la vacunación contra la Covid-19 de toda la población mundial”.

En ese mismo tenor, la agrupación Sí por México publicó un estudio donde sostiene que “en marzo (2020) la población de mayores ingresos en México tenía salarios 15 veces superiores a los obtenidos por los más pobres; seis meses después, la distancia aumentó casi 30 veces; entre marzo y septiembre (de 2020) los ingresos del 20 por ciento más pobre cayeron 44 por ciento, la reducción para los de mayores salarios fue solo de ocho por ciento”.

La desigualdad en el país es una de las más drásticas, si se considera que de los 58 millones de la Población Económicamente Activa (PEA) 20 millones son trabajadores informales, y que los empleados formales tienen los salarios más bajos del mundo. Con el advenimiento de la pandemia, muchos negocios cerraron y la actividad económica en general paró, por lo que los organismos que miden la pobreza calculan que el número de pobres aumentará en alrededor de 16 millones de personas. Antes de la irrupción del Covid-19, México era ya un país con altos niveles de miseria; pero la escasa atención que el gobierno ha dado a los sectores sociales más vulnerables y su tajante negativa a evitar el desempleo mediante apoyos a las empresas, ha provocado que la economía nacional sea una de las que más tardarán en recuperarse. Como si no fueran suficientes las más de 150 mil muertes causadas por el Covid-19, los mexicanos tendrán que batallar para conseguir empleo y obtener los ingresos suficientes para llevar el pan a sus mesas.

Ante este panorama desolador, es necesario aplicar el conocimiento científico de la realidad para superar la peligrosa situación en que se halla nuestra economía. El 11 de enero de 2021, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó el documento Construir un nuevo futuro: una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad, donde sostiene que será imprescindible no solo aplicar políticas distributivas del ingreso sino, además, propiciar el crecimiento económico, que deberá ser del cuatro por ciento anual desde este año a 2030. Para ello será necesario que el 10 por ciento más pobre de la población sea financiado con los impuestos aplicados al 10 por ciento de los mexicanos más ricos.

No será una empresa fácil, pero es buen momento para pensar en un pacto social más equitativo que el que hoy existe. El gobierno de México debe entender que los programas sociales no serán suficientes para enfrentar este problema, y que es necesario optar por la recuperación de la estructura productiva, única fuente de empleos. Solo con empleos, los mexicanos podrán tener ingresos y con éstos adquirir bienes de consumo, cuya compraventa, a su vez, moverá al sistema productivo. Pero no debe quedar de lado la urgente necesidad de realizar una reforma fiscal progresiva, en la que las personas que tienen mayores ingresos y concentran más riquezas, paguen más impuestos; pues de éstos deberán salir gran parte de los recursos financieros indispensables para echar a andar la economía.

Es un reto importante, pero necesario, pues tal como afirmó Kristalina Gueorgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), “el incremento de la desigualdad generará agitación social y económica, dando lugar a una generación perdida en la década de 2020; las consecuencias de todo ello perdurarán en las décadas siguientes”. Es la hora de la acción: o se construye un sistema económico equitativo o las futuras generaciones pagarán una factura más cara. 


Escrito por Rogelio García Macedonio

Licenciado en Economía por la UNAM.


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