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La doble moral
El asedio de EE. UU. y la OTAN contra Rusia, compulsado por su agresivo afán de adueñarse el mundo, se produce cuando el capitalismo occidental está en franco retroceso y las economías emergentes participan más en el mercado mundial.
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Estimado lector, sin duda coincidimos en que es muy fácil equivocarse al tomar posición en estos tiempos convulsos frente al conflicto armado que ahora se produce en una región donde antes estuvo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), sobre todo porque, en nuestro país, la información de los medios masivos de comunicación inclinan la balanza en favor del interés del grupo hegemónico; y solo en raras ocasiones son neutrales porque sus dueños están vendidos al mejor postor.  Las clases de historia universal en nuestras aulas siempre han sido librescas y dictadas por el grupo ganador, por ello no poseemos los elementos informativos necesarios para comprender con objetividad lo que ocurre en gran parte del mundo. 

Solo este hecho explica por qué periodistas con trayectorias intachables y agudos análisis críticos difundan y comenten noticias sesgadas a favor del gobierno de Estados Unidos (EE. UU.). La prensa internacional y la nacional se han puesto a vociferar contra el “demonio ruso”, colocando sobre un pedestal, con un halo de santidad, al presidente estadounidense Joseph Biden y presentando a los gringos como los libertadores del mundo para que acudan a “salvar” a Ucrania. En este objetivo tienen a su favor la enorme influencia que han ejercido en prácticamente todos los ámbitos de la cultura mexicana y en convencer a mucha gente que EE. UU. es la tierra de la “democracia y las oportunidades”.

Sin embargo, a lo largo de las dos centurias pasadas sobran los ejemplos de cómo ese país ha arrebatado territorios ajenos y ha aniquilado naciones completas. Nuestros periodistas, para no perderle el respeto a sus lectores, televidentes y radioescuchas, deberían recordar que la oligarquía de EE. UU. se quedó con más de la mitad del territorio mexicano; que intervino directamente en el asesinato del expresidente Francisco I. Madero; que actualmente controla a gran parte de la mafia del narcotráfico mexicano con armas y financiamiento; y que además maltrata a nuestros migrantes. Con base en estos pocos referentes históricos, no necesitamos buscar más “venas abiertas” en nuestra América Latina, ni en las de los países árabes.

La actitud del gobierno estadounidense y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es intransigente y desafiante, porque no respeta los acuerdos establecidos con el expresidente de la URSS, Mijail Gorbachov, en los que se comprometieron a reconocer la autonomía de las repúblicas independientes y no adherirlas a su grupo. Es cierto que 10 años después, la OTAN incumplió su palabra cuando incorporó a varias republicas exsocialistas –entre ellas Rumania, Eslovaquia, Bulgaria, Lituania– y que hoy domina al gobierno de Ucrania, al que han dotado con armamento convencional y nuclear. En todo este tiempo, los rusos se mantuvieron en negociación ante los organismos internacionales, pero fracasaron, en tanto que el cerco de bases militarles en torno a su territorio resultaba cada vez más estrecho y provocador, hasta que Rusia se vio obligada a responder contundentemente en Ucrania.

Sin embargo, el asedio de EE. UU. y las naciones que integran la OTAN contra Rusia, compulsado por su agresivo afán por adueñarse del mundo, se produce cuando el capitalismo occidental se encuentra en franco retroceso y las economías emergentes participan más en el mercado mundial. Este hecho sin duda los urge a demostrar su poderío sin que les importe la vida de miles de personas, ni que pudiera provocar un conflicto militar de mayor dimensión hasta salirse de control en términos nunca vistos ni predecibles por el número de países que se verían involucrados. Las cosas, desde luego, no son sencillas para Washington y sus aliados porque Rusia no es una nación pequeña, indefensa en lo militar ni en lo económico; y pese a las “fuertes medidas económicas” que sus rivales han aplicado en su contra, éstas se les han revertido como puede advertirse por “la tembladera” en que se hallan las bolsas de valores del mundo. 

Nadie quería llegar a este momento. Pero la moneda está en el aire, el género humano y toda forma de vida en el planeta están en juego. Exigir que los guerreristas se detengan debe ser un clamor general.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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