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Dos eventos desataron las rabias de Occidente en la última semana de febrero de 2022. Primero, el lunes 21, el gobierno ruso reconoció la independencia del Donbás, desplazando inmediatamente efectivos sobre esa región. Segundo, el 24 por la madrugada, el presidente Vladimir Putin autorizó una operación especial dirigida contra bases militares de Ucrania, lo que neutralizó en pocas horas a los ejércitos de este país, y advirtió –si bien con otras palabras– que si alguien osaba tocar a Rusia conocería un conflicto sin parangón en la historia. Los hechos fueron presentados por los medios informativos de Estados Unidos (EE. UU.), Europa, México, etc., de manera sesgada y sin ofrecer la versión de los rusos, ni considerar qué pasó en la semana previa a esos eventos. Es decir, los noticieros de los países que el señor Joseph Biden considera “el mundo libre” (o “su mundo libre”), hicieron eco servil a sus declaraciones y a las de otros gobernantes europeos como Emanuel Macron y Boris Johnson, que condenaron las acciones de Moscú como “un abuso de poder y una invasión”.
Quien cree en el discurso occidental sin conocer las circunstancias que llevaron a Rusia a tomar esta grave decisión, no puede sino condenar automáticamente la entrada de efectivos rusos a una región que no pertenece a Rusia, así como el ataque, que es desproporcional si se comparan las fuerzas ucranianas con el moderno ejército ruso. Pero en realidad, los voceros de Occidente desechan el análisis del pasado (inmediato, reciente y lejano), no consideran los fenómenos en su desarrollo, ofrecen al espectador noticias parciales y distorsionan la realidad para sugerir que la salvación del mundo está en manos del imperialismo de EE. UU. y su Organización militar del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). ¡Sí, el mismo imperialismo que apenas ayer destruyó a Afganistán, Irak, Libia y Siria, y que mantiene intervenidos (“asesorados”, dicen) a países de Asia, África y América Latina!
En realidad, el pasado inmediato revela que fue el gobierno de Ucrania el que comenzó las hostilidades. Hasta hace poco se respetaban significativamente los tratados de Minsk (de 2014 y 2015), que con el acuerdo común de los gobiernos de Ucrania, Rusia, Bielorrusia, Alemania y Francia habían establecido el cese al fuego entre el gobierno golpista-nazi ucraniano y los separatistas pro-rusos de Donetsk y Lugansk, un fuego que, con soporte estadounidense, existía desde que fue derrocado el presidente Viktor Yanukóvich en 2014. Sin embargo, el jueves 17 de febrero de 2022, el gobierno ucraniano violó abiertamente los protocolos de Minsk, pues ese día bombardeó sobre el Donbás (véase el artículo de Clara Weiss Los bombardeos en el Donbás ponen a Europa al borde de la guerra, del 19 de febrero de 2022, wsws.org). De manera que, al quedar invalidado el acuerdo bilateral, Rusia estaba en su derecho de recurrir a la justicia por su mano el 21 de febrero, fecha en la que decidió defender a los afectados por los proyectiles ucranianos, además de que reconoció su independencia y envió tropas de auxilio a la región en pugna.
La operación especial del 24 de febrero se desprendió inmediatamente de la misma coyuntura. Pero en realidad, su precipitación solo puede entenderse como una respuesta terminante a la política de incesante acoso militar que EE. UU. y la OTAN han mantenido sobre la Federación Rusa desde los años 90. Con los años se ha cerrado progresivamente un cerco “guerrerista” muy amenazante: entre 1997, Washington y la OTAN agregaron como destinos de armas a Polonia, Rumania, República Checa, Eslovaquia, Lituania, Letonia y Estonia, que están a tiro de bala de las posiciones rusas. Y aunque Rusia ha protestado oportunamente ante los organismos internacionales, las demandas de Moscú son ignoradas con desprecio. Putin ha solicitado diplomática y repetidamente a la OTAN y las potencias occidentales que se detengan, que dejen de militarizar y retiren su oferta de membresía a Ucrania. Pero los oídos de Occidente se cierran a esas razones. Así, el culpable del viraje abiertamente militar de Rusia no es esta nación, sino EE. UU. y sus colegas de la OTAN.
“Esto sólo resultó en tragedias, tanto para quienes lo hicieron, EE.UU., y aún más para las personas que viven en Afganistán". "El resultado es cero, por no decir negativo", dice Putin.
Por fin, la geopolítica se mueve en el sentido de Corea del Norte, un país que hace 7 años ya soñaba con hundir un portaaviones de propulsión nuclear estadounidense “de un solo golpe”. La cuestión es que esa fantasía sigue sin ponerse a prueba.
Mientras el capitalismo exista la batalla se tiene que dar en su terreno y, como vemos, son las naciones con “tendencia” socialista, las que honrosa y decididamente libran esta batalla a favor de los intereses de la humanidad entera.
Las sanciones pueden tener un efecto boomerang contra EE. UU., la UE y el mundo: se abre la puerta para que estrechen más sus relaciones Rusia y China y sean “el contrapeso” que evite al buitre estadounidense mantener su hegemonía imperialista.
Para cambiar el modelo actual de gobernanza global, basado en la injusticia y la desigualdad fruto de la dominancia de una sola potencia mundial, es necesario un mundo multipolar, afirmó el Doctor en Economía, Abel Pérez Zamorano.
RSF teme que, con la cancelación del financiamiento del gobierno estadounidense, el dinero ruso puedan “entrar al mercado”.
Ante su inminente derrota en Ucrania, Estados Unidos y la OTAN están buscando abrir otros frentes políticos y militares contra Rusia, y Georgia ha sido trabajada para convertirla en un nuevo ariete.
Su pluma no solamente da muestra de lo más elevado que puede alcanzar el ser humano en la transmisión de ideas por medio de la escritura.
El director de la Agencia de información rusa Rossiya Segodnya (Rusia hoy), Dmitri Kiseliov, alertó que la crisis de misiles de Cuba puede repetirse en Ucrania.
El vocero de la Cancillería iraní Said Jatibzadeh, aseguró que volverá al pacto nuclear si EE.UU garantiza sus compromisos.
Moscú suma 14 mil sanciones impuestas solo por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Otras más las han establecido socios norteamericanos en otras partes del mundo.
El presidente Vladímir Putin advirtió que un ataque a su país con armas bélicas de largo alcance sería un ataque directo de la OTAN contra Rusia.
El presidente Putin tiene el respaldo de la población para incrementar y fortalecer las medidas de seguridad, por muy difíciles que éstas sean, aseguró el analista geopolítico.
El fondo de inversión Rosemont Seneca del hijo del presidente estadounidense Joe Biden, Hunter Biden, participó en la financiación del programa biológico militar del Pentágono en Ucrania.
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Escrito por Anaximandro Pérez
Doctor en Historia y Civilizaciones por la École de Hautes Étus en Sciences Sociales (EHESS) de París, Francia.