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El ocho de marzo, martes de la presente semana, se conmemora el Día Internacional de la Mujer y seguramente habrá manifestaciones de todo tipo: para expresar inconformidad por el mal trato que se les da y para denunciar a los gobiernos de todos los niveles que no escuchan ni atienden sus justas demandas. Todos, sin distinción, tenemos que mostrar solidaridad, simpatía y apoyo para que los ultrajes, los agravios y las injusticias cometidos contra las mujeres sean debidamente sancionados.
Debe ser así porque tanto mujeres como hombres vivimos en una misma sociedad y compartimos todo: sufrimientos, penurias, enemigos, injusticias y desigualdades. Por lo tanto, toda expresión de solidaridad debe ir acompañada de acciones que eviten la discriminación, las agresiones físicas y emocionales en la vida familiar, en el trabajo, en la oficina y en la fábrica, además de reforzarla con la justicia para que aplique los castigos previstos por la ley cuando se les violente.
Porque ¿quién puede, en nuestra sociedad, ocultar o hacer menos el papel de la mujer? Nadie. A lo largo del desarrollo de la humanidad, su papel ha sido trascendental. En las comunidades primitivas, cuando reinó el matriarcado, casi todas las actividades giraban en torno a la mujer, porque era ella la encargada de garantizar la alimentación de la familia y desempeñaba un papel fundamental en el terreno económico, lo cual le otorgaba un sitio preponderante en la sociedad.
Más tarde, cuando surgió la propiedad privada, ya en la primera etapa del esclavismo, la familia fue sometida a las relaciones de propiedad y los roles cambiaron; ya que el hombre ocupó “el poder”, se hizo cargo de conseguir el sustento de la familia y adquirió mayor “importancia”. Este cambio dio paso al patriarcado, los derechos maternos fueron relegados y a la mujer se le arrinconó en los trabajos domésticos. Pero esto no se debió a que existieran diferencias de fondo entre hombre y mujer, sino a que las relaciones sociales de producción empezaron a dominar.
A pesar de esto, hoy en día, la lucha de las mujeres puede ser exitosa y lograr frutos importantes. El Día Internacional de la Mujer fue propuesto por la luchadora socialista Klara Zetkin para que la mujer ganara su derecho a votar y para que, con base en este logro, aumentara sus posibilidades de desarrollo igualitario respecto al hombre. Klara Zetkin estaba consciente de que los trabajadores conquistarían el poder del Estado mediante el voto en el marco de un proceso histórico difícil y complejo.
Hay ejemplos históricos de que la lucha de las mujeres puede obtener grandes triunfos. Uno de ellos fue la Revolución de Octubre en Rusia, que se inició entre el 23 y el 27 de febrero de 1917 con una marcha de obreras en huelga. En esos días, las trabajadoras rusas salieron a las calles y desafiaron al zarismo, dando un ejemplo de valor que contagió a los obreros y soldados, induciéndolos a formar la gran fuerza que finalmente removió a los Romanov. Los movimientos feministas pueden ser exitosos, sobre todo si son concebidos como una lucha de todo el pueblo, en la que participen tanto mujeres como hombres.
En México, como en otros países, la pobreza, la marginación, la falta de empleo, los malos servicios de salud, los bajos salarios, la mala educación y la falta de vivienda son problemas que las mujeres padecen desde los núcleos familiares. Los hombres y las mujeres, como trabajadores de un mismo pueblo, deben hacer conscientes de ésta a sus compañeros de infortunio para que se unan y organicen en un solo frente en busca de una solución común a sus problemas.
En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, las mujeres deben alzar la voz, demandar justicia a los gobiernos, exigir castigo para sus agresores y comprender que los hombres pueden y deben ser sus grandes aliados para su definitiva emancipación. Los actuales momentos de crispación social generados por un gobierno que se ha autoproclamado autor de una “Cuarta Transformación” y que ofreció mucho pero que ha dado poquísimos resultados, por no decir ninguno, exigen la unión de hombres y mujeres para luchar en torno a un plan de cambio integral en los ámbitos político, económico y social. Porque solo unidos como un solo pueblo ganarán. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).