“Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener” (Miguel de Cervantes).
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Es una tradición en México que cuando los estudiantes se gradúan de una escuela, se realiza una ceremonia de fin de cursos. En algunos casos se ponen toga y birrete, en otros casos se hace sólo una entrega de documentación final con un acto protocolario; sin embargo, las escuelas de Tecomatlán hacen un acto distinto, especial. No se trata de un simple acto de graduación. Lo que la hace especial son toda una serie de actividades alrededor de la graduación.
En primer lugar, la composición de los jóvenes que egresa es, en su gran mayoría, de gente muy humilde que logró terminar sus estudios gracias a que en Tecomatlán pudieron encontrar una opción viable y segura para alcanzar esta meta. Efectivamente, ahí se les ofrece la Villa Estudiantil “Aquiles Córdova Morán”, uno de los edificios no gubernamentales más grandes de México que ofrece servicio a 700 estudiantes para que duerman y se alimenten a bajo costo. La Villa Estudiantil es la más barata de una buena parte de México. Además, la actividad en las escuelas antorchistas de Tecomatlán es de tiempo completo, es decir, los jóvenes tienen sus clases teóricas, sus actividades prácticas relacionadas con sus materias y, además, tienen sus talleres culturales, deportivos y de lectura. De esta manera, el joven está la mayor parte del tiempo ocupado en sus quehaceres cotidianos y le queda menos tiempo para desviarle de la ruta que hemos creído debe trazarse para ellos, es decir, el estar ocupado y disciplinado en las diversas actividades ayuda a contrarrestar las desviaciones derivadas del consumo de estupefacientes, drogas y demás distractores como el teléfono celular.
En segundo lugar, en una comunidad recóndita de la Mixteca, se gradúan niños y jóvenes de todos los niveles: ludoteca, preescolar, primaria, secundaria, Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTa) No. 110, Escuela Normal Superior Mixteca Baja y, finalmente, del Instituto Tecnológico de Tecomatlán (ITT). Como puede apreciarse, Tecomatlán y el Movimiento Antorchista, con una lucha constante y tenaz, pueden ofrecer toda la cadena educativa para la gente humilde de la región. Como se ve, los tecomatecos, los estudiantes y los padres de familia de la región deben valorar el esfuerzo que el Movimiento Antorchista ha realizado desde su fundación hasta la fecha, por lo mismo, debemos tomar conciencia y garantizar la permanencia de esas escuelas al servicio del pueblo con el modelo impulsado por el Movimiento Antorchista, que está pensado en el pueblo; la educación en las escuelas antorchistas de Tecomatlán, para garantizar su éxito y generaciones formadas de manera integral, deben estar guiadas por el propio Movimiento Antorchista, de lo contrario en cualesquiera otras manos habría un retroceso profundo. Las escuelas de Tecomatlán en manos no antorchistas están condenadas al fracaso, a su deterioro y a su muerte.
En tercer lugar, la palabra que define a las escuelas de Tecomatlán es “disciplina”. Se sabe que alguna gente no quiere que sus hijos estén en las escuelas de Tecomatlán porque los jóvenes están llenos de tareas y actividades durante todo el día. Por la mañana se ve a los jóvenes realizando labores de limpieza de su propia institución, pues se sabe que las labores manuales son parte de la formación de los jóvenes y los educan, los sensibilizan, los hacen humildes. Quienes no se disponen a hacer labores manuales, son soberbios, engreídos y sienten que “no les toca” hacer esa labor, pero se equivocan. También a primera hora se escuchan los toques de ordenanza de la banda de guerra de la secundaria o del CBTa. Los disciplinados alumnos tocan sus trompetas y sus tambores con energía y disciplina desde las seis de la mañana de lunes a viernes, prácticamente sin falta. Los ensayos para el vals, por poner un ejemplo, son de seis a ocho de la mañana y nuevamente de 11 a 14 horas. Y el vals se practica, se practica y se practica de forma recurrente hasta que se alcanza un buen nivel.
Lo mismo se hace con los ensayos de los diferentes talleres culturales que van a participar: danza, poesía, teatro y música; se le dedican muchas horas de trabajo de manera ordinaria a los ensayos, pero de manera extraordinaria, para las clausuras, se intensifica el trabajo. Es posible que haya quienes vean en la disciplina una carga, un problema, una “pérdida” de libertades; sin embargo, la experiencia demuestra que los jóvenes que no son disciplinados, con mucha facilidad pasan al lado de la delincuencia, las drogas, los videojuegos, teléfono celular, alcohol, tabaco, etc.
En cuarto y último lugar, las escuelas de Tecomatlán son un ejemplo de trabajo, de esfuerzo, de energía empleada para que los jóvenes tengan, desde que llegan, condiciones adecuadas para poder estudiar a pesar de sus dificultades económicas y sociales. Somos una verdadera alternativa para la gente humilde y ello es un mérito de nuestra organización. En pocas escuelas se invierte para tener maestros de cultura, pero en Tecomatlán y, en general, en las escuelas antorchistas, se invierten recursos para educar cultural y deportivamente a los jóvenes.
Queremos que los jóvenes que egresan de nuestras escuelas sean cultos, conocedores de la ciencia, disciplinados, sensibles ante los problemas sociales, dispuestos a dar de sí mucho más para ayudar a los demás, etc. Se trata, en pocas palabras, de una educación crítica, científica, democrática y popular, y el modelo que intentamos instrumentar tiene ese propósito.
Por ello felicito a los alumnos que egresan por el esfuerzo realizado para llegar a esta meta; asimismo, felicito a los padres de familia por todos los sacrificios que les ha tocado realizar para que sus hijos hoy terminen; al mismo tiempo, felicito al personal docente y administrativo, quienes día a día están en nuestras instituciones, contribuyendo a la educación de los jóvenes; a la presidencia municipal de Tecomatlán, cuya labor permitió a los jóvenes sentirse y estar en un ambiente seguro y limpio. Finalmente, sin el Movimiento Antorchista no sería posible este proyecto, pues la fundación de las escuelas de Tecomatlán es fruto inequívoco de la lucha revolucionaria del pueblo organizado.
Si queremos instrumentar un modelo similar, pero con los recursos con los que cuenta la patria, debemos educarnos y organizarnos para la toma del poder político nacional y con ello poder instrumentar un nuevo modelo educativo con rumbo firme, y las escuelas de Tecomatlán son, en pequeño, una muestra de que es posible tener una educación distinta y mejor en México.
“Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener” (Miguel de Cervantes).
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.