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La crisis ecológica contemporánea representa uno de los mayores desafíos para la humanidad. Desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad, las consecuencias de la actividad humana sobre el planeta son innegables. En este contexto, el marxismo y el ecologismo, aunque en apariencia provenientes de tradiciones distintas, convergen en su análisis crítico del sistema capitalista y en la búsqueda de alternativas sostenibles y justas.
El marxismo, con su énfasis en las relaciones de producción y la explotación de la fuerza de trabajo, ofrece un marco analítico único para comprender cómo el capitalismo no sólo explota a las personas, sino también a la naturaleza. Marx destacó, en su obra, la tendencia del capital a mercantilizar todos los aspectos de la vida, incluidas las bases materiales que sostienen la existencia humana. Esta perspectiva es particularmente relevante en el Siglo XXI, donde el afán de lucro y la acumulación de capital han llevado a una explotación insostenible de los recursos naturales y al deterioro ambiental.
Por su parte, el ecologismo, aunque a menudo centrado en la conservación y restauración de los ecosistemas, comparte con el marxismo una crítica fundamental al modelo de desarrollo capitalista. Las corrientes ecologistas más radicales han adoptado un enfoque sistémico que conecta las desigualdades sociales con la degradación ambiental, destacando cómo las poblaciones más vulnerables suelen ser las más afectadas por los desastres ecológicos. Este punto de encuentro se ha traducido en colaboraciones concretas, como las luchas indígenas por la defensa de la tierra y los recursos naturales en América Latina.
Un ejemplo emblemático de esta convergencia es el concepto de “metabolismo social” desarrollado por John Bellamy Foster y otros ecologistas marxistas. Este enfoque analiza la relación entre las sociedades humanas y su entorno natural como un intercambio metabólico que, bajo el capitalismo, se desequilibra de manera destructiva. La acumulación de capital requiere una extracción constante de recursos y genera una cantidad creciente de residuos, lo que conduce a lo que Foster denomina una “fractura metabólica”. Esta teoría permite entender los problemas ambientales como una consecuencia estructural del sistema económico y no simplemente como un conjunto de fallos individuales o tecnológicos.
En el contexto de América Latina, esta perspectiva adquiere una relevancia especial. Las luchas contra proyectos extractivistas, como la minería a cielo abierto y la deforestación para la agricultura intensiva, han sido lideradas por comunidades indígenas y movimientos sociales que combinan demandas ambientales con reivindicaciones de justicia social. Estas resistencias ilustran cómo el ecologismo y el marxismo pueden articularse en prácticas concretas que desafían el modelo capitalista y promueven alternativas basadas en la sustentabilidad y el respeto a las culturas locales.
A pesar de sus puntos en común, también existen tensiones entre estas dos corrientes. Mientras que el marxismo tradicional ha sido criticado por su enfoque industrialista y su confianza en el progreso tecnológico, el ecologismo ha sido acusado de carecer de un análisis profundo de las relaciones de clase. Sin embargo, estas diferencias no son insalvables. Las reinterpretaciones contemporáneas del marxismo han integrado una crítica ecológica, mientras que el ecologismo político ha adoptado herramientas del análisis marxista para comprender cómo las estructuras económicas condicionan las crisis ambientales. La convergencia entre marxismo y ecologismo ofrece un marco poderoso para abordar la crisis ecológica contemporánea. Al combinar una crítica estructural del capitalismo con una visión integral de la relación entre sociedad y naturaleza, estas corrientes pueden proponer soluciones que no sólo mitiguen el daño ambiental, sino que también promuevan la justicia social y la equidad. En un momento histórico en que el tiempo para actuar se agota, la colaboración entre estas perspectivas es más necesaria que nunca.
Como se ve, el camino de la ciencia nos somete a una práctica difícil y de crítica constante, de revisión de postulados y de abandono de viejas posturas que no se ajusten a la realidad.
Hay que decir que la tesis de un arte contemporáneo descompuesto es sumamente escasa en las voces de los especialistas.
Es posible crear una matemática filosófica desde el hacer de un matemático que sea realmente relevante y visionaria. Debe de ser una reflexión humanizante, pero a la vez esclarecedora del mundo de las ideas formales.
Mientras el trabajo matemático tiene reglas, axiomas, y su libertad está en función de estar gobernado por sistemas formales; en el trabajo filosófico...
Nuestras percepciones sobre el entorno y el lugar que ocupamos en él se construyen, en gran medida, a partir del “sentido común”.
La filosofía no es un adorno, merece que se le reconozca su capacidad de estudio de la realidad, su utilidad en el más amplio sentido de la palabra, pues la humanidad la necesita para manifestarse como tal. Olvidar a la filosofía es condenarnos a las sombras...
Anatole France (1844-1924) fue un escritor francés. Era prolijo en los temas sobre los que escribía, como en la forma de tratarlos.
Quien quiere cambiar el mundo se somete a un trabajo de doble tipo.
Las reflexiones filosóficas son la base del conocimiento científico. La ciencia no se entiende completamente sin la filosofía y, por otro lado, la filosofía requiere de la ciencia y de los científicos.
En este recorrido por la historia de la filosofía griega se advierte que el primer atisbo de reflexión genérica sobre el origen y modo de ser del universo, la Tierra y el hombre.
Tergiversar el marxismo para atacarlo es una sucia artimaña que no ha dejado de ser útil para la clase dominante. Lo fue hace un siglo y lo es ahora.
La filosofía de Hegel estableció en efecto la idea de la unidad de lo material y lo espiritual, “de su acción recíproca y su devenir solidario”. Desde esta perspectiva, “el hombre es uno solo con la totalidad del ser”.
Los resultados finales de la política cultural de la 4T nos dejan más incertidumbres que aciertos.
¿Hay o puede haber una psicología marxista? La respuesta corta es sí, pero necesitamos profundizar.
Las contribuciones de Heráclito al pensamiento filosófico no se pueden exponer profundamente en un texto como el presente, pero sí es posible recuperar una, aquella que se condensa en este título.
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Escrito por Jenny Acosta
Maestra en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana.