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Sextante
GAZA
Este documental de 2018 presenta niños asesinados por los bombardeos del ejército judío; en contraste con los soldados israelíes tomándose fotos, despreocupados de lo que les ocurre a los infantes palestinos y a sus familias.


Las imágenes son devastadoras; las palabras de los palestinos que sufren la bestial política genocida de Israel son estremecedoras. Un documental de corta duración es suficiente para dar una idea clara, precisa y contundente sobre lo que está sufriendo el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Ese documental es Gaza, de 18 minutos de duración, realizado en 2018 y dirigido por los españoles Carles Bover Martínez y Julio Pérez del Campo y nos presenta inicialmente imágenes de niños asesinados por los bombardeos del ejército judío; niños con la cabeza destrozada o con miembros mutilados, lo que contrasta con las imágenes de soldados israelíes tomándose fotos, despreocupados enteramente de lo que les ocurre a los infantes palestinos y a sus familias. En otra secuencia, en el Muro de las lamentaciones (el lugar más sagrado para los judíos, ubicado en Jerusalén), nos muestra a hebreos orando, mientras en Gaza es cotidiano ver los terribles estragos de las agresiones israelíes: cuerpos humanos brutalmente despedazados, quemados; cuerpos de palestinos que son masacrados como producto de una política genocida sistemática.

Gaza denuncia que, desde el año 2007, esa región sufre un bloqueo por tierra, mar y aire, lo que impide tanto la entrada como la salida de suministros de todo tipo, así como de personas (¿ya se les olvido a los dirigentes del Estado judío lo que les pasó a cerca de medio millón de hebreos en el gueto de Varsovia, cuando en la Segunda Guerra Mundial fueron encerrados en un sector de la capital de Polonia para irlos aniquilando por hambre, sed y enfermedades?). El criminal Estado judío, hasta antes de su reciente escalada bélica, nos señala el documental, le permitía a la Franja de Gaza sólo cuatro horas de energía eléctrica al día y le impedía obtener una enorme cantidad de víveres y de materiales de construcción. la soldadesca judía quemó con pesticidas la plantación de Khan Younis, un agricultor palestino; frecuentemente, los colonos judíos los atacan a él y a su familia con armas de fuego; su hogar ha sido bombardeado por aviones israelíes, destruyendo su cocina y otras partes de la vivienda. 

“Siento miedo y mis hijos pequeños están aterrorizados; cuando ven a los israelíes empiezan a gritar ‘papá vienen a dispararnos’. Mis hijos tienen derecho a vivir”. Los documentalistas españoles entrevistaron a Beit Hanoun, un palestino de cincuenta años que asegura: “cuando ellos –los israelíes– nos aíslan, ellos son los terroristas; cuando ellos destruyen nuestras casas, ellos son los terroristas”. Las imágenes son más que elocuentes al mostrarnos que la mayoría de los habitantes de Gaza vive en casas en ruinas, en la miseria; para calentarse queman desperdicios y visten andrajos (y yo, como muchas personas seguramente lo hacen, me pregunto: ¿por qué la prensa occidental nunca ha denunciado esta barbarie? ¿Es que los palestinos no son seres humanos?). Khazháa, una mujer palestina dice que, varias veces, el ejército sionista ha disparado contra ella y su familia en su propia casa. 

Hamda Abu Rujaila, otra mujer palestina declara: “a los israelíes no les importó la condición de mi hija, que tiene parálisis cerebral; cuando se acercaron los soldados yo grité, cargué a mi hija, pero le dispararon en el pecho, la metralla desprendió un brazo de su cuerpo”. El régimen sionista es tan inhumano, que en estos momentos está masacrando a un pueblo entero (Joe Biden, presidente de Estados Unidos, acaba de visitar Israel y allí prometió 100 millones de dólares de “ayuda humanitaria”. ¡Qué cinismo! Anunciar esta “ayuda” cuando los yanquis le han entregado miles de millones de dólares en armamento a Israel, precisamente para masacrar al pueblo palestino y a los países árabes de la región). Suhail es un niño de dos años y medio; la última secuencia del cortometraje muestra un hospital donde se encuentra internado; fue rescatado bajo toneladas de hormigón; su mirada, fija todo el tiempo, refleja todo el horror de un pueblo castigado por los fascistas israelíes.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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